En primer lugar, menciona el compromiso para promover una cultura de justicia y paz. ''Frente a la cultura de la ilegalidad, la corrupción y de enfrentamiento, -dice- estáis llamados a dedicaros al bien común, y también a través del servicio a las personas que se identifican en la política... Si los cristianos se desvincularan del compromiso directo en la política, traicionarían la misión de los fieles laicos, llamados a ser sal y luz en el mundo incluso a través de esta forma de presencia''.
Como segunda prioridad apostólica indica la pastoral familiar, en el surco del último Sínodo de los Obispos, y les anima a ''ayudar a las comunidades diocesanas en la atención de la familia, célula vital de la sociedad, y en el acompañamiento de los novios para el matrimonio''. FRANCISCO destaca también la importancia de trabajar con los ''alejados'', aquellos separados que sufren por el fracaso de sus proyectos de vida conyugal o por otras situaciones familiares difíciles.
Por último, en el documento, habla de la misionariedad y les alienta a mantener la capacidad de ''salir e ir hacia las fronteras de la humanidad más necesitada''. El Papa alude a los miembros de las comunidades presentes en Siria y Líbano, dos pueblos martirizados por las terribles guerras a los que renueva su afecto y solidaridad, y menciona también los proyectos de acogida de inmigrantes en Sicilia. Así les recuerda que ''siguiendo la huella luminosa y fecunda del estilo apostólico de San Ignacio'' podrán también ellos animar las varias instituciones educativas, católicas y estatales, presentes en Italia como en otras partes del mundo.