sábado, 31 de mayo de 2014

FRANCISCO: Regina Coeli de Mayo (18, 11, 4)

REGINA COELI DEL PAPA FRANCISCO
MAYO 2014


Plaza de San Pedro
Domingo 18 de mayo de 2014





Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!


Hoy la lectura de los Hechos de los Apóstoles nos hace ver que también en la Iglesia de los orígenes surgen las primeras tensiones y las primeras divergencias. En la vida, los conflictos existen, la cuestión es cómo se afrontan. Hasta ese momento la unidad de la comunidad cristiana había sido favorecida por la pertenencia a una única etnia, y a una única cultura, la judía. Pero cuando el cristianismo, que por voluntad de Jesús está destinado a todos los pueblos, se abrió al ámbito cultural griego, faltaba esa homogeneidad y surgieron las primeras dificultades. En ese momento creció el descontento, había quejas, corrían voces de favoritismos y desigualdad de trato. Esto sucede también en nuestras parroquias. La ayuda de la comunidad a las personas necesitadas —viudas, huérfanos y pobres en general—, parecía privilegiar a los cristianos de origen judío respecto a los demás.


Entonces, ante este conflicto, los Apóstoles afrontaron la situación: convocaron a una reunión abierta también a los discípulos, discutieron juntos la cuestión. Todos. Los problemas, en efecto, no se resuelven simulando que no existan. Y es hermosa esta confrontación franca entre los pastores y los demás fieles. Se llegó, por lo tanto, a una subdivisión de las tareas. Los Apóstoles hicieron una propuesta que fue acogida por todos: ellos se dedicarán a la oración y al ministerio de la Palabra, mientras que siete hombres, los diáconos, proveerán al servicio de las mesas de los pobres. Estos siete no fueron elegidos por ser expertos en negocios, sino por ser hombres honrados y de buena reputación, llenos de Espíritu Santo y de sabiduría; y fueron constituidos en su servicio mediante la imposición de las manos por parte de los Apóstoles. Y, así, de ese descontento, de esa queja, de esas voces de favoritismo y desigualdad de trato, se llegó a una solución. Confrontándonos, discutiendo y rezando, así se resuelven los conflictos en la Iglesia. Confrontándonos, discutiendo y rezando. Con la certeza de que las críticas, la envidias y los celos no podrán jamás conducirnos a la concordia, a la armonía o a la paz. También allí fue el Espíritu Santo quien coronó este acuerdo; y esto nos hace comprender que cuando dejamos la conducción al Espíritu Santo, Él nos lleva a la armonía, a la unidad y al respeto de los diversos dones y talentos. ¿Habéis entendido bien? Nada de críticas, nada de envidias, nada de celos. ¿Entendido?


Que la Virgen María nos ayude a ser dóciles al Espíritu Santo, para que sepamos estimarnos mutuamente y converger cada vez más profundamente en la fe y en la caridad, teniendo el corazón abierto a las necesidades de los hermanos.


Después del Regina Coeli


Queridos hermanos y hermanas:


Graves inundaciones han devastado amplias zonas de los Balcanes, sobre todo en Serbia y Bosnia. Mientras encomiendo al Señor las víctimas de esa calamidad, expreso mi personal cercanía a quienes están viviendo horas de angustia y de tribulación. Recemos juntos a la Virgen por estos hermanos y hermanas, que están pasando muchas dificultades.
Ave María...


Ayer, en Iaşi, Rumanía, ha sido proclamado beato el obispo Anton Durcovici, mártir de la fe. Pastor celoso y valiente, fue perseguido por el régimen comunista rumano y murió en la cárcel, murió de hambre y de sed, en 1951. Junto con los fieles de Iaşi y de toda Rumanía, demos gracias a Dios por este ejemplo.


Os saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos: a las familias, grupos parroquiales, asociaciones, escuelas...


Aliento a las asociaciones de voluntariado que vinieron con ocasión de la Jornada del enfermo oncológico: rezo por vosotros, por los enfermos y las familias. Y rezad vosotros por mí.


A todos deseo un feliz domingo. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!

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Plaza de San Pedro
Domingo 11 de mayo de 2014



 

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!


El evangelista Juan nos presenta, en este iv domingo del tiempo pascual, la imagen de Jesús Buen Pastor. Contemplando esta página del Evangelio, podemos comprender el tipo de relación que Jesús tenía con sus discípulos: una relación basada en la ternura, en el amor, en el conocimiento recíproco y en la promesa de un don inconmensurable: «Yo he venido —dice Jesús— para que tengan vida y la tengan en abundancia» (Jn 10, 10). Tal relación es el modelo de las relaciones entre los cristianos y de las relaciones humanas.
También hoy, como en tiempos de Jesús, muchos se proponen como «pastores» de nuestras existencias; pero sólo el Resucitado es el verdadero Pastor que nos da la vida en abundancia. Invito a todos a tener confianza en el Señor que nos guía. Pero no sólo nos guía: nos acompaña, camina con nosotros. Escuchemos su palabra con mente y corazón abiertos, para alimentar nuestra fe, iluminar nuestra conciencia y seguir las enseñanzas del Evangelio.


