Port Moresby, PAPÚA NUEVA GUINEA (Agencia Fides, 18/09/2019) - Los migrantes, refugiados y presos en
Papúa Nueva Guinea luchan por superar las barreras lingüísticas y
culturales para regresar a su país de origen o a un tercer país.
Experimentan “la separación de sus lugares de origen y, a menudo,
también un desarraigo cultural y religioso”. La Iglesia es la que
responde a esta emergencia. Así lo explica la hermana Teresa Vu Phuong
dice que Thuy Trinh, religiosa de las Hijas de María Auxiliadora que,
como intérprete y mediadora, logró ayudar a regresar a 105 pescadores
vietnamitas en 2018. Gracias a la hermana Teresa y la comunidad
salesiana, estas personas pudieron volver a abrazar a sus familias.
Recientemente, gracias a la mediación de la religiosa y su congregación,
cinco detenidos vietnamitas del Instituto Correccional de Bomana en
Boroko fueron repatriados. Obtuvieron pasaportes y sus billetes de
avión.
El responsable del Instituto Correccional de Bomana dio las gracias a la
superiora general de la FMA y a la comunidad de las monjas salesianas
“por su acto de caridad para ayudar a los más necesitados”. Los cinco
detenidos habían pasado tres años en prisión y ahora han regresado con
sus familias después de ser expulsados de Papúa Nueva Guinea el 3 de
septiembre de 2019.
En otra iniciativa, los religiosos salesianos presentes en Papúa Nueva
Guinea han comenzado un proyecto de formación profesional para los
refugiados. Gracias a los esfuerzos conjuntos de Cáritas de Papúa Nueva
Guinea y la Escuela Técnica Salesiana Don Bosco de Gabutu, cerca de Port
Moresby, los jóvenes refugiados, muchos de ellos adolescentes, reciben
cursos de formación sobre informática básica, administración,
electromecánica y mecánica automotriz. De esta manera, se les da la
oportunidad para encontrar un trabajo decente. La comunidad de
refugiados indonesios de la provincia indonesia de Papúa Occidental
incluye a más de dos mil personas que viven en barrios marginales.
Reciben ayuda de la Iglesia local y las congregaciones católicas.