CIUDAD DEL VATICANO,
8 octubre 2014 (VIS).- En la quinta Congregación General, que tuvo
lugar esta mañana en el Aula del Sínodo y a la que el Santo Padre
FRANCISCO no asistió debido a la Audiencia General el debate
continuó con los temas previstos en el Instrumentum laboris: ''Los
desafíos pastorales de la familia (parte II, cap. 2). La crisis de
fe y la vida familiar / Situaciones críticas internas a la familia.
Las presiones externas a la familia/ Algunas situaciones
particulares''.
En primer lugar, el
debate se centró en la Iglesia en el Oriente Medio y África del
Norte. Ambas zonas viven en contextos políticos, económicos y
religiosos difíciles que tienen graves repercusiones en las
familias. Allí donde las leyes impiden , de hecho, la reunificación
familiar y la pobreza conduce a la migración, donde hay
fundamentalismo religioso y los cristianos no tienen los mismos
derechos que los ciudadanos musulmanes, se plantean a menudo
problemas difíciles para las familias que surgen de los matrimonios
mixtos.
Efectivamente en
estos contextos están presentes y aumentan los casos de matrimonios
interreligiosos, los llamados ''matrimonios mixtos''. Se ha afirmado
en el Aula que el desafío de la Iglesia es entender que catequesis
ofrecer a los niños nacidos de esas uniones y cómo responder a la
incógnita de los católicos que, unidos en un matrimonio mixto,
quieren seguir practicando su fe. Estas parejas, según se ha dicho,
no pueden dejarse de lado y la Iglesia debe seguir ocupándose de
ellas. Un reto posterior es el de los cristianos que se convierten al
Islam para casarse. También, en este caso, es necesaria una adecuada
reflexión.
La cuestión no es
sólo interreligiosa, sino a veces también ecuménica. Por ejemplo
hay casos en que si un católico que ha contraído matrimonio
canónico no logra obtener la declaración de nulidad, se pasa a otra
confesión cristiana, volviendo a casarse en una iglesia que lo
permita. En cualquier caso, y sin perjuicio del patrimonio común de
la fe, se subrayó la necesidad de tomar el camino de la misericordia
para las situaciones difíciles.
En cuanto a la
cuestión de los divorciados que se han vuelto a casar, se ha
evidenciado que el sínodo deberá ocuparse ciertamente de ella en su
recorrido , con la prudencia que requieren las grandes causas, pero
también conjugando la objetividad de la verdad con la misericordia
por la persona y su sufrimiento. Hay que recordar que muchos fieles
se encuentran en una situación de la que no son culpables..
Igualmente se
reiteró el compromiso de la Santa Sede que no deja de hacer oír su
voz en defensa de la familia en todos los niveles - internacional,
nacional y regional - con el objetivo de resaltar su dignidad y de
llamar la atención sobre sus derechos y deberes, señalando siempre,
como afirmaba Benedicto XVI, que sus ''no'' son, en realidad,
los ''sí'' a la vida. Por esta razón, se hizo hincapié en que la
Iglesia debe combatir el silencio de las familias en la educación y
en la religión porque no hay lugar para la vacilación. Hace falta
un compromiso más fuerte en el testimonio del Evangelio y siempre es
necesaria la creatividad en la pastoral.
También se habló
de la contribución insustituible de los fieles laicos en el anuncio
del Evangelio de la familia. Especialmente los jóvenes, los
movimientos eclesiales y las nuevas comunidades desempeñan un
servicio de importancia vital, llevando a cabo una misión profética
y contracorriente en la época actual. Escuchar a los laicos y creer
más en ellos es, por lo tanto, esencial, porque es en ellos y con
ellos, donde la Iglesia puede encontrar respuestas a los problemas de
las familias.
Otro tema afrontado
fue el de la precariedad laboral y el desempleo. La angustia por la
falta de un trabajo seguro crea dificultad en las familias, así como
la pobreza económica, que a menudo hace que sea imposible tener un
hogar. No sólo: la falta de dinero a veces hace que se le
''divinice'' y que las familias se sacrifiquen en aras del beneficio.
Es necesario, en cambio, insistir en que el dinero debe servir y no
gobernar.
De nuevo se volvió
a reflexionar sobre la necesidad de una mayor preparación para el
matrimonio, prestando también una atención específica a la
educación afectiva y sexual, para fomentar una verdadera mística
familiar de la sexualidad. Y se recordó la gran contribución de los
abuelos en la transmisión de la fe en la familia. Siempre, en
referencia a las personas mayores, los padres sinodales insistieron
en la importancia de que el núcleo familiar acoja, con solidaridad,
cuidado y ternura, a las personas de la tercera edad. La misma
importancia debe darse a los enfermos, para acabar con esa ''cultura
del descarte'', de la que a menudo nos pone en guardia el Papa
FRANCISCO.