miércoles, 8 de enero de 2014
Papa FRANCISCO en la 1ª Audiencia General de 2014: “El bautismo no es una formalidad”
CIUDAD DEL VATICANO, 8 enero 2014 (VIS).- En la primera Audiencia General de 2014 celebrada a las 10.00 horas en la Plaza de San Pedro; el Papa FRANCISCO ha comenzado una nueva serie de catequesis sobre los sacramentos empezando por el Bautismo, y ha recordado que por una afortunada coincidencia, el próximo domingo es la festividad del Bautismo del Señor.
El Bautismo es el sacramento “sobre el que se fundamenta nuestra fe y nos hace miembros vivos de Cristo y de su Iglesia. Junto a la Eucaristía y la Confirmación forma la denominada 'iniciación cristiana', que constituye un único y gran evento sacramental que nos configura al Señor y hace de nosotros un signo vivo de su presencia y su amor”.
Pero, ha observado el Obispo de Roma, podríamos preguntarnos: “¿De verdad es necesario el Bautismo para vivir como cristianos y seguir a Jesús? ¿No es, en el fondo, un simple rito, un acto formal de la Iglesia para poner un nombre a un niño o a una niña?”. Y para explicarlo ha citado las palabras de San Pablo: “¿No sabéis que cuántos hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Por medio del bautismo, entonces, hemos sido sepultados junto a El en la muerte para que, como Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros podamos caminar en una vida nueva'”.
“Por lo tanto -ha dicho- no es una formalidad. No es lo mismo un niño bautizado que uno no bautizado; no es lo mismo una persona bautizada que no bautizada. Es un acto que toca en profundidad nuestra existencia. Por él nos sumergimos en la fuente inagotable de vida que proviene de la muerte de Jesús, el más grande acto de amor de la historia y, gracias a este amor, podemos vivir una vida nueva, ya no al azar del mal, el pecado y la muerte, sino en comunión con Dios y con nuestros hermanos”.
El Papa ha reiterado que muchos no conocemos la fecha en que fuimos bautizados y ha puesto , como deberes, a los presentes en la Plaza de San Pedro que cuando volvieran a sus casas preguntasen cual fue el día de su bautismo, porque “es una fecha feliz”. Evidentemente no recordamos la ceremonia, sobre todo si nos bautizaron poco después de nacer pero si no damos importancia a ese día hay un peligro que es “el de perder la conciencia de lo que el Señor ha hecho por nosotros, del don que hemos recibido. Entonces, terminamos por considerarlo solo como un evento que sucedió en el pasado y no por nuestra voluntad, sino por la de nuestros padres y no tiene ninguna incidencia en el presente”.
En cambio “estamos llamados a vivir nuestro Bautismo día tras día, como una realidad actual de nuestra existencia. Si conseguimos seguir a Jesús y permanecer en la Iglesia, incluso con nuestros límites, nuestras fragilidades y nuestros pecados, es por el Sacramento gracias al que nos hemos convertido en criaturas nuevas y revestido de Cristo. Por fuerza del Bautismo, liberados del pecado original, nos injertamos en la relación de Jesús con Dios Padre y somos portadores de una esperanza nueva; la esperanza de caminar por la senda de la salvación, toda la vida... Gracias al Bautismo somos capaces de perdonar y amar también a los que nos ofenden y nos hacen daño, de reconocer en los últimos y en los pobres el rostro del Señor que nos visita y se nos acerca”.
Otra característica del Bautismo, ha concluido el Pontífice es que “ninguno puede bautizarse a sí mismo; podemos pedirlo, desearlo, pero necesitamos siempre a alguien que nos confiera este sacramento en nombre del Señor, porque “el bautismo es un don que nos otorgan en un contexto de solicitud y de compartición fraternal. Siempre a lo largo de la historia uno ha bautizado al otro: es una cadena; una cadena de gracia. Pero yo no puedo bautizarme solo, tengo que pedirle a otro que me bautice. Es un acto de hermandad, de afiliación a la Iglesia y en su celebración podemos reconocer los rasgos más genuinos de ella, que como madre sigue generando nuevos hijos en Cristo, en la fecundidad del Espíritu Santo”.
Al final de la catequesis, el Papa saludó en italiano, entre otros a los miembros de una compañía circense que viajará este año a América Latina y les invitó “en su viajar de ciudad en ciudad a sentirse mensajeros de alegría y hermandad en una sociedad que tanto las necesita”.
También saludó a los fieles presentes en francés, inglés, alemán, español, portugués, polaco y árabe.
Estas fueron sus palabras en castellano:
“Queridos hermanos y hermanas:
Hoy comenzamos una serie de catequesis sobre los sacramentos, que son el centro de la fe cristiana, por los que Dios comunica su gracia, se hace presente y actúa en nuestra vida.
El Bautismo es el sacramento sobre el que se fundamenta nuestra fe y nos hace miembros vivos de Cristo y de su Iglesia. No es un simple rito o un hecho formal, es un acto que afecta en profundidad la existencia. Por él, nos sumergimos en la fuente inagotable de vida, que proviene de la muerte de Jesús. Así podemos vivir una vida nueva, de comunión con Dios y con los hermanos. Aunque muchos no tenemos el mínimo recuerdo de la celebración de este sacramento, porque fuimos bautizados de chicos, estamos llamados a vivir cada día aspirando a la vocación que hemos recibido allí.
Si seguimos a Jesús y permanecemos en la Iglesia, con nuestros límites y fragilidades y pecados, es gracias a los sacramentos por los que nos convertimos en nuevas creaturas y somos revestidos de Cristo.
Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España - veo la Diócesis de Cuenca, allí - de Argentina, de Bolivia, Venezuela, México y los demás países latinoamericanos. Invito a todos a experimentar en la vida de cada día la gracia que recibimos en el Bautismo, siendo verdaderos hermanos, verdaderos miembros de la Iglesia. Feliz año a todos”.
La Audiencia General concluyó con el canto del Pater Noster y la Bendición Apostólica impartida por el Santo Padre FRANCISCO.