jueves, 9 de abril de 2015

Cardenal Filoni: "Las familias iraquíes esperan poder volver a sus casas, y nosotros estamos preparados para ayudarles a recomenzar"

CIUDAD DEL VATICANO (Agencia Fides, 09/04/2015) – “He pasado el domingo de Ramos en Amman, Jordania, donde los refugiados son acogidos en algunas parroquias; luego me he trasladé a Bagdad, Iraq, donde visité los centros de acogida. Pero ha sido en el norte, en las áreas de Kurdistán iraquí, donde he pasado la mayor parte del tiempo, celebrando los ritos de la Pascua y visitando a las familias, no sólo cristianas, que han huido de la violencia del llamado Estado Islámico y a las autoridades religiosas e institucionales que se encargan de su acogida”. Con estas palabras, el Cardenal Fernando Filoni, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los pueblos, recorre en una entrevista al Osservatore Romano, las etapas de su reciente viaje a Iraq durante la Semana Santa, enviado por el Papa para hacer llegar su cercanía especialmente a las familias tan probadas.

“En todos los pueblos, así como en los campamentos instalados en la ciudad, he recibido un gran afecto - dice el cardenal -. Las personas lo han apreciado. En las casas y parroquias donde iba me repetían: 'Su presencia es una bendición para nosotros'. Y todas las reuniones terminaban con una oración y una bendición. Hablando con ellos, les he exhortado a no perder la esperanza, asegurando que nunca les hemos olvidado ni les olvidaremos. Además les animé a mirar hacia el futuro”. 


Sobre la acogida a las familias desplazadas, el Cardenal explica que “en Arbil, por ejemplo, hay casas alquiladas a través de Cáritas y Ong que soportan los gastos para dar cabida a dos o tres familias en un apartamento; luego están las escuelas u otros edificios como el gran centro comercial, que no ha sido completado, donde han encontrado refugio numerosos núcleos familiares. Los espacios se dividen con cortinas: creando espacios para dormir de 5 o 6 metros cuadrados, que en la mañana, cuando se retiran los colchones, se utilizan para la vida cotidiana. Evidentemente, las condiciones son precarias”. Sobre el esfuerzo de las parroquias comenta: “De Duhoc a Arbil, de Suleimanjia a Alqosh, en todas partes las comunidades han abierto sus puertas. Y cada una se gestiona de acuerdo con su capacidad para ofrecer hospitalidad a estas personas”.


Las familias iraquíes siguen esperando “poder volver a sus casas, a sus aldeas. No importa si encuentran destrucción y saqueo, no se asustan de tener que reconstruir. Y nosotros estamos listos para ayudarles a empezar de nuevo”.