MENSAJE 
                                                    DEL PAPA FRANCISCO
POR LOS TREINTA AÑOS DEL CENTRO TELEVISIVO VATICANO
POR LOS TREINTA AÑOS DEL CENTRO TELEVISIVO VATICANO
Al Rev.mo Mons. 
Dario Edoardo Viganò
Director del Centro Televisivo Vaticano
Dario Edoardo Viganò
Director del Centro Televisivo Vaticano
Deseo dirigir mi cordial 
                                                    saludo a todos los presentes 
                                                    en el Congreso que quiere no 
                                                    sólo recordar los treinta 
                                                    años del Centro televisivo 
                                                    vaticano, sino, sobre todo, 
                                                    reflexionar sobre sus 
                                                    perspectivas para un 
                                                    servicio cada vez más atento 
                                                    y cualificado. Saludo a los 
                                                    relatores y a los invitados, 
                                                    en particular a monseñor 
                                                    Claudio Maria Celli y a los 
                                                    miembros del Consejo de 
                                                    administración. 
1. Desearía ante todo 
                                                    subrayar que vuestro 
                                                    trabajo es un servicio al 
                                                    Evangelio y a la Iglesia. 
                                                    El aniversario del CTV se 
                                                    sitúa en el marco de otra 
                                                    importante celebración: los 
                                                    cincuenta años de la 
                                                    aprobación del decreto 
                                                    conciliar 
                                                    Inter Mirifica, 
                                                    que cuenta entre los 
                                                    maravillosos dones de Dios 
                                                    los instrumentos de la 
                                                    comunicación social, 
                                                    incluido, precisamente, el 
                                                    medio televisivo. Las 
                                                    palabras de los padres 
                                                    conciliares nos parecen 
                                                    proféticas; subrayaban 
                                                    justamente lo importante que 
                                                    es el uso de estos medios, 
                                                    de modo que «como sal y como 
                                                    luz darán sabor a la tierra 
                                                    e iluminarán el mundo», 
                                                    llevando la luz de 
                                                    Jesucristo y contribuyendo 
                                                    al progreso de toda la 
                                                    humanidad. 
En estas décadas la 
                                                    tecnología ha viajado a gran 
                                                    velocidad, creando 
                                                    inesperadas redes 
                                                    interconectadas. Es 
                                                    necesario mantener la 
                                                    perspectiva evangélica en 
                                                    esta especie de «autopista 
                                                    global de la comunicación», 
                                                    tener siempre presente la 
                                                    finalidad que quiso 
                                                    establecer el beato Juan 
                                                    Pablo II dando vida al CTV: 
                                                    favorecer «una acción más 
                                                    eficaz de la Iglesia en lo 
                                                    relativo a las 
                                                    comunicaciones sociales (…) 
                                                    a fin de ofrecer nuevos 
                                                    instrumentos con los cuales 
                                                    desarrollar en el mundo la 
                                                    universal misión de la 
                                                    Iglesia» (Rescripto del 
                                                    22 de octubre de 1983). 
                                                    Como os recordó también 
                                                    Benedicto XVI: «Al poner las 
                                                    imágenes a disposición de 
                                                    las mayores agencias 
                                                    televisivas mundiales y de 
                                                    las grandes televisiones 
                                                    nacionales o comerciales, 
                                                    favorecéis una información 
                                                    adecuada e inmediata sobre 
                                                    la vida y la enseñanza de la 
                                                    Iglesia en el mundo de hoy, 
                                                    al servicio de la dignidad 
                                                    de la persona humana, la 
                                                    justicia, el diálogo y la 
                                                    paz» (Discurso al 
                                                    CTV, 
                                                    18 de Diciembre de 2008). No 
                                                    olvidéis, por lo tanto, que 
                                                    el vuestro es un servicio 
                                                    eclesial, en el interior de 
                                                    la misión evangelizadora de 
                                                    la Iglesia. 
2. Por esto —y es el 
                                                    segundo elemento que 
                                                    desearía subrayar— al 
                                                    presentar los eventos 
                                                    vuestra óptica no puede ser 
                                                    nunca «mundana», sino 
                                                    eclesial. Nosotros 
                                                    vivimos en un mundo en el 
                                                    que prácticamente no existe 
                                                    casi nada que no tenga 
                                                    relación con el universo de 
                                                    los media. 
                                                    Instrumentos cada vez más 
                                                    sofisticados refuerzan el 
                                                    papel cada vez más 
                                                    penetrante que juegan las 
                                                    tecnologías, los lenguajes y 
                                                    las formas de la 
                                                    comunicación en el 
                                                    desenvolvimiento de nuestra 
                                                    vida cotidiana, y esto no 
                                                    sólo en el mundo juvenil. 
