La visita a Roma de la delegación de alcaldes del llamado “triángulo cristiano” de Cisjordania tenía como objetivo exponer a la Santa Sede los efectos nocivos que la construcción del muro de separación en el valle Cremisan podrían tener en las comunidades cristianas autóctonas de la ciudad y en la región donde nació Jesús. “Por desgracia -. dice a Fides Vera Baboun – hemos llegamos a un punto límite. Hemos mostrado los mapas y fotos que tenemos con nosotros al cardenal Parolin. Y él ha escuchado con atención y con gran preocupación”.
El muro de separación planificado por Israel, después de cruzar el territorio de Belén, amenaza también la zona fértil de Cremisan, donde hay terrenos con viñedos y olivares pertenecientes a 58 familias cristianas de Beit Jala, junto con dos monasterios y una escuela de los Salesianos. El trazado del muro, - repiten los tres alcaldes cristianos palestinos, “no responde en ese punto a ninguna necesidad de seguridad, es sólo para separar las familias cristianas de sus tierras y luego confiscarlas y ampliar el área para ponerla a disposición de nuevos asentamientos israelíes ilegales”. Si las tierras de los valles - que son el único pulmón verde de toda la zona – llagan a ser confiscados, “no habrá futuro para la supervivencia de los cristianos: la densidad de población se elevará a niveles insostenibles” refiere la alcaldesa de Belén “y muchos terminarán por optar el camino del éxodo, que desde hace algún tiempo está reduciendo la presencia cristiana en Tierra Santa”.
El pasado 13 de enero los dieciséis obispos que han participado este año en la visita a Palestina e Israel organizada por la Holy Land Coordination (HLC), organismo que reúne obispos y representantes de las Conferencias episcopales de Europa y Norte América visitaron la zona de Cremisan. Al final de su visita, en un comunicado reiteraron su compromiso a contrastar la construcción del muro en el valle y la confiscación de tierras palestinas.