PANAMÁ (Agencia Fides, 29/01/2019) - Los jóvenes católicos indígenas vivieron una Jornada Mundial de la
Juventud (JMJ) muy especial. Comenzó el 17 de enero en Soloy (diócesis
de David) con un mensaje sorpresa del Papa dirigido al primer Encuentro
Mundial de Jóvenes Indígenas (EMJI, sus siglas en español), al que
asistieron cerca de 400 jóvenes de 12 países. Fueron los que comenzaron a
“caminar los primeros en esta Jornada”, como subrayó el Santo Padre en
su primera ceremonia de la JMJ, cuando dijo a todos: “Queremos despertar
con ustedes la novedad y la juventud continua de la Iglesia abriéndonos
a esta gracia del Espíritu Santo que tantas veces opera un nuevo
Pentecostés”. Y esto es posible solo si “sabemos cómo caminar,
escuchándo y escuchándonos unos a otros” y si “somos testigos del
anuncio del Señor al servicio de nuestros hermanos”.
En tres ocasiones, el pontífice agradeció la celebración de este EMJI.
En el mensaje de video, invitó a los jóvenes indígenas “a reflexionar y
celebrar la fe en Jesucristo a partir de la riqueza milenaria de sus
culturas” y a “echar raíces”, de donde proviene la fuerza que los hará
crecer, florecer y fructificar” para afirmar así “nuestro compromiso de
proteger la casa común y colaborar en la construcción de otro mundo
posible”. Estos temas, indicó, “estimularán la búsqueda de respuestas,
según la perspectiva del Evangelio, a muchas situaciones escandalosas de
marginación, exclusión, descarte y empobrecimiento” a las que muchos
jóvenes indígenas están “condenados”. “Que la conciencia de pertenencia a
sus pueblos”, concluyó el Papa, “sea una reacción contra la cultura del
descarte y el olvido”.
En cuatro discursos públicos, en Panamá, el Papa Francisco habló de
ellos. Las autoridades y representantes de la sociedad dijeron que “el
'genio' de estas tierras está marcado por la riqueza de sus pueblos
nativos, que tienen mucho que decir y recordar a partir de su cultura y
su visión del mundo: para va mi saludo y mi gratitud”. A los obispos
centroamericanos les recordó que “las semillas del Reino fueron
plantadas en estas tierras” y les pidió que las cuidaran. Al final del
Vía Crucis (con una estación dedicada a ellos), Francisco recordó las
penas del mundo de hoy, donde “el Via Crucis de tu Hijo se prolonga
hasta nuestros días”. Entre estos, el de “los pueblos originarios,
despojados de sus tierras, sus raíces y su cultura”.
En la dedicación del altar de la Basílica de Santa María La Antigua, el
Papa describió la catedral como “española, india y afroamericana”. En el
EMJI, los jóvenes indígenas trabajaron en la memoria viva de los
pueblos (valores y tradiciones heredados como bendiciones de Dios), en
la lucha por la armonía con la Madre Tierra a la luz de Laudato Si 'y en
su participación activa en la promoción del Reino de Dios. Al final
redactaron un documento público, también distribuido en la “Aldea
indígena” en el parque central de la JMJ, un espacio para compartir las
culturas y espiritualidades originales con los otros peregrinos.
Fábio Titiah, joven del pueblo pataxó hãhãhãe (Brasil), dijo a Fides:
“Hemos sentido la presencia y la fuerza de Cristo, que nos acompaña en
nuestro viaje”. Marina Guajajara pertenece al pueblo homónimo
(guajajara, Brasil), recuerda que “a menudo en nuestras aldeas llega lo
peor de la sociedad no indígena, como el alcohol, las drogas y la
prostitución. El Evangelio y las parroquias nos ayudan a luchar contra
estas cosas”. Finalmente, los jóvenes nativos destacan las tragedias que
surgen de las “numerosas violaciones de la dignidad” de sus pueblos,
reafirman el deseo de “cuidar la Casa Común” y vivir con Cristo su
experiencia de vida, sufrimiento y esperanza.