                                                    Como recordaba después de mi 
                                                    elección como Obispo de 
                                                    Roma, precisamente 
                                                    encontrando a los 
                                                    representantes de los medios 
                                                    de comunicación social 
                                                    presentes en Roma con 
                                                    ocasión del Cónclave, «el 
                                                    papel de los medios de 
                                                    comunicación ha ido 
                                                    creciendo cada vez más en 
                                                    los últimos tiempos, tanto 
                                                    que se ha hecho 
                                                    imprescindible para relatar 
                                                    al mundo los acontecimientos 
                                                    de la historia 
                                                    contemporánea». Todo esto se 
                                                    refleja también en la vida 
                                                    de la Iglesia. Pero si no es 
                                                    algo sencillo contar los 
                                                    eventos de la historia, aún 
                                                    más complejo es relatar los 
                                                    acontecimientos ligados a la 
                                                    Iglesia, la cual es «signo e 
                                                    instrumento de la íntima 
                                                    unión con Dios», es Cuerpo 
                                                    de Cristo, Pueblo de Dios, 
                                                    Templo del Espíritu Santo. 
                                                    Ello requiere una 
                                                    responsabilidad particular, 
                                                    una fuerte capacidad de leer 
                                                    la realidad en clave 
                                                    espiritual. En efecto, los 
                                                    eventos de la Iglesia 
                                                    «tienen una característica 
                                                    de fondo peculiar: responden 
                                                    a una lógica que no es 
                                                    principalmente la de las 
                                                    categorías, por así decirlo, 
                                                    mundanas, y precisamente por 
                                                    esto no son fáciles de 
                                                    interpretar y comunicar a un 
                                                    público amplio y 
                                                    diversificado» (Discurso 
                                                    a los representantes de los 
                                                    medios, 18 de Marzo de 
                                                    2013).
Hablar de 
                                                    responsabilidad, de una 
                                                    visión respetuosa de los 
                                                    acontecimientos que se 
                                                    quieren relatar, significa 
                                                    tener también la conciencia 
                                                    de que la selección, la 
                                                    organización, la emisión y 
                                                    la distribución de los 
                                                    contenidos requiere una 
                                                    atención particular porque 
                                                    usan instrumentos que no son 
                                                    ni neutros ni transparentes. 
                                                    Esta conciencia recorre hoy 
                                                    el CTV, empeñado en una 
                                                    reorganización según 
                                                    paradigmas tecnológicos 
                                                    capaces de servir mejor a 
                                                    todas las latitudes del 
                                                    mundo, contribuyendo a 
                                                    favorecer la respiración de 
                                                    la catolicidad de la 
                                                    Iglesia. Desearía dar las 
                                                    gracias de corazón a usted, 
                                                    monseñor Dario Edoardo 
                                                    Viganò, y a todo el personal 
                                                    del CTV, por la capacidad de 
                                                    tejer relaciones con 
                                                    realidades diferentes de 
                                                    todo el mundo, para 
                                                    construir puentes, superando 
                                                    muros y fosos, y llevar la 
                                                    luz del Evangelio. Todo ello 
                                                    según la indicación de 
                                                    Inter Mirifica que 
                                                    precisa cómo también en el 
                                                    mundo de los medios, la 
                                                    eficacia de la actividad 
                                                    apostólica requiere «unidad 
                                                    de propósitos y de 
                                                    esfuerzos» (n. 21). 
                                                    Converger en lugar de 
                                                    competir es la estrategia de 
                                                    las iniciativas mediáticas 
                                                    en el mundo católico. 
3. Finalmente desearía 
                                                    recordar que vosotros no 
                                                    desarrolláis una función 
                                                    puramente documental, 
                                                    «neutral», de los 
                                                    acontecimientos, sino que 
                                                    contribuís a acercar la 
                                                    Iglesia al mundo, 
                                                    anulando las distancias, 
                                                    haciendo llegar la palabra 
                                                    del Papa a millones de 
                                                    católicos, también allí 
                                                    donde a menudo profesar la 
                                                    propia fe es una elección 
                                                    valiente. Gracias a las 
                                                    imágenes, el CTV está en 
                                                    camino con el Papa para 
                                                    llevar a Cristo a las muchas 
                                                    formas de soledad del hombre 
                                                    contemporáneo, alcanzando 
                                                    también las «sofisticadas 
                                                    periferias tecnológicas». En 
                                                    esta misión vuestra, es 
                                                    importante recordar que la 
                                                    Iglesia está presente en el 
                                                    mundo de la comunicación, en 
                                                    todas sus variadas 
                                                    expresiones, sobre todo para 
                                                    llevar a las personas al 
                                                    encuentro con el Señor 
                                                    Jesús. Es sólo el encuentro 
                                                    con Jesús, de hecho, lo que 
                                                    puede transformar el corazón 
                                                    y la historia del hombre. Os 
                                                    doy las gracias y os aliento 
                                                    a proceder con parresia en 
                                                    vuestro testimonio del 
                                                    Evangelio, dialogando con un 
                                                    mundo que necesita ser 
                                                    escuchado, ser comprendido, 
                                                    pero también recibir el 
                                                    mensaje de la vida 
                                                    verdadera. 
