lunes, 7 de noviembre de 2011

Ángelus: "Aprender a vivir y morir en la esperanza" y llamamiento por cese de violencia en Nigeria

CIUDAD DEL VATICANO, 6 NOV 2011 (VIS). - El Papa Benedicto XVI se asomó ayer domingo, a mediodía, a la ventana de su estudio, en el palacio Apostólico, para rezar el Angelus junto a los fieles y peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro. A fin de introducir la oración mariana, el Pontífice habló brevemente sobre las lecturas de la liturgia dominical que, dijo, "nos invitan a prolongar la reflexión sobre la vida eterna iniciada con ocasión de la conmemoración de todos los fieles difuntos. En este punto, hay una neta diferencia entre quien cree y quien no cree o, se podría también decir, entre quien espera y quien no espera".

  "San Pablo recuerda a los cristianos de Efeso que, antes de que acogieran la Buena Nueva, estaban 'sin esperanza y sin Dios en el mundo'. Efectivamente, la religión de los griegos, los cultos y los mitos paganos, no eran capaces de iluminar el misterio de la muerte, tanto que una antigua inscripción decía: '!Qué pronto recaemos en la nada desde la nada!'. Si eliminamos a Dios, si quitamos a Cristo, el mundo recae en el vacío y en la oscuridad. Y ello encuentra confirmación también en las expresiones del nihilismo contemporáneo, un nihilismo a menudo inconsciente que contagia lamentablemente a tantos jóvenes".

  S.S. Benedicto XVI se refirió también a la lectura del Evangelio de Mateo, la parábola que "habla de diez jóvenes invitadas a una fiesta de bodas, símbolo del Reino de los Cielos, de la vida eterna. (...) De esas diez jóvenes, cinco entran en la fiesta, porque cuando llega el esposo tienen aceite para encender sus lámparas; y las otras cinco se quedan fuera porque, necias, no han traído aceite. ¿Qué cosa representa este 'aceite'? (...) San Agustín y otros autores antiguos lo interpretan como un símbolo del amor, que no se puede comprar, sino que se recibe como don, se conserva en lo íntimo y se pone en práctica con obras. Verdadera sabiduría es aprovechar la vida mortal para realizar obras de misericordia, porque después de la muerte ya no será posible. Cuando despertemos para el último juicio, éste se basará en el amor practicado durante la vida terrena. Y este amor es don de Cristo, infundido en nosotros por el Espíritu Santo. Quien cree en Dios-Amor lleva consigo una esperanza invencible, como una lámpara con la que atravesar la noche más allá de la muerte, para llegar a la gran fiesta de la vida".

  Para terminar, el Santo Padre invitó a los fieles a aprender de la Virgen María a "vivir y morir con la esperanza que no desilusiona".

Después del Ángelus el Papa expresó su preocupación por los trágicos acontecimientos de los últimos días en Nigeria y, al mismo tiempo que aseguraba su oración por las víctimas, lanzó un llamamiento pidiendo "el fin de la violencia, que no resuelve los problemas, sino que los aumenta, sembrando odio y división también  entre los creyentes".

  Hablando en español y citando la liturgia dominical dijo: "El encuentro con Dios no se improvisa, es algo que debe recorrer la vida entera. A Dios "le encuentran los que le buscan". Recuerdo que mañana, hace un año, en Barcelona, tuve la alegría de dedicar la basílica de la Sagrada Familia, admirable suma de técnica, belleza y fe, que concibió el Siervo de Dios, Antonio Gaudí, genial arquitecto".

  "Hoy no puedo por menos que pensar en la ciudad de Génova, duramente golpeada por un aluvión - concluyó S.S. Benedicto XVI- Aseguro mi oración por las víctimas,  por sus familiares y por rodos los que han sufrido graves daños. La Virgen de la Guardia sostenga a la querida población genovesa en la tarea solidaria para superar esta prueba".