El Prefecto prosigue: “La misión, por tanto, está íntimamente ligada al amor de Cristo. No es un trabajo, no es una obra humana, que a veces incluso se siente como una tarea pesada, como una carga. En cambio, es un puro acto de gratitud. Es una respuesta de gratitud por el amor recibido de Dios. Abrazados y envueltos por el amor de Dios, queremos compartir este amor especialmente con aquellos que no se sienten amados, que se sienten abandonados, rechazados, con los de las periferias existenciales. Los que hemos experimentado el amor de Dios, los que hemos escuchado y acogido el Evangelio del amor, lo compartimos con el prójimo, con el corazón rebosante de gratitud”.
Otro aspecto que el Papa Francisco toca en el mensaje es el de la compasión: “La compasión - observa el cardenal Tagle - es una de las formas de mostrar a la humanidad herida de hoy, en los tiempos difíciles que vivimos, el rostro del amor de Dios. Para anunciar el Evangelio hoy, el lenguaje entendido por la humanidad es el de la caridad y la compasión: es uno de los aspectos para compartir el amor de Dios. Muchas personas en todo el mundo ya eran frágiles, marginadas y vulnerables antes de la pandemia. Hoy su situación ha empeorado: por eso comunicar, con nuestra vida, la presencia y la compasión de Cristo les traerá consuelo y nueva esperanza. El Papa nos llama en el mensaje a ser 'misioneros de la esperanza', en un mundo que tiene una gran necesidad de bondad, hospitalidad, misericordia, fraternidad. La misión es realizar cada acción de la vida con el espíritu de la Eucaristía, es vivir la vida como una Eucaristía, una vida de gratitud y acción de gracias a Dios. Y hacer todo en el nombre del Señor Jesucristo. Él es el mayor don que hemos recibido, y ese don da fruto: nosotros mismos somos fruto de su Espíritu y de su presencia, somos los que llevamos al mundo el don inestimable de su amor”.
Por último, el Prefecto de Propaganda Fide quiere recordar, en la conversación con Fides, el valor de la missio ad gentes y de quienes dan la vida por llevarla a cabo: “Los misioneros son aquellas personas que, para compartir el amor de Dios, dejen sus certezas, el consuelo de su vida y van a las periferias del mundo, entre los más pobres y desfavorecidos, entre los que sufren y los necesitados, testificando con sus vidas que Dios es amor, y que ama y se entrega a toda criatura. Los misioneros son aquellos que, como los apóstoles, no pueden guardar para sí el amor que han experimentado: el Espíritu los empuja hasta los confines de la tierra para anunciarlo y dárselo a los que más lo necesitan, a los que sufren y están desesperados, a los que no le conocen y no han experimentado el inmenso amor de Cristo. Hoy, mientras el mundo entero atraviesa desafíos muy difíciles como el de la pandemia, la misión de Cristo continúa a través de cada uno de nosotros: donde están los más necesitados, también hay misioneros, dispuestos a consolar corazones heridos, en el nombre de Cristo Jesús”.