jueves, 31 de octubre de 2013

FRANCISCO: Carta (15) y Mensajes del mes de Octubre (18 [2], 16,15, 13, 12, 11 y 7)


MENSAJE DEL PAPA FRANCISCO
POR LOS TREINTA AÑOS DEL CENTRO TELEVISIVO VATICANO


Al Rev.mo Mons.
Dario Edoardo Viganò
Director del Centro
Televisivo Vaticano


Deseo dirigir mi cordial saludo a todos los presentes en el Congreso que quiere no sólo recordar los treinta años del Centro televisivo vaticano, sino, sobre todo, reflexionar sobre sus perspectivas para un servicio cada vez más atento y cualificado. Saludo a los relatores y a los invitados, en particular a monseñor Claudio Maria Celli y a los miembros del Consejo de administración.


1. Desearía ante todo subrayar que vuestro trabajo es un servicio al Evangelio y a la Iglesia. El aniversario del CTV se sitúa en el marco de otra importante celebración: los cincuenta años de la aprobación del decreto conciliar Inter Mirifica, que cuenta entre los maravillosos dones de Dios los instrumentos de la comunicación social, incluido, precisamente, el medio televisivo. Las palabras de los padres conciliares nos parecen proféticas; subrayaban justamente lo importante que es el uso de estos medios, de modo que «como sal y como luz darán sabor a la tierra e iluminarán el mundo», llevando la luz de Jesucristo y contribuyendo al progreso de toda la humanidad.


En estas décadas la tecnología ha viajado a gran velocidad, creando inesperadas redes interconectadas. Es necesario mantener la perspectiva evangélica en esta especie de «autopista global de la comunicación», tener siempre presente la finalidad que quiso establecer el beato Juan Pablo II dando vida al CTV: favorecer «una acción más eficaz de la Iglesia en lo relativo a las comunicaciones sociales (…) a fin de ofrecer nuevos instrumentos con los cuales desarrollar en el mundo la universal misión de la Iglesia» (Rescripto del 22 de octubre de 1983). Como os recordó también Benedicto XVI: «Al poner las imágenes a disposición de las mayores agencias televisivas mundiales y de las grandes televisiones nacionales o comerciales, favorecéis una información adecuada e inmediata sobre la vida y la enseñanza de la Iglesia en el mundo de hoy, al servicio de la dignidad de la persona humana, la justicia, el diálogo y la paz» (Discurso al CTV, 18 de Diciembre de 2008). No olvidéis, por lo tanto, que el vuestro es un servicio eclesial, en el interior de la misión evangelizadora de la Iglesia. 


2. Por esto —y es el segundo elemento que desearía subrayar— al presentar los eventos vuestra óptica no puede ser nunca «mundana», sino eclesial. Nosotros vivimos en un mundo en el que prácticamente no existe casi nada que no tenga relación con el universo de los media. Instrumentos cada vez más sofisticados refuerzan el papel cada vez más penetrante que juegan las tecnologías, los lenguajes y las formas de la comunicación en el desenvolvimiento de nuestra vida cotidiana, y esto no sólo en el mundo juvenil. Como recordaba después de mi elección como Obispo de Roma, precisamente encontrando a los representantes de los medios de comunicación social presentes en Roma con ocasión del Cónclave, «el papel de los medios de comunicación ha ido creciendo cada vez más en los últimos tiempos, tanto que se ha hecho imprescindible para relatar al mundo los acontecimientos de la historia contemporánea». Todo esto se refleja también en la vida de la Iglesia. Pero si no es algo sencillo contar los eventos de la historia, aún más complejo es relatar los acontecimientos ligados a la Iglesia, la cual es «signo e instrumento de la íntima unión con Dios», es Cuerpo de Cristo, Pueblo de Dios, Templo del Espíritu Santo. Ello requiere una responsabilidad particular, una fuerte capacidad de leer la realidad en clave espiritual. En efecto, los eventos de la Iglesia «tienen una característica de fondo peculiar: responden a una lógica que no es principalmente la de las categorías, por así decirlo, mundanas, y precisamente por esto no son fáciles de interpretar y comunicar a un público amplio y diversificado» (Discurso a los representantes de los medios, 18 de Marzo de 2013).