Roguemos al Señor para 
                                                    que nos haga capaces de 
                                                    llegar al corazón del 
                                                    hombre, más allá de las 
                                                    barreras de la desconfianza, 
                                                    y pidamos a la Virgen que 
                                                    vele nuestros pasos de 
                                                    «peregrinos de la 
                                                    comunicación». Os ruego que 
                                                    oréis por mí, ¡lo necesito! 
                                                    Invoco la intercesión de 
                                                    santa Clara, patrona de la 
                                                    televisión, y os acompaño 
                                                    con mi bendición. 
Vaticano, 18 de Octubre 
                                                    de 2013
FRANCISCO
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                                                    VIDEOMENSAJE 
                                                    DEL SANTO PADRE FRANCISCO
                                                    
A LA PRIMERA CONFERENCIA FILIPINA
SOBRE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
                                                    
Viernes 18 de Octubre de 2013
A LA PRIMERA CONFERENCIA FILIPINA
SOBRE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
Viernes 18 de Octubre de 2013
Queridos hermanos y 
                                                    hermanas en el Señor 
                                                    Jesucristo:
Os saludo a todos con la 
                                                    paz y el gozo de Nuestro 
                                                    Señor. La primera 
                                                    Conferencia filipina sobre 
                                                    la nueva evangelización es 
                                                    una digna aportación al 
                                                    Año de la fe. Por ello 
                                                    os doy las gracias a todos, 
                                                    hermanos en el episcopado, 
                                                    sacerdotes, religiosos y 
                                                    religiosas, seminaristas y 
                                                    fieles laicos que habéis 
                                                    organizado la conferencia y 
                                                    que estáis participando en 
                                                    ella. Me alegra saber que 
                                                    habéis llegado a Manila 
                                                    desde diversas partes de 
                                                    Filipinas y de Asia. El 
                                                    Espíritu Santo trabaja 
                                                    activamente en vosotros. ¡La 
                                                    Iglesia de Cristo está viva!
A través de esta 
                                                    conferencia, espero que 
                                                    podáis experimentar de nuevo 
                                                    la presencia amorosa de 
                                                    Jesús en vuestra vida, amar 
                                                    más a la Iglesia y compartir 
                                                    el Evangelio con todas las 
                                                    personas con humildad y 
                                                    alegría. No os canséis de 
                                                    llevar la misericordia del 
                                                    Señor a los pobres, a los 
                                                    enfermos, a los abandonados, 
                                                    a los jóvenes y a las 
                                                    familias. Dad a conocer a 
                                                    Jesús en el mundo de la 
                                                    política, de los negocios, 
                                                    de las artes, de la ciencia, 
                                                    de la tecnología y de los 
                                                    medios de comunicación 
                                                    social. Haced que el 
                                                    Espíritu Santo renueve la 
                                                    creación y lleve justicia y 
                                                    paz a Filipinas y al gran 
                                                    continente asiático, que 
                                                    está muy cerca de mi 
                                                    corazón.
Por favor, rezad por mí; 
                                                    lo necesito. Prometo rezar 
                                                    por vosotros de manera 
                                                    especial a nuestra Madre, la 
                                                    Bienaventurada Virgen María, 
                                                    Estrella de la nueva 
                                                    evangelización.
Mabúhay ang Pilipínas! 
                                                    Mabúhay ang Asia! Pagpaláian 
                                                    kayo ng Dios!
[¡Viva Filipinas! ¡Viva 
                                                    Asia! ¡Que Dios os bendiga!]
Que Dios os bendiga en el 
                                                    nombre del Padre, del Hijo, 
                                                    del Espíritu Santo.
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MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
PARA LA JORNADA MUNDIAL DE LA ALIMENTACIÓN 2013
Al Señor José Graziano da Silva
Director General de la FAO
Director General de la FAO
1. La Jornada Mundial de la Alimentación nos pone ante uno de los 
desafíos más serios para la humanidad: el de la trágica condición en la que 
viven todavía millones de personas hambrientas y malnutridas, entre ellas muchos 
niños. Esto adquiere mayor gravedad aún en un tiempo como el nuestro, 
caracterizado por un progreso sin precedentes en diversos campos de la ciencia y 
una posibilidad cada vez mayor de comunicación.
Es un escándalo que todavía haya hambre y malnutrición en el mundo. 
