lunes, 4 de noviembre de 2013

FRANCISCO: Ángelus del mes de Octubre (27, 20, 13, 6)

PAPA FRANCISCO

 
 ÁNGELUS




Plaza de San Pedro
Domingo 27 de octubre de 2013

Antes de concluir esta celebración deseo saludar a todos los peregrinos, especialmente a ustedes, queridas familias, llegadas de numerosos países. ¡Gracias de corazón!


Dirijo un cordial saludo a los obispos y a los fieles de Guinea Ecuatorial, aquí reunidos con ocasión de la ratificación del Acuerdo con la Santa Sede. Que la Virgen Inmaculada proteja a su amado pueblo y les conceda progresar por el camino de la concordia y la justicia.


Ahora rezaremos juntos el Ángelus. Con esta oración invocamos la protección de María para las familias de todo el mundo, de modo particular por las que viven situaciones de mayor dificultad. María, Reina de la familia, ruega por nosotros. Digamos juntos: María, Reina de la familia, ruega por nosotros. María, Reina de la familia, ruega por nosotros. María, Reina de la familia, ruega por nosotros.


Angelus Domini...


Muchas gracias por la fiesta de ayer y por esta misa. Que el Señor les bendiga. Les deseo un feliz domingo y buen almuerzo. ¡Hasta la vista!


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Plaza de San Pedro
Domingo 20 de Octubre de 2013

 

Queridos hermanos y hermanas:


En el Evangelio de hoy Jesús relata una parábola sobre la necesidad de orar siempre, sin cansarnos. La protagonista es una viuda que, a fuerza de suplicar a un juez deshonesto, logra que se le haga justicia en su favor. Y Jesús concluye: si la viuda logró convencer a ese juez, ¿pensáis que Dios no nos escucha a nosotros, si le pedimos con insistencia? La expresión de Jesús es muy fuerte: «Pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante Él día y noche?» (Lc 18, 7).


«Clamar día y noche» a Dios. Nos impresiona esta imagen de la oración. Pero preguntémonos: ¿por qué Dios quiere esto? ¿No conoce Él ya nuestras necesidades? ¿Qué sentido tiene «insistir» con Dios?


Esta es una buena pregunta, que nos hace profundizar en un aspecto muy importante de la fe: Dios nos invita a orar con insistencia no porque no sabe lo que necesitamos, o porque no nos escucha. Al contrario, Él escucha siempre y conoce todo sobre nosotros, con amor. En nuestro camino cotidiano, especialmente en las dificultades, en la lucha contra el mal fuera y dentro de nosotros, el Señor no está lejos, está a nuestro lado; nosotros luchamos con Él a nuestro lado, y nuestra arma es precisamente la oración, que nos hace sentir su presencia junto a nosotros, su misericordia, también su ayuda. Pero la lucha contra el mal es dura y larga, requiere paciencia y resistencia —como Moisés, que debía tener los brazos levantados para que su pueblo pudiera vencer (cf. Ex 17, 8-13). Es así: hay una lucha que conducir cada día; pero Dios es nuestro aliado, la fe en Él es nuestra fuerza, y la oración es la expresión de esta fe. Por ello Jesús nos asegura la victoria, pero al final se pregunta: «Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?» (Lc 18, 8). Si se apaga la fe, se apaga la oración, y nosotros caminamos en la oscuridad, nos extraviamos en el camino de la vida.


Por lo tanto, aprendamos de la viuda del Evangelio a orar siempre, sin cansarnos. ¡Era valiente esta viuda! Sabía luchar por sus hijos. Pienso en muchas mujeres que luchan por su familia, que rezan, que no se cansan nunca. Un recuerdo hoy, de todos nosotros, para estas mujeres que, con su actitud, nos dan un auténtico testimonio de fe, de valor, un modelo de oración. ¡Un recuerdo para ellas! Rezar siempre, pero no para convencer al Señor a fuerza de palabras. Él conoce mejor que nosotros aquello que necesitamos. La oración perseverante es más bien expresión de la fe en un Dios que nos llama a combatir con Él, cada día, en cada momento, para vencer el mal con el bien.
 