Hablar de responsabilidad, de una visión respetuosa de los acontecimientos que se quieren relatar, significa tener también la conciencia de que la selección, la organización, la emisión y la distribución de los contenidos requiere una atención particular porque usan instrumentos que no son ni neutros ni transparentes. Esta conciencia recorre hoy el CTV, empeñado en una reorganización según paradigmas tecnológicos capaces de servir mejor a todas las latitudes del mundo, contribuyendo a favorecer la respiración de la catolicidad de la Iglesia. Desearía dar las gracias de corazón a usted, monseñor Dario Edoardo Viganò, y a todo el personal del CTV, por la capacidad de tejer relaciones con realidades diferentes de todo el mundo, para construir puentes, superando muros y fosos, y llevar la luz del Evangelio. Todo ello según la indicación de Inter Mirifica que precisa cómo también en el mundo de los medios, la eficacia de la actividad apostólica requiere «unidad de propósitos y de esfuerzos» (n. 21). Converger en lugar de competir es la estrategia de las iniciativas mediáticas en el mundo católico.


3. Finalmente desearía recordar que vosotros no desarrolláis una función puramente documental, «neutral», de los acontecimientos, sino que contribuís a acercar la Iglesia al mundo, anulando las distancias, haciendo llegar la palabra del Papa a millones de católicos, también allí donde a menudo profesar la propia fe es una elección valiente. Gracias a las imágenes, el CTV está en camino con el Papa para llevar a Cristo a las muchas formas de soledad del hombre contemporáneo, alcanzando también las «sofisticadas periferias tecnológicas». En esta misión vuestra, es importante recordar que la Iglesia está presente en el mundo de la comunicación, en todas sus variadas expresiones, sobre todo para llevar a las personas al encuentro con el Señor Jesús. Es sólo el encuentro con Jesús, de hecho, lo que puede transformar el corazón y la historia del hombre. Os doy las gracias y os aliento a proceder con parresia en vuestro testimonio del Evangelio, dialogando con un mundo que necesita ser escuchado, ser comprendido, pero también recibir el mensaje de la vida verdadera.


Roguemos al Señor para que nos haga capaces de llegar al corazón del hombre, más allá de las barreras de la desconfianza, y pidamos a la Virgen que vele nuestros pasos de «peregrinos de la comunicación». Os ruego que oréis por mí, ¡lo necesito! Invoco la intercesión de santa Clara, patrona de la televisión, y os acompaño con mi bendición.


Vaticano, 18 de Octubre de 2013


FRANCISCO
 

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VIDEOMENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LA PRIMERA CONFERENCIA FILIPINA
SOBRE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN


Viernes 18 de Octubre de 2013



Queridos hermanos y hermanas en el Señor Jesucristo:


Os saludo a todos con la paz y el gozo de Nuestro Señor. La primera Conferencia filipina sobre la nueva evangelización es una digna aportación al Año de la fe. Por ello os doy las gracias a todos, hermanos en el episcopado, sacerdotes, religiosos y religiosas, seminaristas y fieles laicos que habéis organizado la conferencia y que estáis participando en ella. Me alegra saber que habéis llegado a Manila desde diversas partes de Filipinas y de Asia. El Espíritu Santo trabaja activamente en vosotros. ¡La Iglesia de Cristo está viva!


A través de esta conferencia, espero que podáis experimentar de nuevo la presencia amorosa de Jesús en vuestra vida, amar más a la Iglesia y compartir el Evangelio con todas las personas con humildad y alegría. No os canséis de llevar la misericordia del Señor a los pobres, a los enfermos, a los abandonados, a los jóvenes y a las familias. Dad a conocer a Jesús en el mundo de la política, de los negocios, de las artes, de la ciencia, de la tecnología y de los medios de comunicación social. Haced que el Espíritu Santo renueve la creación y lleve justicia y paz a Filipinas y al gran continente asiático, que está muy cerca de mi corazón.


Por favor, rezad por mí; lo necesito. Prometo rezar por vosotros de manera especial a nuestra Madre, la Bienaventurada Virgen María, Estrella de la nueva evangelización.


