Libreville, GABÓN (Agencia Fides, 30/09/2019) - Todo el ‘fervor espiritual y pastoral’ que
caracterizó el año de preparación de los 175 años de evangelización de
Gabón, "no se detendrá al final de este año
jubilar, sino que deberá entrar permanentemente en la vida cristiana
cotidiana de todos los bautizados". Esta es la exhortación expresada por
el arzobispo Giampietro Dal Toso, presidente de las Obras Misionales
Pontificias (OMP), que el domingo 29 de septiembre presidió la
celebración jubilar en Libreville, durante la cual fueron ordenados 16
sacerdotes. En vísperas del Mes Misionero Extraordinario de octubre de
2019, el arzobispo subrayó: "El acontecimiento del Mes Misionero
Extraordinario se vivirá en la Iglesia local de Gabón como una
prolongación natural de este Jubileo de 175 años, cuyas celebraciones
terminan hoy, para reflejar una nueva luz. Al igual que este Jubileo,
que llega a su fin, el Mes Misionero Extraordinario de
octubre de 2019 es una oportunidad para que la gracia intensa y fecunda
promueva iniciativas e intensifique caminos y medios para despertar en
cada cristiano la conciencia de la responsabilidad misionera".
En su homilía, el arzobispo recordó que el 29 de septiembre de 1844,
fiesta de los Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, se celebró la primera
misa en suelo gabonés, acontecimiento fundador de la Iglesia católica
en esta nación. Jean Rémi Bessieux, Spiritano, y los que le siguieron,
sacerdotes, monjas y laicos, que dieron su vida por la obra de
evangelización de Gabón. "Es a todos estos misioneros y a sus
colaboradores, vuestros antepasados en la fe -dijo- a quienes rendimos
un vibrante homenaje a través de esta solemnidad a la que sus voces, sus
alabanzas a la gloria de Dios, se unen desde lo alto en el cielo".
En nombre del santo padre, el papa Francisco, en nombre del cardenal
Filoni, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los
Pueblos, como presidente de la OMP, el arzobispo Dal Toso expresó su
gratitud y satisfacción a la Conferencia Episcopal "por todo lo que se
ha organizado para celebrar este Jubileo, no sólo como una fiesta extra,
no sólo como una conmemoración histórica, sino como una oportunidad
para la renovación de la profesión de fe en Cristo Resucitado que estaba
en el centro de la misión de estos celosos misioneros. Este gran
Jubileo nos recuerda su apostolado, su valentía, su pasión, pero también
y sobre todo el amor de un Dios que quiso revelarse a través de ellos a
su pueblo y encontrar en su corazón un hogar para derramar las
maravillas de su gracia".
A continuación, el arzobispo destacó tres aspectos, inspirados en las
lecturas bíblicas de la celebración. "En la tierra cada uno elige su
propia vida futura": uno de los mensajes del Evangelio del día, la
parábola del rico Epulón (Lc 16,19-31), es el gran principio de la
caridad, "el único acceso a la vida bendecida para la eternidad es el
compromiso personal de vivir o no según esto; el mandamiento de la
caridad en la vida presente tiene una consecuencia para nuestro destino
eterno", enfatizó.
El segundo aspecto destacado fue que "el Cristo resucitado es el enviado
del Padre por excelencia". Dios envió a su hijo, Jesús, nacido, muerto y
resucitado por nosotros. "Todavía viene a nuestro encuentro,
resucitado, para decirnos que su Palabra es un verbo eterno, que estos
sacramentos son vida eterna, que la fe en Él es la garantía de la vida
eterna. Si Cristo no resucitara, nuestra fe sería en vano, porque
creeríamos en un hombre como los demás, muerto y sepultado como todos
los demás. Pero al resucitar, Jesús se muestra como el verdadero Señor
de la vida, el que nos puede dar la vida".
Dirigiéndose en particular a los ordenados, el arzobispo dijo: "Cada
día, tienen que pedir que el Misterio Pascual se repita especialmente en
vosotros. Que el hombre viejo muera en ustedes, que el hombre de
pecado, apegado al dinero, al poder, a sus placeres, a sus planes; que
este hombre viejo muera en ustedes para dar espacio al hombre nuevo,
resucitado con Cristo, un hombre que sabe dar, gastar, ofrecer su vida
por amor a sus hermanos y hermanas".
El último punto al que nos referimos - "Bautizados, somos enviados a dar
testimonio de Jesucristo"- fue una oportunidad para reiterar que "el
anuncio del Evangelio no está reservado sólo a los sacerdotes, a los
religiosos y religiosas". "Si hoy estamos reunidos en este día de gran
solemnidad -recuerda- es porque un día los cristianos, en nombre de su
fe y de su compromiso bautismal, decidieron llevar la Buena Nueva a esta
tierra gabonesa. Han obedecido el mandato de Cristo". La cosecha, sin
embargo, es siempre alta y los trabajadores bajos, si se piensa que una
parte no insignificante de la población sigue las religiones
tradicionales y la mayoría, aunque se adhiere a una confesión religiosa,
continúa con prácticas animistas y mágicas. "Esto significa -concluyó-
que aún queda por hacer una profunda evangelización, tanto en los
corazones de los cristianos como en los suburbios, aún lejanos de la
fe".