Después del Ángelus


Queridos hermanos y hermanas:


Hoy se celebra la Jornada mundial de las misiones. ¿Cuál es la misión de la Iglesia? Difundir en el mundo la llama de la fe, que Jesús encendió en el mundo: la fe en Dios que es Padre, Amor, Misericordia. El método de la misión cristiana no es el proselitismo, sino el de la llama compartida que caldea el alma. Agradezco a todos aquellos que con la oración y la ayuda concreta sostienen la obra misionera, en especial la solicitud del Obispo de Roma para la difusión del Evangelio. En esta Jornada somos cercanos a todos los misioneros y las misioneras que trabajan mucho sin hacer ruido, y dan la vida. Como la italiana Afra Martinelli, que trabajó durante muchos años en Nigeria: hace algunos días fue asesinada en un asalto; todos lloraron, cristianos y musulmanes. La querían mucho. Ella anunció el Evangelio con la vida, con la obra que realizó, un centro de enseñanza; así difundió la llama de la fe, combatió la buena batalla. Pensemos en esta hermana nuestra, y la saludamos con un aplauso, todos.


Pienso también en Steban Sándor, que ayer fue proclamado beato en Budapest. Era un salesiano laico, ejemplar en el servicio a los jóvenes, en el oratorio y en la enseñanza profesional. Cuando el régimen comunista cerró todas las obras católicas, afrontó las persecuciones con valor, y fue asesinado a los 39 años. Nos unimos a la acción de gracias de la Familia salesiana y de la Iglesia húngara.


Deseo expresar mi cercanía a las poblaciones de Filipinas azotadas por un fuerte terremoto, y os invito a rezar por esa querida nación, que recientemente ha sufrido diversas calamidades.


Saludo con afecto a todos los peregrinos presentes, comenzando por los jóvenes que animaron la iniciativa «100 metros de carrera y de fe», promovida por el Consejo pontificio para la cultura. Gracias, porque nos recordáis que el creyente es un atleta del espíritu. ¡Muchas gracias!


Acojo con alegría a los fieles de las diócesis de Bolonia y de Cesena-Sarsina, encabezados por el Cardenal Caffarra y por el Obispo Regattieri; así como a los de Corrientes, Argentina, y de Maracaibo y Barinas, Venezuela. Y hoy en Argentina se celebra la fiesta de la madre, dirijo un afectuoso saludo a las mamás de mi tierra.


Saludo al grupo de oración «Raio de Luz», de Brasil; y a las Fraternidades de la Orden Secular Trinitaria.


Las parroquias y las asociaciones italianas son demasiadas, no puedo nombrarlas, pero saludo y doy las gracias a todos con afecto.


¡Feliz domingo! ¡Hasta la vista y buen almuerzo!


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Plaza de San Pedro
Domingo, 13 de Octubre de 2013


Queridos hermanos y hermanas:


Hoy, en Tarragona, en España, se proclaman beatos cerca de quinientos mártires, asesinados por su fe durante la guerra civil española de los años Treinta del siglo pasado. Alabamos al Señor por estos valientes testigos suyos, y por su intercesión le suplicamos que libre al mundo de toda violencia.


Os agradezco a todos vosotros que habéis venido numerosos de Roma, de Italia y de tantas partes del mundo para esta fiesta de la fe dedicada a María nuestra Madre.


Saludo con afecto al grupo de panameños que se encuentran hoy en Roma y los confío a la protección de Nuestra Señora de la Antigua, celestial patrona de esa querida nación.


Saludo a los niños de la Orquesta internacional por la paz «Piccole Impronte» y a la Asociación nacional mutilados e inválidos del trabajo.


Saludo a los jóvenes de Roma que en los días pasados se comprometieron en la misión «Jesús al centro»: sed siempre misioneros del Evangelio, cada día y en cada lugar. De buen grado dirijo un saludo también a los detenidos de la cárcel de Castrovillari.


Ahora recemos juntos el Ángelus: Angelus Domini... Os deseo un feliz domingo. ¡Buen almuerzo! ¡Hasta la vista!

 
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Plaza de San Pedro
Domingo, 6 de Octubre de 2013



 Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!


Ante todo quiero dar gracias a Dios por la jornada que viví anteayer en Asís. Pensad que era la primera vez que visitaba Asís y ha sido un gran don realizar esta peregrinación precisamente en la fiesta de san Francisco. Agradezco al pueblo de Asís la cálida acogida: ¡muchas gracias!


Hoy, el pasaje del Evangelio comienza así: «Los apóstoles le dijeron al Señor: “Auméntanos la fe”» (Lc 17, 5). Me parece que todos nosotros podemos hacer nuestra esta invocación. También nosotros, como los Apóstoles, digamos al Señor Jesús: «Auméntanos la fe». Sí, Señor, nuestra fe es pequeña, nuestra fe es débil, frágil, pero te la ofrecemos así como es, para que Tú la hagas crecer. ¿Os parece bien repetir todos juntos esto: «¡Señor, auméntanos la fe!»? ¿Lo hacemos? Todos: Señor, auméntanos la fe. Señor, auméntanos la fe. Señor, auméntanos la fe. ¡Que la haga crecer!