Mabúhay ang Pilipínas! Mabúhay ang Asia! Pagpaláian kayo ng Dios!


[¡Viva Filipinas! ¡Viva Asia! ¡Que Dios os bendiga!]


Que Dios os bendiga en el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo.


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MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
PARA LA JORNADA MUNDIAL DE LA ALIMENTACIÓN 2013



Al Señor José Graziano da Silva
Director General de la FAO


1. La Jornada Mundial de la Alimentación nos pone ante uno de los desafíos más serios para la humanidad: el de la trágica condición en la que viven todavía millones de personas hambrientas y malnutridas, entre ellas muchos niños. Esto adquiere mayor gravedad aún en un tiempo como el nuestro, caracterizado por un progreso sin precedentes en diversos campos de la ciencia y una posibilidad cada vez mayor de comunicación.


Es un escándalo que todavía haya hambre y malnutrición en el mundo. No se trata sólo de responder a las emergencias inmediatas, sino de afrontar juntos, en todos los ámbitos, un problema que interpela nuestra conciencia personal y social, para lograr una solución justa y duradera. Que nadie se vea obligado a abandonar su tierra y su propio entorno cultural por la falta de los medios esenciales de subsistencia. Paradójicamente, en un momento en que la globalización permite conocer las situaciones de necesidad en el mundo y multiplicar los intercambios y las relaciones humanas, parece crecer la tendencia al individualismo y al encerrarse en sí mismos, lo que lleva a una cierta actitud de indiferencia —a nivel personal, de las instituciones y de los estados— respecto a quien muere de hambre o padece malnutrición, casi como si se tratara de un hecho ineluctable. Pero el hambre y la desnutrición nunca pueden ser consideradas un hecho normal al que hay que acostumbrarse, como si formara parte del sistema. Algo tiene que cambiar en nosotros mismos, en nuestra mentalidad, en nuestras sociedades. ¿Qué podemos hacer? Creo que un paso importante es abatir con decisión las barreras del individualismo, del encerrarse en sí mismos, de la esclavitud de la ganancia a toda costa; y esto, no sólo en la dinámica de las relaciones humanas, sino también en la dinámica económica y financiera global. Pienso que es necesario, hoy más que nunca, educarnos en la solidaridad, redescubrir el valor y el significado de esta palabra tan incómoda, y muy frecuentemente dejada de lado, y hacer que se convierta en actitud de fondo en las decisiones en el plano político, económico y financiero, en las relaciones entre las personas, entre los pueblos y entre las naciones. Sólo cuando se es solidario de una manera concreta, superando visiones egoístas e intereses de parte, también se podrá lograr finalmente el objetivo de eliminar las formas de indigencia determinadas por la carencia de alimentos. Solidaridad que no se reduce a las diversas formas de asistencia, sino que se esfuerza por asegurar que un número cada vez mayor de personas puedan ser económicamente independientes. Se han dado muchos pasos en diferentes países, pero todavía estamos lejos de un mundo en el que todos puedan vivir con dignidad.


2. El tema elegido por la FAO para la celebración de este año habla de «sistemas alimentarios sostenibles para la seguridad alimentaria y la nutrición». Me parece leer en él una invitación a repensar y renovar nuestros sistemas alimentarios desde una perspectiva de la solidaridad, superando la lógica de la explotación salvaje de la creación y orientando mejor nuestro compromiso de cultivar y cuidar el medio ambiente y sus recursos, para garantizar la seguridad alimentaria y avanzar hacia una alimentación suficiente y sana para todos. Esto comporta un serio interrogante sobre la necesidad de cambiar realmente nuestro estilo de vida, incluido el alimentario, que en tantas áreas del planeta está marcado por el consumismo, el desperdicio y el despilfarro de alimentos. Los datos proporcionados en este sentido por la FAO indican que aproximadamente un tercio de la producción mundial de alimentos no está disponible a causa de pérdidas y derroches cada vez mayores. Bastaría eliminarlos para reducir drásticamente el número de hambrientos. Nuestros padres nos educaban en el valor de lo que recibimos y tenemos, considerado como un don precioso de Dios.


