viernes, 6 de febrero de 2015

Día de bombardeos en Damasco, el monasterio franciscano en el barrio de Bab Touma tocado

Damasco, SIRIA (Agencia Fides, 06/02/2015) – Ayer los barrios del centro y los suburbios de Damasco sufrieron un intenso bombardeo, tanto por parte de las zonas bajo control de los rebeldes como de la artillería del ejército gubernamental. El balance es de decenas de muertos, al menos diez muertos y treinta heridos registrados en la zona central de la capital siria. Entre los edificios afectados hay también un monasterio franciscano unido a la parroquia católica latina dedicada a la conversión de San Pablo, en el barrio de Bab Touma, la parte de la ciudad vieja de Damasco, donde se concentran muchas iglesias cristianas. 


“Desde las primeras horas del día - refiere a la Agencia Fides, el sacerdote de la parroquia Raimundo Girgis, OFM - comenzó el intercambio de cohetes y proyectiles de mortero. A eso de las 7.30 un disparo proveniente de los rebeldes ha golpeado y devastado el techo de la habitación donde duerme el p. Simón Pedro Herro (actual ministro de la Región de San Pablo de la Custodia de Tierra Santa, ed). En ese momento - señala el párroco sirio - estábamos en la oficina de la parroquia, en la planta baja, y el p. Simone iba a ir a su habitación para tomar su breviario, como lo hace todos los días después de la misa y del desayuno, para recitar la oración de la mañana”. El mortero no ha causado daños a la iglesia. “Ha sido un día pesado – dice el padre Raimundo - pero en casi cuatro años de conflicto, hemos experimentado muchas veces esos momentos. El miedo y la tensión son parte de la vida cotidiana. Y todos siguen orando para pedir que podamos regresar pronto a una vida normal”. 


“La escalada de ataques indiscriminados registrados en Alepo y Damasco, en los últimos días - escribe el Jesuit Refugee Service en una declaración recibida por la Agencia Fides - se ha dirigido intencionalmente contra zonas civiles en la que muchos desplazados internos viven junto con los residentes. Los ataques no sólo han causado el pánico y el miedo, sino también daños a la infraestructura y la pérdida de vidas, han contribuido a alimentar las tensiones entre los grupos” y han obstaculizado la asistencia humanitaria, “obligando a las organizaciones no gubernamentales a evacuar a su personal y suspender o detener las actividades”.