No se trata sólo de responder a las emergencias inmediatas, sino de afrontar 
juntos, en todos los ámbitos, un problema que interpela nuestra conciencia 
personal y social, para lograr una solución justa y duradera. Que nadie se vea 
obligado a abandonar su tierra y su propio entorno cultural por la falta de los 
medios esenciales de subsistencia. Paradójicamente, en un momento en que la 
globalización permite conocer las situaciones de necesidad en el mundo y 
multiplicar los intercambios y las relaciones humanas, parece crecer la 
tendencia al individualismo y al encerrarse en sí mismos, lo que lleva a una 
cierta actitud de indiferencia —a nivel personal, de las instituciones y de los 
estados— respecto a quien muere de hambre o padece malnutrición, casi como si se 
tratara de un hecho ineluctable. Pero el hambre y la desnutrición nunca pueden 
ser consideradas un hecho normal al que hay que acostumbrarse, como si formara 
parte del sistema. Algo tiene que cambiar en nosotros mismos, en nuestra 
mentalidad, en nuestras sociedades. ¿Qué podemos hacer? Creo que un paso 
importante es abatir con decisión las barreras del individualismo, del 
encerrarse en sí mismos, de la esclavitud de la ganancia a toda costa; y esto, 
no sólo en la dinámica de las relaciones humanas, sino también en la dinámica 
económica y financiera global. Pienso que es necesario, hoy más que nunca, 
educarnos en la solidaridad, redescubrir el valor y el significado de esta 
palabra tan incómoda, y muy frecuentemente dejada de lado, y hacer que se 
convierta en actitud de fondo en las decisiones en el plano político, económico 
y financiero, en las relaciones entre las personas, entre los pueblos y entre 
las naciones. Sólo cuando se es solidario de una manera concreta, superando 
visiones egoístas e intereses de parte, también se podrá lograr finalmente el 
objetivo de eliminar las formas de indigencia determinadas por la carencia de 
alimentos. Solidaridad que no se reduce a las diversas formas de asistencia, 
sino que se esfuerza por asegurar que un número cada vez mayor de personas 
puedan ser económicamente independientes. Se han dado muchos pasos en diferentes 
países, pero todavía estamos lejos de un mundo en el que todos puedan vivir con 
dignidad.
2. El tema elegido por la FAO para la celebración de este año habla de «sistemas 
alimentarios sostenibles para la seguridad alimentaria y la nutrición». Me 
parece leer en él una invitación a repensar y renovar nuestros sistemas 
alimentarios desde una perspectiva de la solidaridad, superando la lógica de la 
explotación salvaje de la creación y orientando mejor nuestro compromiso de 
cultivar y cuidar el medio ambiente y sus recursos, para garantizar la seguridad 
alimentaria y avanzar hacia una alimentación suficiente y sana para todos. Esto 
comporta un serio interrogante sobre la necesidad de cambiar realmente nuestro 
estilo de vida, incluido el alimentario, que en tantas áreas del planeta está 
marcado por el consumismo, el desperdicio y el despilfarro de alimentos. 
Los datos proporcionados en este sentido por la FAO indican que aproximadamente 
un tercio de la producción mundial de alimentos no está disponible a causa de 
pérdidas y derroches cada vez mayores. Bastaría eliminarlos para reducir 
drásticamente el número de hambrientos. Nuestros padres nos educaban en el valor 
de lo que recibimos y tenemos, considerado como un don precioso de Dios.
Pero el desperdicio de alimentos no es sino uno de los frutos de la 
«cultura del descarte» que a menudo lleva a sacrificar hombres y mujeres a los 
ídolos de las ganancias y del consumo; un triste signo de la «globalización de 
la indiferencia», que nos va «acostumbrando» lentamente al sufrimiento de los 
otros, como si fuera algo normal. El reto del hambre y de la malnutrición no 
tiene sólo una dimensión económica o científica, que se refiere a los aspectos 
cuantitativos y cualitativos de la cadena alimentaria, sino también y sobre todo 
una dimensión ética y antropológica. Educar en la solidaridad significa entonces
educarnos en la humanidad: edificar una sociedad que sea verdaderamente 
humana significa poner siempre en el centro a la persona y su dignidad, y nunca 
malvenderla a la lógica de la ganancia. El ser humano y su dignidad son «pilares sobre los cuales 
construir reglas compartidas y estructuras que, superando el pragmatismo o el 
mero dato técnico, sean capaces de eliminar las divisiones y colmar las 
diferencias existentes» (cf. Discurso a los participantes en el 38ª sesión de la 
FAO, 20 de Junio de 2013).