Y, ¿qué nos responde el Señor? Responde: «Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: “Arráncate de raíz y plántate en el mar”, y os obedecería» (v. 6). La semilla de la mostaza es pequeñísima, pero Jesús dice que basta tener una fe así, pequeña, pero auténtica, sincera, para hacer cosas humanamente imposibles, impensables. ¡Y es verdad! Todos conocemos a personas sencillas, humildes, pero con una fe muy firme, que de verdad mueven montañas. Pensemos, por ejemplo, en algunas mamás y papás que afrontan situaciones muy difíciles; o en algunos enfermos, incluso gravísimos, que transmiten serenidad a quien va a visitarles. Estas personas, precisamente por su fe, no presumen de lo que hacen, es más, como pide Jesús en el Evangelio, dicen: «Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer» (Lc 17, 10). Cuánta gente entre nosotros tiene esta fe fuerte, humilde, que hace tanto bien.


En este mes de octubre, dedicado en especial a las misiones, pensemos en los numerosos misioneros, hombres y mujeres, que para llevar el Evangelio han superado todo tipo de obstáculos, han entregado verdaderamente la vida; como dice san Pablo a Timoteo: «No te avergüences del testimonio de nuestro Señor ni de mí, su prisionero; antes bien, toma parte en los padecimientos por el Evangelio, según la fuerza de Dios» (2 Tm 1, 8). Esto, sin embargo, nos atañe a todos: cada uno de nosotros, en la propia vida de cada día, puede dar testimonio de Cristo, con la fuerza de Dios, la fuerza de la fe. Con la pequeñísima fe que tenemos, pero que es fuerte. Con esta fuerza dar testimonio de Jesucristo, ser cristianos con la vida, con nuestro testimonio.


¿Cómo conseguimos esta fuerza? La tomamos de Dios en la oración. La oración es el respiro de la fe: en una relación de confianza, en una relación de amor, no puede faltar el diálogo, y la oración es el diálogo del alma con Dios. Octubre es también el mes del Rosario, y en este primer domingo es tradición recitar la Súplica a la Virgen de Pompeya, la Bienaventurada Virgen María del Santo Rosario. Nos unimos espiritualmente a este acto de confianza en nuestra Madre, y recibamos de sus manos el Rosario: el Rosario es una escuela de oración, el Rosario es una escuela de fe.




Después del Ángelus


Queridos hermanos y hermanas:


Ayer, en Módena, fue proclamado beato Rolando Rivi, un seminarista de esa tierra, Emilia, asesinado en 1945, cuando tenía 14 años, por odio a su fe, culpable sólo de llevar la sotana en ese período de violencia desencadenada contra el clero, que levantaba la voz para condenar en nombre de Dios las masacres de la inmediata posguerra. Pero la fe en Jesús vence el espíritu del mundo. Demos gracias a Dios por este joven mártir, heroico testigo del Evangelio. Muchos jóvenes de 14 años tienen hoy ante sus ojos este ejemplo: un joven valiente, que sabía dónde debía ir, conocía el amor de Jesús en su corazón y dio la vida por Él. Un hermoso ejemplo para los jóvenes.


Desearía recordar juntamente con vosotros a las personas que el jueves pasado perdieron la vida en Lampedusa. Recemos todos en silencio por estos hermanos y hermanas nuestros: mujeres, hombres, niños… Dejemos llorar a nuestro corazón. Recemos en silencio.


Saludo con afecto a todos los peregrinos, especialmente a las familias y a los grupos parroquiales. Saludo a los fieles de la ciudad de Mede, a los de Poggio Rusco, y a los jóvenes de Zambana y Caserta.


Un pensamiento especial para la comunidad peruana de Roma, que ha traído en procesión la sagrada imagen del Señor de los Milagros. Desde aquí veo la imagen, allí, en medio de la plaza. Saludemos todos al Señor de los Milagros, allí, en la plaza. Saludo a los fieles procedentes de Chile y al grupo Bürgerwache Mengen de la diócesis de Rottenburg-Stuttgart, de Alemania.


Saludo al grupo de mujeres venido de Gubbio, por la así llamada «Via Francigena Francescana»; saludo a los responsables de la Comunidad de San Egidio de diversos países de Asia —son buenos, estos de San Egidio—. Saludo a los donantes de sangre de ASFA de Verona y a los de AVIS de Carpinone, al consejo nacional de AGESCI, al grupo de jubilados del hospital Santa Ana de Como, al Instituto Canosiano de Brescia y a la Asociación «Misión Effatà».


Deseo a todos un feliz domingo. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!.

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