CIUDAD DEL VATICANO,
28 octubre 2014 (VIS).- El Papa FRANCISCO se ha reunido esta mañana
en el Aula del Sínodo con los participantes en el encuentro Mundial
de los Movimientos Populares (27 al 29 de octubre), organizado por el
Pontificio Consejo Justicia y Paz en colaboración con la Pontificia
Academia de las Ciencias Sociales y con los líderes de varios
movimientos.
El Santo Padre ha
hablado del término solidaridad, ''una palabra que no cae bien
siempre -ha dicho- yo diría que algunas veces la hemos transformado
en una mala palabra, no se puede decir; pero es una palabra mucho más
que algunos actos de generosidad esporádicos. Es pensar y actuar en
términos de comunidad, de prioridad de vida de todos sobre la
apropiación de los bienes por parte de algunos. También es luchar
contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la
falta de trabajo, la tierra y la vivienda, la negación de los
derechos sociales y laborales. Es enfrentar los destructores efectos
del Imperio del dinero: los desplazamientos forzados, las
emigraciones dolorosas, la trata de personas, la droga, la guerra, la
violencia y todas esas realidades que muchos de Ustedes sufren y que
todos estamos llamados a transformar. La solidaridad, entendida, en
su sentido más hondo, es un modo de hacer historia y eso es lo que
hacen los movimientos populares''.
Asimismo ha
recordado que este encuentro no responde a una ideología ya que los
movimientos no trabajan con ideas sino con realidades. ''No se
puede abordar el escándalo de la pobreza promoviendo estrategias de
contención que únicamente tranquilicen y conviertan a los pobres en
seres domesticados e inofensivos -ha continuado-. Este
encuentro nuestro responde a un anhelo muy concreto, algo que
cualquier padre, cualquier madre quiere para sus hijos; un anhelo que
debería estar al alcance de todos pero hoy vemos con tristeza cada
vez más lejos de la mayoría: tierra, techo y trabajo. Es extraño
pero si hablo de esto para algunos resulta que el Papa es
comunista''.
''Hoy, al
fenómeno de la explotación y de la opresión se le suma una nueva
dimensión, un matiz gráfico y duro de la injusticia social; los que
no se pueden integrar, los excluidos son desechos, “sobrantes”.
Esta es la cultura del descarte.... Esto sucede cuando al centro de
un sistema económico está el dios dinero y no el hombre, la persona
humana. Si al centro de todo sistema social o económico tiene que
estar la persona, imagen de Dios, creada para que fuera el
denominador del universo. Cuando la persona es desplazada y
viene el dios dinero sucede esta trastocación de valores''.
FRANCISCO ha
mencionado el problema de la desempleo y ha añadido que ''todo
trabajador, esté o no esté en el sistema formal del trabajo
asalariado, tiene derecho a una remuneración digna, a la seguridad
social y a una cobertura jubilatoria. Aquí hay cartoneros,
recicladores, vendedores ambulantes, costureros, artesanos,
pescadores, campesinos, constructores, mineros, obreros de empresas
recuperadas, todo tipo de cooperativistas y trabajadores de oficios
populares que están excluidos de los derechos laborales, que se les
niega la posibilidad de sindicalizarse, que no tienen un ingreso
adecuado y estable. Hoy quiero unir mi voz a la suya y acompañarlos
en su lucha''.
El Pontífice
también ha mencionado el tema de la paz y la ecología. ''No
puede haber tierra, no puede haber techo, no puede haber trabajo si
no tenemos paz y si destruimos el planeta... la creación no es una
propiedad, de la cual podemos disponer a nuestro gusto; ni mucho
menos, es una propiedad sólo de algunos, de pocos: la creación es
un don, es un regalo, un don maravilloso que Dios no ha dado para que
cuidemos de él y lo utilicemos en beneficio de todos, siempre con
respeto y gratitud''.
''Pero ¿por qué
en vez de eso nos acostumbramos a ver como se destruye el trabajo
digno, se desahucia a tantas familias, se expulsa a los campesinos,
se hace la guerra y se abusa de la naturaleza? ¡Porqué en este
sistema se ha sacado al hombre, a la persona humana, del centro y se
lo ha reemplazado por otra cosa! ¡Porque se rinde un culto
idolátrico al dinero! ¡Porque se ha globalizado la indiferencia!,
se ha globalizado la indiferencia, a mí que me importa lo que le
pasa a otros mientras yo defienda lo mío. Porque el mundo se ha
olvidado de Dios, que es Padre; se ha vuelto huérfano porque dejó a
Dios de lado''.
Ante todo esto ha
destacado que ''los cristianos tenemos algo muy lindo, una guía
de acción, un programa, podríamos decir, revolucionario. Les
recomiendo vivamente que lo lean, que lean las bienaventuranzas''.
El Papa ha acentuado
la importancia de caminar juntos y ha finalizado recordando que ''los
movimientos populares expresan las necesidad urgente de revitalizar
nuestras democracias, tantas veces secuestradas por innumerables
factores. Es imposible imaginar un futuro para la sociedad sin la
participación protagónica de las grandes mayorías y ese
protagonismo excede los procedimientos lógicos de la democracia
formal''.