Pero el desperdicio de alimentos no es sino uno de los frutos de la «cultura del descarte» que a menudo lleva a sacrificar hombres y mujeres a los ídolos de las ganancias y del consumo; un triste signo de la «globalización de la indiferencia», que nos va «acostumbrando» lentamente al sufrimiento de los otros, como si fuera algo normal. El reto del hambre y de la malnutrición no tiene sólo una dimensión económica o científica, que se refiere a los aspectos cuantitativos y cualitativos de la cadena alimentaria, sino también y sobre todo una dimensión ética y antropológica. Educar en la solidaridad significa entonces educarnos en la humanidad: edificar una sociedad que sea verdaderamente humana significa poner siempre en el centro a la persona y su dignidad, y nunca malvenderla a la lógica de la ganancia. El ser humano y su dignidad son «pilares sobre los cuales construir reglas compartidas y estructuras que, superando el pragmatismo o el mero dato técnico, sean capaces de eliminar las divisiones y colmar las diferencias existentes» (cf. Discurso a los participantes en el 38ª sesión de la FAO, 20 de Junio de 2013).


3. Estamos ya a las puertas del Año internacional que, por iniciativa de la FAO, estará dedicado a la familia rural. Esto me ofrece la oportunidad de proponer un tercer elemento de reflexión: la educación en la solidaridad y en una forma de vida que supere la «cultura del descarte» y ponga realmente en el centro a toda persona y su dignidad, como es característico de la familia. De ella, que es la primera comunidad educativa, se aprende a cuidar del otro, del bien del otro, a amar la armonía de la creación y a disfrutar y compartir sus frutos, favoreciendo un consumo racional, equilibrado y sostenible. Apoyar y proteger a la familia para que eduque a la solidaridad y al respeto es un paso decisivo para caminar hacia una sociedad más equitativa y humana.


La Iglesia Católica recorre junto con ustedes esta senda, consciente de que la caridad, el amor, es el alma de su misión. Que la celebración de hoy no sea una simple recurrencia anual, sino una verdadera oportunidad para apremiarnos a nosotros mismos y a las instituciones a actuar según una cultura del encuentro y de la solidaridad, para dar respuestas adecuadas al problema del hambre y la malnutrición, así como a otras problemáticas que afectan a la dignidad de todo ser humano.


Al formular cordialmente mis mejores votos, Señor Director General, para que la labor de la FAO sea cada vez más eficaz, invoco sobre Ud. y sobre todos los que colaboran en esta misión fundamental la bendición de Dios Todopoderoso.


Vaticano, 16 Octubre de 2013


FRANCISCO


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CARTA DEL SANTO PADRE FRANCISCO
AL CARDENAL TARCISIO BERTONE,
CAMARLENGO DE LA SANTA IGLESIA ROMANA,
CON OCASIÓN DE LA CEREMONIA DE DESPEDIDA
DEL CARGO DE SECRETARIO DE ESTADO

 


Al venerado hermano
Señor Cardenal Tarcisio Bertone
Camarlengo de la santa Iglesia romana


Ha llegado el momento para Usted, querido Hermano, de «pasar el testigo» en el servicio de Secretario de Estado. Deseo por ello unirme espiritualmente a Usted al dar gracias a Dios por todo el bien que le ha permitido realizar en este papel tan delicado y comprometedor. La memoria de santa Teresa de Jesús, que en esta fecha la liturgia celebra, invita a fijar la mirada en Dios: «Nada te turbe —nos dice la gran Santa de Ávila—, nada te espante, quien a Dios tiene, nada le falta».


En esta circunstancia siento la necesidad de expresarle viva gratitud por la solicitud con la que se prodigó en estos siete años; y lo hago también en nombre del amado Benedicto XVI, que le llamó desde Génova, donde era Arzobispo, a volver a Roma y le confió el cargo de su Secretario de Estado a partir del 15 de Septiembre de 2006, y también de Camarlengo de la santa Iglesia romana. Siete años de trabajo intenso, vividos con gran generosidad y espíritu de servicio. También yo he podido valerme aún, hasta hoy, de su experta colaboración.


