miércoles, 10 de diciembre de 2014

Primer diácono de Mongolia: “una gracia inmensa para la Iglesia”, dice el Vice-Prefecto Apostólico


Ulaan Battar, MONGOLIA (Agencia Fides, 10/12/2014) – La ordenación del primer diácono de nacionalidad mongola, 22 años después del renacimiento de la Iglesia en el país, “es una inmensa gracia y un don inestimable para la pequeña comunidad de los bautizados en Mongolia, que cuenta con unos mil creyentes”, dice en una entrevista con la Agencia Fides el padre Ernesto Viscardi, misionero de la Consolación, Vice-Prefecto Apostólico de Ulaan Baatar.

 

La ordenación diaconal de Joseph Enkh-Baatar tendrá lugar mañana, 11 de diciembre en la Catedral de Daejeon, en Corea, diócesis donde el joven ha asistido al Seminario Mayor. El obispo local, Mons. Lazzaro You Heung-sik, que tendrá a su lado a Mons. Wenceslao Padilla, Prefecto Apostólico de Ulaan Baatar, ordenará junto a él a otros siete jóvenes de Corea del Sur.

El padre Viscardi señala a Fides: “Joseph es el primer diácono y después de él ya hay otro joven, Peter, que está estudiando teología, también en Corea, dado que en Mongolia no tenemos Seminario. Su vocación es un signo de gran esperanza para la Iglesia en Mongolia. Después del diaconado pasará al menos un año antes de la ordenación sacerdotal. Esperamos que pueda coincidir con las celebraciones por el 25 aniversario de la presencia de la Iglesia en Mongolia, en 2017”.

Según el vice-prefecto “la Iglesia en Mongolia, aunque muy joven, ya tiene su raíz y estos diáconos son los primeros brotes. Tenemos más de 30 catequistas que se ocupan con dedicación de las seis parroquias de la Prefectura y cinco animadores laicos que se ocupan de la comunidad a pleno tiempo. Estos jóvenes representan una fuente de vocaciones al sacerdocio: es más Joseph, licenciado en lenguas, comenzó a asistir a nuestra comunidad de la iglesia de San Pedro y San Pablo, entrando en el grupo de catequistas, cultivando y descubriendo en ese contexto su vocación”.

Joseph, dice para terminar el padre Viscardi, “ha expresado su gran alegría y emoción, pero también la clara conciencia de la gran responsabilidad que su historia y su trayectoria tienen para el futuro de la Iglesia en Mongolia”.