3. Estamos ya a las puertas del Año internacional que, por iniciativa de la FAO, estará dedicado a la familia 
rural. Esto me ofrece la oportunidad de proponer un tercer elemento de 
reflexión: la educación en la solidaridad y en una forma de vida que supere la 
«cultura del descarte» y ponga realmente en el centro a toda persona y su 
dignidad, como es característico de la familia. De ella, que es la primera 
comunidad educativa, se aprende a cuidar del otro, del bien del otro, a amar la 
armonía de la creación y a disfrutar y compartir sus frutos, favoreciendo un 
consumo racional, equilibrado y sostenible. Apoyar y proteger a la familia 
para que eduque a la solidaridad y al respeto es un paso decisivo para caminar 
hacia una sociedad más equitativa y humana.
La Iglesia Católica recorre junto con ustedes esta senda, consciente 
de que la caridad, el amor, es el alma de su misión. Que la celebración de hoy 
no sea una simple recurrencia anual, sino una verdadera oportunidad para 
apremiarnos a nosotros mismos y a las instituciones a actuar según una cultura 
del encuentro y de la solidaridad, para dar respuestas adecuadas al problema del 
hambre y la malnutrición, así como a otras problemáticas que afectan a la 
dignidad de todo ser humano.
Al formular cordialmente mis mejores votos, Señor Director General, 
para que la labor de la FAO sea cada vez más eficaz, invoco sobre Ud. y sobre 
todos los que colaboran en esta misión fundamental la bendición de Dios 
Todopoderoso.
Vaticano, 16 Octubre de 2013
FRANCISCO
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CARTA DEL SANTO PADRE FRANCISCO
AL CARDENAL TARCISIO BERTONE,
CAMARLENGO DE LA SANTA IGLESIA ROMANA,
CON OCASIÓN DE LA CEREMONIA DE DESPEDIDA
DEL CARGO DE SECRETARIO DE ESTADO
              
                                                    
                                                    
                                                    
                                                    
                                                    
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CARTA DEL SANTO PADRE FRANCISCO
AL CARDENAL TARCISIO BERTONE,
CAMARLENGO DE LA SANTA IGLESIA ROMANA,
CON OCASIÓN DE LA CEREMONIA DE DESPEDIDA
DEL CARGO DE SECRETARIO DE ESTADO
Al venerado hermano 
                                                    
Señor Cardenal Tarcisio Bertone
Camarlengo de la santa Iglesia romana
Señor Cardenal Tarcisio Bertone
Camarlengo de la santa Iglesia romana
Ha llegado el momento 
                                                    para Usted, querido Hermano, 
                                                    de «pasar el testigo» en el 
                                                    servicio de Secretario de 
                                                    Estado. Deseo por ello 
                                                    unirme espiritualmente a 
                                                    Usted al dar gracias a Dios 
                                                    por todo el bien que le ha 
                                                    permitido realizar en este 
                                                    papel tan delicado y 
                                                    comprometedor. La memoria de 
                                                    santa Teresa de Jesús, que 
                                                    en esta fecha la liturgia 
                                                    celebra, invita a fijar la 
                                                    mirada en Dios: «Nada te 
                                                    turbe —nos dice la gran 
                                                    Santa de Ávila—, nada te 
                                                    espante, quien a Dios tiene, 
                                                    nada le falta».
En esta circunstancia 
                                                    siento la necesidad de 
                                                    expresarle viva gratitud por 
                                                    la solicitud con la que se 
                                                    prodigó en estos siete años; 
                                                    y lo hago también en nombre 
                                                    del amado Benedicto XVI, que 
                                                    le llamó desde Génova, donde 
                                                    era Arzobispo, a volver a 
                                                    Roma y le confió el cargo de 
                                                    su Secretario de Estado a 
                                                    partir del 15 de Septiembre 
                                                    de 2006, y también de Camarlengo de la santa 
                                                    Iglesia romana. Siete años 
                                                    de trabajo intenso, vividos 
                                                    con gran generosidad y 
                                                    espíritu de servicio. 
                                                    También yo he podido valerme 
                                                    aún, hasta hoy, de su 
                                                    experta colaboración.
Hay un aspecto por el 
                                                    cual deseo manifestarle de 
                                                    modo especial mi aprecio, y 
                                                    es su fidelidad al espíritu 
                                                    de don Bosco, el espíritu 
                                                    salesiano, que Usted ha 
                                                    sabido conservar y 
                                                    testimoniar incluso al ser 
                                                    absorbido por los múltiples 
                                                    encargos relacionados con la 
                                                    tarea de colaborar con el 
                                                    Sucesor de Pedro. Con la 
                                                    audacia y el amor al Papa 
                                                    que caracterizan a los hijos 
                                                    de san Juan Bosco, Usted 
                                                    desempeñó siempre con 
                                                    dedicación su tarea de guía 
                                                    en las relaciones 
                                                    internacionales de la Santa 
                                                    Sede, tan importante en el 
                                                    ejercicio del ministerio del 
                                                    Obispo de Roma. Al mismo 
                                                    tiempo, no dejó de llevar el 
                                                    Magisterio pontificio y la 
                                                    bendición apostólica a todo 
                                                    lugar: pueblos, diócesis, 
                                                    parroquias, universidades, 
                                                    instituciones, asociaciones. 