Hay un aspecto por el cual deseo manifestarle de modo especial mi aprecio, y es su fidelidad al espíritu de don Bosco, el espíritu salesiano, que Usted ha sabido conservar y testimoniar incluso al ser absorbido por los múltiples encargos relacionados con la tarea de colaborar con el Sucesor de Pedro. Con la audacia y el amor al Papa que caracterizan a los hijos de san Juan Bosco, Usted desempeñó siempre con dedicación su tarea de guía en las relaciones internacionales de la Santa Sede, tan importante en el ejercicio del ministerio del Obispo de Roma. Al mismo tiempo, no dejó de llevar el Magisterio pontificio y la bendición apostólica a todo lugar: pueblos, diócesis, parroquias, universidades, instituciones, asociaciones. La Virgen Auxiliadora le ha sido cercana y siempre le ha asistido en este precioso ministerio. Que su intercesión maternal le obtenga las recompensas celestiales y las gracias que considere más importantes. Que sea para Usted prenda de paz y de leticia espiritual también mi bendición, que le imparto de corazón, haciéndola extensiva con sentido reconocimiento a sus colaboradores y a sus seres queridos.


Vaticano, 15 de Octubre de 2013


FRANCISCUS

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VIDEOMENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS PARTICIPANTES EN LA CEREMONIA DE BEATIFICACIÓN
DE LOS MÁRTIRES DEL SIGLO XX EN ESPAÑA





 Tarrragona, España 
Domingo 13 de Octubre de 2013






Queridos hermanos y hermanas, buenos días


Me uno de corazón a todos los participantes en la celebración, que tiene lugar en Tarragona, en la que un gran número de Pastores, personas consagradas y fieles laicos son proclamados Beatos mártires.


¿Quiénes son los mártires? Son cristianos ganados por Cristo, discípulos que han aprendido bien el sentido de aquel «amar hasta el extremo» que llevó a Jesús a la Cruz. No existe el amor por entregas, el amor en porciones. El amor total: y cuando se ama, se ama hasta el extremo. En la Cruz, Jesús ha sentido el peso de la muerte, el peso del pecado, pero se confió enteramente al Padre, y ha perdonado. Apenas pronunció palabras, pero entregó la vida. Cristo nos “primerea” en el amor; los mártires lo han imitado en el amor hasta el final.


Dicen los Santos Padres: ¡«Imitemos a los mártires»! Siempre hay que morir un poco para salir de nosotros mismos, de nuestro egoísmo, de nuestro bienestar, de nuestra pereza, de nuestras tristezas, y abrirnos a Dios, a los demás, especialmente a los que más lo necesitan.


Imploremos la intercesión de los mártires para ser cristianos concretos, cristianos con obras y no de palabras; para no ser cristianos mediocres, cristianos barnizados de cristianismo pero sin sustancia, ellos no eran barnizados eran cristianos hasta el final, pidámosle su ayuda para mantener firme la fe, aunque haya dificultades, y seamos así fermento de esperanza y artífices de hermandad y solidaridad.


Y les pido que recen por mí. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide.


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VIDEOMENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
CON MOTIVO DE LA VIGILIA DE ORACIÓN EN EL SANTUARIO ROMANO
DEL DIVINO AMOR







Sábado 12 de Octubre de 2013

 


Queridos hermanos y hermanas


Saludo a todos los peregrinos que están en el Santuario del Divino Amor, y a los que se conectan desde los santuarios marianos de Lourdes, Nazaret, Luján, Vailankanni, Guadalupe, Akita, Nairobi, Benneux, Częstochowa y Marian Valley.


Esta tarde me siento unido a todos ustedes en la recitación del Santo Rosario y en la Adoración Eucarística bajo la mirada de la Virgen María.


La mirada. ¡Qué importante es! ¡Cuántas cosas pueden decirse con una mirada! Afecto, aliento, compasión, amor, pero también reproche, envidia, soberbia, incluso odio. Con frecuencia, la mirada dice más que las palabras, o dice aquello que las palabras no pueden o no se atreven a decir.


¿A quién mira la Virgen María? Nos mira a todos, a cada uno de nosotros. Y, ¿cómo nos mira? Nos mira como Madre, con ternura, con misericordia, con amor. Así ha mirado al hijo Jesús en todos los momentos de su vida, gozosos, luminosos, dolorosos, gloriosos, como contemplamos en los Misterios del Santo Rosario, simplemente con amor.


