Lusaka, ZAMBIA (Agencia Fides, 23/12/2019) - Ayudar a las personas con discapacidad en
Zambia significa ofrecerles apoyo físico y psicológico, pero, sobre
todo, significa ayudarles a superar el estigma social que los rodea.
Estos son los objetivos de la Asociación Papa Juan XXIII y de las
Hermanas Franciscanas Misioneras de Asís que, en colaboración con la ONG
Celim, han creado un proyecto dirigido al mundo de los discapacitados.
El plan, llamado " Disability", tiene como objetivo mejorar la oferta
educativa, asegurando una educación de calidad, estructuras adecuadas y
maestros capacitados, y como objetivo aumentar las oportunidades de
trabajo para los discapacitados, ofreciendo una atención médica
adecuada.
En Zambia, según datos de la OMS, dos millones de personas sufren
discapacidades, aproximadamente el 15% de la población. Los datos
muestran que en este porcentaje hay una prevalencia de mujeres sobre
hombres, con una mayor concentración en las zonas rurales que en las
ciudades. Las leyes estatales son limitadas. Hay una ley en el país
(Disability Act 2012) que debería ayudar a las familias y a las personas
discapacitadas. La falta de fondos significa que esta norma sea
ignorada por completo y, por lo tanto, se carece de infraestructuras y
personal con formación específica.
Durante años, los misioneros católicos han estado ofreciendo atención y
asistencia a los discapacitados. En Zambia, como en gran parte de
África, el estigma contra el mundo de la discapacidad sigue siendo
fuerte. La discapacidad se ve como el fruto de una maldición, de una
especie de brujería. Las familias tienden a esconder a los niños
discapacitados. "El zambiano promedio - dice Tommaso Sartori de Celim a
Fides - no discrimina a los discapacitados. A menudo he visto a hombres y
mujeres acercarse a personas discapacitadas, hablar con ellos, tener
una relación pacífica con ellos. Dicho esto, en las familias "Todavía
hay una sensación de vergüenza, quizás de incomodidad, lo que significa
que no se habla de discapacidad y que las personas con discapacidad
quedan relegadas al mundo del hogar".
Por lo tanto, el esfuerzo por mejorar las condiciones de vida de los
discapacitados es indispensable, pero a esto se debe agregar un trabajo
continuo de sensibilización en el contexto familiar y comunitario para
reducir los prejuicios y la discriminación que aún pesan sobre los
discapacitados.
Para superar esta situación, el proyecto incluye la colaboración con el
Ministerio de Salud para llevar a cabo actividades de sensibilización a
través de conferencias. También se están organizando una serie de
reuniones en varios vecindarios a través de las parroquias. El objetivo
es transmitir una imagen diferente de la discapacidad, promoviendo la
idea de que quienes viven con una discapacidad son un recurso para toda
la comunidad y no una verguenza que esconder.
Los misioneros han ido más allá. "Periódicamente - explica Tommaso
Sartori -, organizamos momentos en los que las personas discapacitadas
se encuentran con niños de la calle. Estos son días en los que, entre
juegos, deportes y actividades recreativas, se unen realidades que, por
diversas razones, están excluidas de la sociedad. Se trata de un modo
sereno y amigable de construir puentes de amistad y entendimiento
mutuo”. Los niños y las niñas se sienten cómodos juntos. "La recreación
es un buen momento. Los chicos se integran de forma natural porque no
sienten el peso de las diferencias que la sociedad trata de cargar sobre
sus hombros. Los chicos de la calle muestran una sensibilidad única.
Ven a las personas discapacitadas como personas vulnerables a las que
hay que estar cerca", concluye Sartori.