Bao Tou, CHINA (Agencia Fides, 28/11/2019) – Celebrar, agradecer y conmemorar a los
misioneros que dejaron su tierra natal para dedicarse a la misión en
China, hasta derramar su sangre, es una costumbre y tradición de la
comunidad católica en China continental. Se realiza durante el mes de
noviembre, dedicado a la conmemoración de los muertos, siendo una
oportunidad para renovar el espíritu misionero del pueblo de Dios,
comenzando por la gratitud a quienes han traído la semilla del Evangelio
a China.
Este año, la conmemoración ha sido particularmente conmovedora en la
comunidad de Er Shi Si Qing Di en Bao Tou, en Mongolia Interior. En una
misa solemne celebrada en el cementerio católico de la aldea, la
comunidad se reunió frente a la tumba de Mons. Alphonse Bermyn,
C.I.C.M., Vicario apostólico del suroeste de Mongolia (1901-1915), y
frente a la de otros misioneros belgas y holandeses, en su mayoría de la
Congregación del Inmaculado Corazón de María (CICM), que descansan en
la tierra misionera donde trabajaron.
De hecho, el 24 de junio pasado, solemnidad de San Juan Bautista, la
comunidad celebró una Eucaristía frente a las tumbas de los misioneros
recientemente restauradas, misioneros que aun recuerdan los fieles más
ancianos. Más de 500 fieles junto con muchos sacerdotes, religiosos y
con las Pequeñas Siervas del Inmaculado Corazón de María participaron en
la liturgia presidida por Mons. Paul Meng Qing Lu, obispo de Hohhot
(Sui Yuan). En su homilía, el Obispo instó a los fieles a "no olvidar
nunca a los 84 misioneros del CICM y a los muchos otros que dieron su
vida por nosotros, y que ahora interceden ante el Señor y protegen
nuestro camino cristiano desde el cielo".
La comunidad de Er Shi Si Qing Di es una tierra fértil para la fe; el
lugar fue sede del Vicariato Apostólico del suroeste de Mongolia.
Contaba con catedral, parroquias, seminarios, un orfanato, un jardín de
infancia, una escuela primaria, un hogar de ancianos y también un centro
de formación misional. Incluso hoy es un destino de peregrinación para
los católicos.
Según el párroco P. Liu Jian Lin, "hace tres años,
comenzamos a identificar las tumbas de los misioneros. Nos sentimos
obligados a hacerlo. La cultura china y cristiana nos ha enseñado a no
olvidar el pasado y a los antepasados. Para nosotros también es una
forma de consolidar nuestra fe y renovar nuestro espíritu misionero.
Además, nos importa mucho la memoria de los fieles ancianos,
consideramos sus historias como una preciosa herencia de fe. Gracias a
ello, hemos encontrado los restos de Mons. Alphonse Bermyn y otros
misioneros belgas y holandeses, a quienes hoy podemos honrar y dar
gracias”.