Cuando estamos cansados, desanimados, abrumados por los problemas, volvámonos a María, sintamos su mirada que dice a nuestro corazón: “¡Animo, hijo, que yo te sostengo!” La Virgen nos conoce bien, es madre, sabe muy bien cuáles son nuestras alegrías y nuestras dificultades, nuestras esperanzas y nuestras desilusiones. Cuando sintamos el peso de nuestras debilidades, de nuestros pecados, volvámonos a María, que dice a nuestro corazón: «!Levántate, acude a mi Hijo Jesús!, en él encontrarás acogida, misericordia y nueva fuerza para continuar el camino».


La mirada de María no se dirige solamente a nosotros. Al pie de la cruz, cuando Jesús le confía al Apóstol Juan, y con él a todos nosotros, diciendo: «Mujer, ahí tienes a tu hijo» (Jn 19,26), los ojos de María están fijos en Jesús. Y María nos dice, como en las Bodas de Caná: «Haced lo que él os diga» (Jn 2,5). María indica a Jesús, nos invita a dar testimonio de Jesús, nos guía siempre a su Hijo Jesús, porque sólo en él hay salvación, sólo él puede trasformar el agua de la soledad, de la dificultad, del pecado, en el vino del encuentro, de la alegría, del perdón. Sólo él.


«Bienaventurada porque has creído». María es bienaventurada por su fe en Dios, por su fe, porque la mirada de su corazón ha estado siempre fija en Dios, en el Hijo de Dios que ha llevado en su seno y que ha contemplado en la cruz. En la Adoración del Santísimo Sacramento, María nos dice: «Mira a mi Hijo Jesús, ten los ojos fijos en él, escúchalo, habla con él. Él te mira con amor. No tengas miedo. Él te enseñará a seguirlo para dar testimonio de él en las grandes y pequeñas obras de tu vida, en las relaciones de familia, en tu trabajo, en los momentos de fiesta; te enseñará a salir de ti mismo, de ti misma, para mirar a los demás con amor, como él, que te ha amado y te ama, no de palabra, sino con obras».


¡Oh María!, haznos sentir tu mirada de Madre, guíanos a tu Hijo, haz que no seamos cristianos «de escaparate», sino de los que saben «mancharse la manos» para construir con tu Hijo Jesús su Reino de amor, de alegría y de paz. 


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MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
POR EL 70 ANIVERSARIO DE LA DEPORTACIÓN DE LOS JUDÍOS DE ROMA,
OCURRIDA EL 16 DE OCTUBRE DE 1943
 

[16 de Octubre de 2013]




Ilustre Rabino Jefe,
estimados miembros de la Comunidad judía de Roma:


Deseo unirme, con la cercanía espiritual y la oración, a la conmemoración del septuagésimo aniversario de la deportación de los judíos de Roma. Mientras volvemos con la memoria a aquellas trágicas horas de octubre de 1943, es nuestro deber tener presente ante nuestros ojos el destino de aquellos deportados, percibir su miedo, su dolor, su desesperación, para no olvidarlos, para mantenerlos vivos, en nuestro recuerdo y en nuestra oración, junto a sus familias, a sus parientes y amigos, que lloraron su pérdida y quedaron espantados frente a la barbarie a la que puede llegar el ser humano.


Hacer memoria de un evento, en cambio, no significa sencillamente tener un recuerdo; significa también y sobre todo esforzarnos en comprender cuál es el mensaje que ello representa para nuestro hoy, de forma que la memoria del pasado pueda enseñar al presente y convertirse en luz que ilumina el camino del futuro. El beato Juan Pablo II escribía que la memoria está llamada a cumplir un papel necesario «en el proceso de construcción de un futuro en el cual la inefable iniquidad de la Shoah no vuelva a ser nunca posible» (Carta introductoria al documento: Comisión para las relaciones religiosas con el judaísmo, Nosotros recordamos. Una reflexión sobre la Shoah, 16 de Marzo de 1998) y Benedicto XVI en el campo de concentración de Auschwitz afirmaba que «el pasado no es sólo pasado. Nos atañe también a nosotros y nos señala qué caminos no debemos tomar y qué caminos debemos tomar» (Discurso, 28 de Mayo de 2006).