En este domingo recemos por los pastores de la Iglesia, por todos los obispos, incluido el obispo de Roma, por todos los sacerdotes, por todos. En particular, recemos por los nuevos sacerdotes de la diócesis de Roma, a los que acabo de ordenar en la basílica de San Pedro. Un saludo a estos trece sacerdotes. Que el Señor nos ayude a nosotros, pastores, a ser siempre fieles al Maestro y guías sabios e iluminados del pueblo de Dios confiado a nosotros. También a vosotros, por favor, os pido que nos ayudéis: ayudarnos a ser buenos pastores. Una vez leí algo bellísimo sobre cómo el pueblo de Dios ayuda a los obispos y a los sacerdotes a ser buenos pastores. Es un escrito de san Cesáreo de Arlés, un Padre de los primeros siglos de la Iglesia. Explicaba cómo el pueblo de Dios debe ayudar al pastor, y ponía este ejemplo: cuando el ternerillo tiene hambre va donde la vaca, a su madre, para tomar la leche. Pero la vaca no se la da enseguida: parece que la conserva para ella. ¿Y qué hace el ternerillo? Llama con la nariz a la teta de la vaca, para que salga la leche. ¡Qué hermosa imagen! «Así vosotros —dice este santo— debéis ser con los pastores: llamar siempre a su puerta, a su corazón, para que os den la leche de la doctrina, la leche de la gracia, la leche de la guía». Y os pido, por favor, que importunéis a los pastores, que molestéis a los pastores, a todos nosotros pastores, para que os demos la leche de la gracia, de la doctrina y de la guía. ¡Importunar! Pensad en esa hermosa imagen del ternerillo, cómo importuna a su mamá para que le dé de comer.


A imitación de Jesús, todo pastor «a veces estará delante para indicar el camino y cuidar la esperanza del pueblo —el pastor debe ir a veces adelante—, otras veces estará simplemente en medio de todos con su cercanía sencilla y misericordiosa, y en ocasiones deberá caminar detrás del pueblo para ayudar a los rezagados» (Exhortación apostólica Evangelii gaudium, 13). ¡Ojalá que todos los pastores sean así! Pero vosotros importunad a los pastores, para que os den la guía de la doctrina y de la gracia.


Este domingo se celebra la Jornada mundial de oración por las vocaciones. En el Mensaje de este año he recordado que «toda vocación (…) requiere siempre un éxodo de sí mismos para centrar la propia existencia en Cristo y en su Evangelio» (n. 2). Por eso la llamada a seguir a Jesús es al mismo tiempo entusiasmante y comprometedora. Para que se realice, siempre es necesario entablar una profunda amistad con el Señor a fin de poder vivir de Él y para Él.


Recemos para que también en este tiempo muchos jóvenes oigan la voz del Señor, que siempre corre el riesgo de ser sofocada por otras muchas voces. Recemos por los jóvenes: quizá aquí, en la plaza, haya alguno que oye esta voz del Señor que lo llama al sacerdocio; recemos por él, si está aquí, y por todos los jóvenes que son llamados.



Después del Regina Coeli


Queridos hermanos y hermanas:


Os saludo a todos vosotros, familias, grupos parroquiales, asociaciones y fieles provenientes de Italia y de muchos países (...).


Saludo a las Comunidades neocatecumenales, que en estos domingos del tiempo de Pascua llevan el anuncio de Jesús resucitado a 100 plazas de Roma y a numerosas ciudades del mundo. ¡Que el Señor os dé la alegría del Evangelio! ¡E id adelante, vosotros que sois intrépidos!


Una bendición especial para los niños y los muchachos que han recibido o están por recibir la primera comunión y la confirmación. Y también para los familiares y amigos de los nuevos sacerdotes de la diócesis de Roma, a quienes he ordenado esta mañana.
Y hoy os invito a dedicar un hermoso recuerdo y una oración a todas las mamás. ¡Saludemos a las mamás! Encomendándolas a la mamá de Jesús, invoquemos a la Virgen por nuestras mamás y por todas las mamás: «Avemaría…».


¡Un gran saludo a las mamás, un gran saludo!


¡Feliz domingo a todos! ¡Buen almuerzo y hasta la vista!


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Plaza de San Pedro
Domingo 4 de mayo de 2014


Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!


El Evangelio de este domingo, que es el tercer domingo de Pascua, es el de los discípulos de Emaús (cf. Lc 24, 13-35). Estos eran dos discípulos de Jesús, los cuales, tras su muerte y pasado el sábado, dejan Jerusalén y regresan, tristes y abatidos, hacia su aldea, llamada precisamente Emaús. A lo largo del camino Jesús resucitado se les acercó, pero ellos no lo reconocieron. Viéndoles así tristes, les ayudó primero a comprender que la pasión y la muerte del Mesías estaban previstas en el designio de Dios y anunciadas en las Sagradas Escrituras; y así vuelve a encender un fuego de esperanza en sus corazones.