                                                    La Virgen Auxiliadora le ha 
                                                    sido cercana y siempre le ha 
                                                    asistido en este precioso 
                                                    ministerio. Que su 
                                                    intercesión maternal le 
                                                    obtenga las recompensas 
                                                    celestiales y las gracias 
                                                    que considere más 
                                                    importantes. Que sea para 
                                                    Usted prenda de paz y de 
                                                    leticia espiritual también 
                                                    mi bendición, que le imparto 
                                                    de corazón, haciéndola 
                                                    extensiva con sentido 
                                                    reconocimiento a sus 
                                                    colaboradores y a sus seres 
                                                    queridos.
Vaticano, 15 de Octubre 
                                                    de 2013
FRANCISCUS
VIDEOMENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS PARTICIPANTES EN LA CEREMONIA DE BEATIFICACIÓN
DE LOS MÁRTIRES DEL SIGLO XX EN ESPAÑA
 Tarrragona, España 
Domingo 13 de Octubre de 2013
Domingo 13 de Octubre de 2013
Me uno de corazón a todos los participantes en la celebración, que tiene lugar en Tarragona, en la que un gran número de Pastores, personas consagradas y fieles laicos son proclamados Beatos mártires.
¿Quiénes son los mártires? Son cristianos ganados por Cristo, discípulos que han aprendido bien el sentido de aquel «amar hasta el extremo» que llevó a Jesús a la Cruz. No existe el amor por entregas, el amor en porciones. El amor total: y cuando se ama, se ama hasta el extremo. En la Cruz, Jesús ha sentido el peso de la muerte, el peso del pecado, pero se confió enteramente al Padre, y ha perdonado. Apenas pronunció palabras, pero entregó la vida. Cristo nos “primerea” en el amor; los mártires lo han imitado en el amor hasta el final.
Dicen los Santos Padres: ¡«Imitemos a los mártires»! Siempre hay que morir un poco para salir de nosotros mismos, de nuestro egoísmo, de nuestro bienestar, de nuestra pereza, de nuestras tristezas, y abrirnos a Dios, a los demás, especialmente a los que más
Imploremos la intercesión de los mártires para ser cristianos concretos, cristianos con obras y no de palabras; para no ser cristianos mediocres, cristianos barnizados de cristianismo pero sin sustancia, ellos no eran barnizados eran cristianos hasta el final, pidámosle su ayuda para mantener firme la fe, aunque haya dificultades, y seamos así fermento de esperanza y artífices de hermandad y solidaridad.
Y les pido que recen por mí. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide.
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VIDEOMENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO 
    
CON MOTIVO DE LA VIGILIA DE ORACIÓN EN EL SANTUARIO ROMANO
DEL DIVINO AMOR
    
    CON MOTIVO DE LA VIGILIA DE ORACIÓN EN EL SANTUARIO ROMANO
DEL DIVINO AMOR
Sábado 12 de Octubre 
    de 2013
                         Queridos hermanos y hermanas
Saludo a todos los peregrinos que están en el Santuario del Divino Amor, y a los que se conectan desde los santuarios marianos de Lourdes, Nazaret, Luján, Vailankanni, Guadalupe, Akita, Nairobi, Benneux, Częstochowa y Marian Valley.
Esta tarde me siento unido a todos ustedes en la recitación del Santo Rosario y en la Adoración Eucarística bajo la mirada de la Virgen María.
La mirada. ¡Qué importante es! ¡Cuántas cosas pueden decirse con una mirada! Afecto, aliento, compasión, amor, pero también reproche, envidia, soberbia, incluso odio. Con frecuencia, la mirada dice más que las palabras, o dice aquello que las palabras no pueden o no se atreven a decir.
¿A quién mira la Virgen María? Nos mira a todos, a cada uno de nosotros. Y, ¿cómo nos mira? Nos mira como Madre, con ternura, con misericordia, con amor. Así ha mirado al hijo Jesús en todos los momentos de su vida, gozosos, luminosos, dolorosos, gloriosos, como contemplamos en los Misterios del Santo Rosario, simplemente con amor.
Cuando estamos cansados, desanimados, abrumados por los problemas, volvámonos a María, sintamos su mirada que dice a nuestro corazón: “¡Animo, hijo, que yo te sostengo!” La Virgen nos conoce bien, es madre, sabe muy bien cuáles son nuestras alegrías y nuestras dificultades, nuestras esperanzas y nuestras desilusiones. Cuando sintamos el peso de nuestras debilidades, de nuestros pecados, volvámonos a María, que dice a nuestro corazón: «!Levántate, acude a mi Hijo Jesús!, en él encontrarás acogida, misericordia y nueva fuerza para continuar el camino».
