lunes, 13 de octubre de 2014

Ángelus del Papa: “Una única condición para responder a la invitación del Señor: Ponerse el traje de fiesta”


CIUDAD DEL VATICANO, 12 octubre 2014 (VIS).- A mediodía, el Santo Padre FRANCISCO se asomó a la ventana de su estudio para rezar el Ángelus con los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro. Antes de la oración mariana, el Papa reflexionó sobre el Evangelio de este domingo en que San Mateo describe a Dios representado por un rey que invita a participar en un banquete de boda a varias personas, pero algunas se mostraron indiferentes e incluso molestas. El Pontífice explicó las tres características de esta invitación: la gratuidad, la extensión, la universalidad. ''Dios es bueno con nosotros, -dijo- nos ofrece gratuitamente su amistad, nos ofrece gratuitamente su alegría, la salvación, pero muchas veces no recibimos sus dones, ponemos en primer lugar nuestras preocupaciones materiales, nuestros intereses, y también cuando el Señor nos llama, muchas veces parece como si nos molestara''.

''Algunos invitados -continuó- incluso maltratan y matan a los servidores que les entregan las invitaciones. Pero, a pesar de las adhesiones que faltan por parte de quienes fueron llamados, el plan de Dios no se interrumpe. Frente a la negativa de los primeros invitados, Él no pierde el ánimo, no suspende la fiesta, sino que vuelve a proponer la invitación extendiéndola; extendiéndola más allá de todo límite razonable y envía a sus siervos a las plazas y a los cruces de las calles a reunir a todos aquellos que encuentran''.

''La bondad de Dios no tiene fronteras y no discrimina a nadie -exclamó- por ello el banquete de los dones del Señor es universal. ¡Es universal para todos! A todos se les dala posibilidad de responder a su invitación, a su llamada; nadie tiene el derecho de sentirse privilegiado o de reivindicar la exclusividad'' y añadió antes de finalizar que ''estamos llamados a ampliar la Iglesia a las dimensiones del Reino de Dios. Sólo hay una condición: ponerse el traje de fiesta. Es decir, testimoniar la caridad concreta ante Dios y con el prójimo''.