miércoles, 9 de noviembre de 2011

Finalizan celebraciones por 75 aniversario de Mártires Claretianos de Barbastro

BARBASTRO, ESPAÑA (Agencia Fides 8/11/2011).  El pasado domingo, 6 de noviembre, se han terminado las celebraciones por el 75 aniversario de los Mártires Claretianos de Barbastro (España). Al presidir la Misa de clausura, que fue transmitida en vivo desde La 2 de TVE, en su programa "El Día del Señor", fue el obispo de la diócesis de Barbastro-Monzón, su excelencia monseñor Alfonso Milián Sorribas. De acuerdo con información de la Curia General de los Misioneros Claretianos, entre los concelebrantes se incluye un numeroso grupo de sacerdotes y miembros de la comunidad claretiana de Barbastro, así como los sacerdotes y religiosos de otras instituciones, y muchos de los fieles.

En su homilía, el Obispo hizo hincapié en "el recuerdo imborrable de los Mártires Claretianos", recordando las palabras de Juan Pablo II con ocasión de su beatificación y los define como "jóvenes admirables". El Papa describió su vida terrenal: "Se trata de un seminario con generosidad y valentía para hacer frente a su ofrenda de sacrificio al Señor ... Todos los datos que hemos recibido nos permite afirmar que estos Claretianos murieron por ser discípulos de Cristo, porque no quisieron renunciar a su fe y a sus votos religiosos". (Juan Pablo II, Homilía del 25 de octubre de 1992).

El Martirio de los 51 Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María (conocidos como Claretianos) de Barbastro, tuvo lugar los días 2, 12, 13, 15 y 18 de agosto de 1936. El 20 de julio de 1936, la casa que albergaba a la comunidad de Barbastro, con 60 misioneros, entre ellos 39 estudiantes que se preparaban para la ordenación, fue rodeada y perseguida en busca de armas, sin ningún resultado. Todos sus miembros fueron arrestados. Los tres responsables de la comunidad fueron fusilados sin juicio, en la madrugada del 2 de agosto. Los otros, sufrieron el mismo destino después de ser sometidos a pruebas físicas y morales. Fueron beatificados por el Papa Juan Pablo II el 25 de octubre de 1992.