miércoles, 12 de noviembre de 2014
Expresa el Papa su cercanía a los cristianos perseguidos y al pueblo mexicano
CIUDAD DEL VATICANO, 12 noviembre 2014 (VIS).- ''Con gran inquietud sigo los dramáticos acontecimientos de los cristianos que en diversas partes del mundo son perseguidos y asesinados por sus creencias religiosas -ha dicho el Papa FRANCISCO al final de la Audiencia General-. Siento la necesidad de expresar mi profunda cercanía espiritual a las comunidades cristianas golpeadas por una violencia absurda que no parece detenerse y animo a los pastores y a todos los fieles a ser fuertes y firmes en la esperanza''.
Con estas palabras, el Pontífice ha lanzado un llamamiento urgente a aquellos que tienen responsabilidad política a nivel local e internacional, así como a todas las personas de buena voluntad para que se movilicen las conciencias en favor de los cristianos perseguidos ''que tienen derecho de encontrar en sus propios países la paz y la seguridad, profesando libremente su fe''.
Antes de concluir, el Santo Padre ha saludado a los fieles en en francés, inglés, alemán, español, portugués, polaco y árabe, dirigiendo a los peregrinos provenientes de México unas palabras especiales e improvisadas. FRANCISCO también ha recordado que en estos días se conmemora el trigésimo aniversario de la firma del tratado de paz entre Argentina y Chile, que se llevó a cabo gracias a la ''voluntad de diálogo'' y recordando con gratitud el papel que San Juan Pablo II y el Cardenal Antonio Samorè jugaron en dicho tratado.
“Queridos hermanos y hermanas:
En la catequesis de hoy, podemos hacernos la pregunta: Qué se pide a los obispos, presbíteros y diáconos para que su servicio sea auténtico y fecundo.
San Pablo, en sus cartas pastorales, además de una fe firme y de una vida espiritual sincera, que son la base de la vida, enumera algunas cualidades humanas, esenciales para estos ministerios: la acogida, la sobriedad, la paciencia, la afabilidad, la bondad de corazón… cualidades, que hacen posible que su testimonio del Evangelio sea alegre y creíble.
El Apóstol recomienda, además, reavivar continuamente el don que han recibido por la imposición de manos. La conciencia de que todo es don, todo es gracia, los ayuda a no caer en la tentación de ponerse en el centro y de confiar sólo en ellos mismos. Uno no es obispo, presbítero o diácono porque sea más inteligente o tenga más talentos que los demás, sino en virtud del poder del Espíritu Santo y para el bien del santo Pueblo de Dios.
La actitud de un ministro no puede ser nunca autoritaria, sino misericordiosa, humilde y comprensiva.
Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Argentina, México, y quiero de alguna manera expresar a los mexicanos, a los aquí presentes y a los que están en la patria, mi cercanía en este momento doloroso de legal desaparición, pero, sabemos, de asesinato de los estudiantes. Se hace visible la realidad dramática de toda la criminalidad que está detrás del comercio y tráfico de drogas. Estoy cerca de ustedes y de sus familias. De Guatemala, y Chile. Me agradó ver el grupo de militares chilenos en estos días en que estamos conmemorando el trigésimo aniversario de la firma del tratado de paz entre Argentina y Chile. Los límites ya están claros, no nos vamos a seguir peleando por los límites; nos vamos a pelear por otras cosas, pero no por eso. Pero hay una cosa que quiero hacer notar: esto se dio gracias a la voluntad de diálogo. Solamente cuando hay voluntad de diálogo se solucionan las cosas. Y quiero también elevar un pensamiento de gratitud a San Juan Pablo II y al Cardenal Samorè, que tanto hicieron para lograr esta paz entre nosotros. Ojalá todos los pueblos que tengan conflictos de cualquier índole, sean limítrofes o culturales, se animen a solucionarlos en la mesa del diálogo y no en la crueldad de una guerra. Saludo a todos los ciudadanos de los demás países latinoamericanos presentes. Invito a todos a dar gracias a Dios por las personas que ejercen un ministerio de guía en la Iglesia y la hacen crecer en santidad. Recemos para que sean siempre imagen viva del amor de Dios. Muchas gracias”.