Entonces, los dos discípulos percibieron una extraordinaria atracción hacia ese hombre misterioso, y lo invitaron a permanecer con ellos esa tarde. Jesús aceptó y entró con ellos en la casa. Y cuando, estando en la mesa, bendijo el pan y lo partió, ellos lo reconocieron, pero Él desapareció de su vista, dejándolos llenos de estupor. Tras ser iluminados por la Palabra, habían reconocido a Jesús resucitado al partir el pan, nuevo signo de su presencia. E inmediatamente sintieron la necesidad de regresar a Jerusalén, para referir a los demás discípulos esta experiencia, que habían encontrado a Jesús vivo y lo habían reconocido en ese gesto de la fracción del pan.


El camino de Emaús se convierte así en símbolo de nuestro camino de fe: las Escrituras y la Eucaristía son los elementos indispensables para el encuentro con el Señor. También nosotros llegamos a menudo a la misa dominical con nuestras preocupaciones, nuestras dificultades y desilusiones... La vida a veces nos hiere y nos marchamos tristes, hacia nuestro «Emaús», dando la espalda al proyecto de Dios. Nos alejamos de Dios. Pero nos acoge la Liturgia de la Palabra: Jesús nos explica las Escrituras y vuelve a encender en nuestros corazones el calor de la fe y de la esperanza, y en la Comunión nos da fuerza. Palabra de Dios, Eucaristía. Leer cada día un pasaje del Evangelio. Recordadlo bien: leer cada día un pasaje del Evangelio, y los domingos ir a recibir la comunión, recibir a Jesús. Así sucedió con los discípulos de Emaús: acogieron la Palabra; compartieron la fracción del pan, y, de tristes y derrotados como se sentían, pasaron a estar alegres. Siempre, queridos hermanos y hermanas, la Palabra de Dios y la Eucaristía nos llenan de alegría. Recordadlo bien. Cuando estés triste, toma la Palabra de Dios. Cuando estés decaído, toma la Palabra de Dios y ve a la misa del domingo a recibir la comunión, a participar del misterio de Jesús. Palabra de Dios, Eucaristía: nos llenan de alegría.


Por intercesión de María santísima, recemos a fin de que cada cristiano, reviviendo la experiencia de los discípulos de Emaús, especialmente en la misa dominical, redescubra la gracia del encuentro transformador con el Señor, con el Señor resucitado, que está siempre con nosotros. Siempre hay una Palabra de Dios que nos da la orientación después de nuestras dispersiones; y a través de nuestros cansancios y decepciones hay siempre un Pan partido que nos hace ir adelante en el camino.



Después del Regina Coeli


LLAMAMIENTO


Queridos hermanos y hermanas:


Deseo invitaros a encomendar a la Virgen la situación de Ucrania, donde no cesan las tensiones. La situación es grave. Rezo con vosotros por las víctimas de estos días, pidiendo que el Señor infunda sentimientos de pacificación y fraternidad en los corazones de todos.
Recemos también por los difuntos a causa del enorme corrimiento de tierra que se precipitó hace dos días sobre un poblado de Afganistán. Que Dios omnipotente, que conoce el nombre de cada uno de ellos, los acoja a todos en su paz; y dé a los supervivientes la fuerza para seguir adelante, con el apoyo de cuantos trabajan por aliviar sus sufrimientos.



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Queridos hermanos y hermanas:


Hoy es la 90ª Jornada nacional de la Universidad católica del Sacro Cuore, que tiene por tema «Con los jóvenes, protagonistas del futuro». ¡Hermoso tema! ¿Cuántos jóvenes hay hoy aquí? ¿Cuántos? Vosotros sois protagonistas del futuro. Vosotros habéis entrado en el futuro, en la historia. Este es el tema de hoy. Rezo por esta gran Universidad, para que sea fiel a su misión originaria y actual en el mundo de hoy. Si Dios quiere pronto iré a visitar aquí en Roma la Facultad de medicina y cirugía y el Policlínico «Gemelli», que cumple 50 años de vida y pertenece a la Universidad católica del Sacro Cuore.


Saludo a la Asociación «Meter», que desde hace casi veinte años lucha contra toda forma de abuso de menores. Gracias por vuestro compromiso. Saludo también a los participantes en la Marcha por la vida, que este año tiene carácter internacional y ecuménico. A «Meter» y a los participantes en la Marcha por la vida muchas felicidades y adelante, y a trabajar en esto.


Doy las gracias por su presencia a los numerosos grupos parroquiales y juveniles.


A todos vosotros os deseo un feliz domingo. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!


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