La mirada de María no se dirige solamente a nosotros. Al pie de la cruz, cuando Jesús le confía al Apóstol Juan, y con él a todos nosotros, diciendo: «Mujer, ahí tienes a tu hijo» (Jn 19,26), los ojos de María están fijos en Jesús. Y María nos dice, como en las Bodas de Caná: «Haced lo que él os diga» (Jn 2,5). María indica a Jesús, nos invita a dar testimonio de Jesús, nos guía siempre a su Hijo Jesús, porque sólo en él hay salvación, sólo él puede trasformar el agua de la soledad, de la dificultad, del pecado, en el vino del encuentro, de la alegría, del perdón. Sólo él.
«Bienaventurada porque has creído». María es bienaventurada por su fe en Dios, por su fe, porque la mirada de su corazón ha estado siempre fija en Dios, en el Hijo de Dios que ha llevado en su seno y que ha contemplado en la cruz. En la Adoración del Santísimo Sacramento, María nos dice: «Mira a mi Hijo Jesús, ten los ojos fijos en él, escúchalo, habla con él. Él te mira con amor. No tengas miedo. Él te enseñará a seguirlo para dar testimonio de él en las grandes y pequeñas obras de tu vida, en las relaciones de familia, en tu trabajo, en los momentos de fiesta; te enseñará a salir de ti mismo, de ti misma, para mirar a los demás con amor, como él, que te ha amado y te ama, no de palabra, sino con obras».
¡Oh María!, haznos sentir tu mirada de Madre, guíanos a tu Hijo, haz que no seamos cristianos «de escaparate», sino de los que saben «mancharse la manos» para construir con tu Hijo Jesús su Reino de amor, de alegría y de paz.
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    MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
POR EL 70 ANIVERSARIO DE LA DEPORTACIÓN DE LOS JUDÍOS DE ROMA,
OCURRIDA EL 16 DE OCTUBRE DE 1943
POR EL 70 ANIVERSARIO DE LA DEPORTACIÓN DE LOS JUDÍOS DE ROMA,
OCURRIDA EL 16 DE OCTUBRE DE 1943
[16 
             de Octubre de 2013]
Ilustre Rabino Jefe, 
                                                    
estimados miembros de la Comunidad judía de Roma:
estimados miembros de la Comunidad judía de Roma:
Deseo unirme, con la 
                                                    cercanía espiritual y la 
                                                    oración, a la conmemoración 
                                                    del septuagésimo aniversario 
                                                    de la deportación de los 
                                                    judíos de Roma. Mientras 
                                                    volvemos con la memoria a 
                                                    aquellas trágicas horas de 
                                                    octubre de 1943, es nuestro 
                                                    deber tener presente ante 
                                                    nuestros ojos el destino de 
                                                    aquellos deportados, 
                                                    percibir su miedo, su dolor, 
                                                    su desesperación, para no 
                                                    olvidarlos, para mantenerlos 
                                                    vivos, en nuestro recuerdo y 
                                                    en nuestra oración, junto a 
                                                    sus familias, a sus 
                                                    parientes y amigos, que 
                                                    lloraron su pérdida y 
                                                    quedaron espantados frente a 
                                                    la barbarie a la que puede 
                                                    llegar el ser humano.
Hacer memoria de un 
                                                    evento, en cambio, no 
                                                    significa sencillamente 
                                                    tener un recuerdo; significa 
                                                    también y sobre todo 
                                                    esforzarnos en comprender 
                                                    cuál es el mensaje que ello 
                                                    representa para nuestro hoy, 
                                                    de forma que la memoria del 
                                                    pasado pueda enseñar al 
                                                    presente y convertirse en 
                                                    luz que ilumina el camino 
                                                    del futuro. El beato Juan 
                                                    Pablo II escribía que la 
                                                    memoria está llamada a 
                                                    cumplir un papel necesario 
                                                    «en el proceso de 
                                                    construcción de un futuro en 
                                                    el cual la inefable 
                                                    iniquidad de la Shoah 
                                                    no vuelva a ser nunca 
                                                    posible» (Carta 
                                                    introductoria al documento: 
                                                    Comisión para las relaciones 
                                                    religiosas con el judaísmo,
                                                    
                                                    Nosotros recordamos. Una 
                                                    reflexión sobre la Shoah, 
                                                    16 de Marzo de 1998) y 
                                                    Benedicto XVI en el campo de 
                                                    concentración de Auschwitz 
                                                    afirmaba que «el pasado no 
                                                    es sólo pasado. Nos atañe 
                                                    también a nosotros y nos 
                                                    señala qué caminos no 
                                                    debemos tomar y qué caminos 
                                                    debemos tomar» (Discurso, 
                                                    28 de Mayo de 2006). 
