San Salvador, EL SALVADOR (Agencia Fides15/05/2013) – La tregua entre las bandas del País,
establecida el 9 de marzo de 2012 “no ha dado
los resultados que la población honesta y trabajadora se esperaba”. Lo
afirman los obispos del Salvador en una declaración que ha sido leída el
domingo pasado en la catedral de la capital por Mons. Gregorio Rosa
Chávez, Obispo auxiliar de San Salvador.
“Los robos, extorsiones y otras actividades ilegales llevadas a cabo por
miembros de las pandillas continúan, por este motivo, la población no
percibe los beneficios de la tregua”, afirma el documento de los
obispos.
En menos de 24 horas, los principales líderes de pandillas han
respondido al comunicado emitido por la Conferencia Episcopal,
expresando su sorpresa por le hecho que, a su modo de ver, la Iglesia
no ha entendido que “se trata de un proceso de paz y no solo de una
tregua” y que “la paz será posible solo cuando el proceso obtendrá el
consenso de todos”. Los jefes de las bandas han subrayado que “el
problema de la violencia social tiene raíces estructurales muy
profundas, y el proceso es complejo, sobre todo si se tiene en cuenta
que es el resultado de más de dos décadas de guerra”. “Nos extraña que
el comunicado de la iglesia no mencione los logros de esté proceso,
pasando por alto las más de tres mil vidas salvadas”, han añadido
después. “Al menos estamos consiguiendo quitar al Salvador del primer
puesto como país más violento del mundo” han dicho para terminar.
En las cárceles de todo el país están recluidos más de 10 mil miembros
de pandillas, y se estima que las personas en libertad son unos 50 mil.
Desde hace algo más de un año las principales bandas han firmado una
tregua. El pacto ha tenido un primer resultado positivo: el promedio de
los asesinatos diarios ha disminuido de 14 a 5, pero, según la
declaración de los obispos, la situación de la población del país no ha
cambiado porque han continuado sucediendo otros actos de violencia:
robos, represalias, secuestros y especialmente las extorsiones ordenadas
desde las prisiones para sostener a las familias de los condenados.