lunes, 7 de abril de 2014

Ángelus de FRANCISCO: “Cristo no se resigna a ningún sepulcro”


CIUDAD DEL VATICANO, 6 abril 2014 (VIS).- A mediodía de hoy, quinto domingo de Cuaresma, el Santo Padre FRANCISCO se ha asomado a la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano para rezar el Ángelus con los fieles y peregrinos presentes. “La resurrección de Lázaro... -ha dicho refiriéndose al evangelio de este domingo- es el culmen de los “signos” prodigiosos realizados por Jesús: es un gesto demasiado grande, demasiado claramente divino para ser tolerado por los sumos sacerdotes, los cuales, cuando supieron del hecho, tomaron la decisión de matar a Jesús”.


Nosotros -ha continuado- creemos que la vida de quién cree en Jesús y sigue su mandamiento, después de la muerte será transformada en una vida nueva, plena e inmortal. Como Jesús ha resucitado con su propio cuerpo, pero no ha vuelto a la vida terrena, así nosotros resucitaremos con nuestros cuerpos que serán transfigurados en cuerpos gloriosos. Él nos espera junto al Padre, y la fuerza del Espíritu Santo, que lo ha resucitado a Él, resucitará también a quién está unido a Él... ¡Lázaro, sal fuera!... Este grito perentorio está dirigido a cada hombre, porque todos estamos marcados por la muerte, todos nosotros; es la voz de Aquel que es el dueño de la vida y quiere que todos “la tengan en abundancia”. Cristo no se resigna a los sepulcros que nos hemos construido con nuestras elecciones de mal y de muerte, con nuestros errores, con nuestros pecados”.


¡Él no se resigna a esto! Él nos invita, casi nos ordena, que salgamos de la tumba en la cual nuestros pecados nos han hundido. Nos llama insistentemente a salir de la oscuridad de la prisión en la que estamos encerrados, conformándonos con una vida falsa, egoísta, mediocre... Es una bella invitación a la verdadera libertad... Una invitación a dejarnos liberar de las “vendas del orgullo”. Porque el orgullo nos hace esclavos, esclavos de nosotros mismos, esclavos de tantos ídolos, de tantas cosas. Nuestra resurrección comienza desde aquí: cuando decidimos obedecer a esta orden de Jesús saliendo a la luz, a la vida; cuando de nuestro rostro caen las máscaras - tantas veces nosotros estamos enmascarados por el pecado, ¡las máscaras deben caer! - y nosotros encontramos el coraje de nuestro rostro original, creado a imagen y semejanza de Dios”.


Antes de finalizar, FRANCISCO ha repetido que “¡No hay ningún límite a la misericordia divina ofrecida a todos!”, y ha pedido a los fieles no olvidar esta frase ya que “el Señor está siempre listo para levantar la lápida sepulcral de nuestros pecados, que nos separa de Él, luz de los vivientes”.