Por lo tanto la 
                                                    conmemoración del día podría 
                                                    ser definida como una 
                                                    memoria futuri, un 
                                                    llamamiento a las nuevas 
                                                    generaciones a no aplanar la 
                                                    propia existencia, a no 
                                                    dejarse arrastrar por 
                                                    ideologías, a no justificar 
                                                    jamás el mal que 
                                                    encontramos, a no bajar la 
                                                    guardia contra el 
                                                    antisemitismo y contra el 
                                                    racismo, cualquiera que sea 
                                                    su procedencia. Deseo que de 
                                                    iniciativas como ésta puedan 
                                                    tejerse y alimentarse redes 
                                                    de amistad y de fraternidad 
                                                    entre judíos y católicos en 
                                                    esta amada ciudad nuestra de 
                                                    Roma. 
Dice el Señor por boca 
                                                    del profeta Jeremías: «Sé 
                                                    muy bien lo que pienso hacer 
                                                    con vosotros: designios de 
                                                    paz y no de aflicción, daros 
                                                    un porvenir y una esperanza» 
                                                    (Jr 29, 11). Que el 
                                                    recuerdo de las tragedias 
                                                    del pasado se convierta para 
                                                    todos en compromiso por 
                                                    adherirnos con todas 
                                                    nuestras fuerzas al futuro 
                                                    que Dios quiere preparar y 
                                                    construir para nosotros y 
                                                    con nosotros. 
Shalom!
Ciudad del Vaticano, 
                                                    11 de Octubre de 2013
FRANCISCO
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    MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO 
AL PRESIDENTE DE LA GOBERNACIÓN
DEL ESTADO DE LA CIUDAD DEL VATICANO
CON OCASIÓN DE LA ELEVACIÓN
A LA DIGNIDAD EPISCOPAL DEL SECRETARIO GENERAL
                                                    AL PRESIDENTE DE LA GOBERNACIÓN
DEL ESTADO DE LA CIUDAD DEL VATICANO
CON OCASIÓN DE LA ELEVACIÓN
A LA DIGNIDAD EPISCOPAL DEL SECRETARIO GENERAL
Eminencia Reverendísima:
El 30 de agosto de 2013 he nombrado al padre Fernando Vérgez Alzaga, l.c., secretario general de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano. Él está llamado, por ello, a desempeñar todas las funciones administrativas inherentes a tal función, a coordinar y controlar el trabajo de las diversas Direcciones que componen la mencionada Gobernación, y vigilar sobre la actividad de los colaboradores y empleados del Estado de la Ciudad del Vaticano.
No cabe duda de que los empleados de la Gobernación en sus distintos sectores son parte notable de esa particular comunidad de trabajo constituida por hombres y mujeres, sacerdotes, religiosos y laicos, que se prodigan en los distintos dicasterios y oficinas al servicio de la Santa Sede.
En conformidad con la Carta del Sumo Pontífice Juan Pablo II sobre el significado del trabajo prestado a la Sede apostólica (20 de noviembre de 1982), esta comunidad tiene ante todo un carácter «unitario de las tareas aunque sean diversas». Ella debe tener bien presente las principales verdades de la doctrina católica sobre el trabajo humano y, al mismo tiempo, la peculiar conexión con la Sede apostólica al estar en contacto inmediato con el Sucesor de Pedro.
De la naturaleza específica de la Sede apostólica, que tiene una misión espiritual y pastoral a favor de la Iglesia de Roma y de la Iglesia universal, deriva la especial responsabilidad de quienes están ligados a ella con vínculo de trabajo, y el compromiso de responsable fidelidad en todas las tareas y deberes asignados en la laboriosidad, profesionalidad y honradez de vida.
Agrega el Papa Juan Pablo II en la Carta citada, que «los empleados de la Santa Sede deben, por lo tanto, tener la profunda convicción de que su trabajo lleva consigo, ante todo, una responsabilidad eclesial que se debe vivir con espíritu de fe auténtica y que los aspectos jurídico-administrativos de la relación con la misma Sede apostólica se sitúan en una luz especial».
Considerado esto, compete al secretario general de la Gobernación atender de modo directo la formación humana y cristiana de los empleados y de los colaboradores, coordinar a los sacerdotes encargados de la atención espiritual que ya están presentes en los diversos sectores, promover iniciativas oportunas, especialmente en concomitancia con los programas pastorales de la Iglesia universal y en los tiempos fuertes del año litúrgico.
En consideración de tales tareas he decidido elevar al orden episcopal al padre Fernando Vérgez Alzaga, l.c.
Así lo comunico a vuestra eminencia, con mi bendición apostólica.
Vaticano, 7 de Octubre de 2013
Fiesta de la Bienaventurada Virgen María del Rosario
FRANCISCO
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