Por lo tanto la conmemoración del día podría ser definida como una memoria futuri, un llamamiento a las nuevas generaciones a no aplanar la propia existencia, a no dejarse arrastrar por ideologías, a no justificar jamás el mal que encontramos, a no bajar la guardia contra el antisemitismo y contra el racismo, cualquiera que sea su procedencia. Deseo que de iniciativas como ésta puedan tejerse y alimentarse redes de amistad y de fraternidad entre judíos y católicos en esta amada ciudad nuestra de Roma.


Dice el Señor por boca del profeta Jeremías: «Sé muy bien lo que pienso hacer con vosotros: designios de paz y no de aflicción, daros un porvenir y una esperanza» (Jr 29, 11). Que el recuerdo de las tragedias del pasado se convierta para todos en compromiso por adherirnos con todas nuestras fuerzas al futuro que Dios quiere preparar y construir para nosotros y con nosotros.


Shalom!


Ciudad del Vaticano, 11 de Octubre de 2013


FRANCISCO


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MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
AL PRESIDENTE DE LA GOBERNACIÓN
DEL ESTADO DE LA CIUDAD DEL VATICANO
CON OCASIÓN DE LA ELEVACIÓN
A LA DIGNIDAD EPISCOPAL DEL SECRETARIO GENERAL




Eminencia Reverendísima:


El 30 de agosto de 2013 he nombrado al padre Fernando Vérgez Alzaga, l.c., secretario general de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano. Él está llamado, por ello, a desempeñar todas las funciones administrativas inherentes a tal función, a coordinar y controlar el trabajo de las diversas Direcciones que componen la mencionada Gobernación, y vigilar sobre la actividad de los colaboradores y empleados del Estado de la Ciudad del Vaticano.


No cabe duda de que los empleados de la Gobernación en sus distintos sectores son parte notable de esa particular comunidad de trabajo constituida por hombres y mujeres, sacerdotes, religiosos y laicos, que se prodigan en los distintos dicasterios y oficinas al servicio de la Santa Sede.


En conformidad con la Carta del Sumo Pontífice Juan Pablo II sobre el significado del trabajo prestado a la Sede apostólica (20 de noviembre de 1982), esta comunidad tiene ante todo un carácter «unitario de las tareas aunque sean diversas». Ella debe tener bien presente las principales verdades de la doctrina católica sobre el trabajo humano y, al mismo tiempo, la peculiar conexión con la Sede apostólica al estar en contacto inmediato con el Sucesor de Pedro.


De la naturaleza específica de la Sede apostólica, que tiene una misión espiritual y pastoral a favor de la Iglesia de Roma y de la Iglesia universal, deriva la especial responsabilidad de quienes están ligados a ella con vínculo de trabajo, y el compromiso de responsable fidelidad en todas las tareas y deberes asignados en la laboriosidad, profesionalidad y honradez de vida.


Agrega el Papa Juan Pablo II en la Carta citada, que «los empleados de la Santa Sede deben, por lo tanto, tener la profunda convicción de que su trabajo lleva consigo, ante todo, una responsabilidad eclesial que se debe vivir con espíritu de fe auténtica y que los aspectos jurídico-administrativos de la relación con la misma Sede apostólica se sitúan en una luz especial».


Considerado esto, compete al secretario general de la Gobernación atender de modo directo la formación humana y cristiana de los empleados y de los colaboradores, coordinar a los sacerdotes encargados de la atención espiritual que ya están presentes en los diversos sectores, promover iniciativas oportunas, especialmente en concomitancia con los programas pastorales de la Iglesia universal y en los tiempos fuertes del año litúrgico.


En consideración de tales tareas he decidido elevar al orden episcopal al padre Fernando Vérgez Alzaga, l.c.


Así lo comunico a vuestra eminencia, con mi bendición apostólica.


Vaticano, 7 de Octubre de 2013


Fiesta de la Bienaventurada Virgen María del Rosario




FRANCISCO


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