Alepo, SIRIA (Agencia Fides, 19/12/2019) – El Niño Jesús vino al mundo en un momento de la
historia marcado por la violencia, las privaciones y el sufrimiento, un
panorama similar al que viven hoy los sirios y otros pueblos de Oriente
Medio. La luz de su esperanza se encendió en la oscuridad, del mismo
modo hoy puede iluminar las vidas de las personas que viven en medio de
los problemas de estos tiempos difíciles. En cambio, muchos cristianos
en Siria se dejan guiar por el egoísmo y usan la comunidad eclesial como
una especie de red de asistencia a la que poder explotar, como si se
tratase de una especie de agencia al servicio de sus intereses privados.
Y este individualismo egoísta representa una trampa furtiva que
debilita y apaga la vida de las comunidades cristianas de Oriente Medio
en nuestro presente. Así lo escribe el obispo Georges Abou Khazen ofm,
vicario apostólico de Alepo para los católicos del rito latino, en una
carta navideña repleta de consideraciones tan inusuales como
sabias sobre la condición actual de los cristianos en el Oriente Medio.
“Hace dos mil años -, comenta el obispo franciscano a la Agencia Fides,
ilustrando los pasajes clave de su carta de Navidad -, Jesús vino a un
mundo marcado por fenómenos y condiciones para nada diferentes de los
que vivimos hoy: crisis, conflictos, guerras. Miseria y hambre. En aquel
tiempo también existían los flujos migratorios hacia Egipto, hacia Roma
o hacia Mesopotamia: Y entonces, ¿con qué valor podían los ángeles
recibir el nacimiento de Jesús cantando la gloria a Dios en el cielo y
la paz en la tierra a los hombres?. Fue posible precisamente porque el
nacimiento de Dios hecho hombre no era un cuento de hadas, y no era una
fake news. Era un evento real, que sorprendió y cambió los corazones de
los pastores que llegaron a adorar al Niño Jesús, y los empujó a contar a
los demás lo que habían visto".
La novedad que entró en el mundo con la encarnación de Cristo - agrega
el Vicario Apostólico de Alepo -, es una promesa de salvación que se
encamina hacia su cumplimiento a través de dificultades, resistencias,
escepticismos e indiferencias de las cuales la historia humana está
llena. Y en el camino, el milagro que puede sorprender al mundo es el de
la esperanza de la que se llenan los corazones tocados y liberados por
la gracia de Cristo, a pesar de que las condiciones históricas estén
marcadas por el sufrimiento y la miseria”. En este sentido, el obispo
Georges explica la condición actual de las comunidades cristianas
locales aportando consideraciones que están lejos de los estereotipos
que prevalecen en los medios de comunicación globales.
“En el momento del nacimiento de Jesús, - señala el vicario apostólico
de Alepo-, los ángeles no anunciaron ese evento admirable a un solo
individuo, sino a una comunidad de pastores. A lo largo de la historia,
la maravilla del evento cristiano une a las personas y las transforma en
comunidad”. Mirando al presente, el obispo franciscano recuerda que
muchas razones y problemas, relacionados con el conflicto sirio, han
contribuido a debilitar las comunidades cristianas locales en los
últimos años. Pero luego indica como un factor determinante de este
debilitamiento, la actitud de muchos que consideran a la comunidad como
un tipo de organización al servicio de sus intereses personales. "Con
gran dolor - escribe el obispo Georges-, me doy cuenta de la pérdida del
sentido de pertenencia a la comunidad en un cierto número de adultos,
que desafortunadamente transfieren esta mentalidad a sus hijos.
Pertenecemos a la Iglesia. Si la Iglesia permanece unida, las puertas
del
infierno no prevalecerán. Y en la comunidad cristiana, cada persona debe
estar atenta al bien de los demás, antes que a sí mismo". En cambio,
sin esta experiencia, cada individuo se vuelve más frágil y vulnerable,
también a merced de las herramientas de comunicación social (el Obispo
menciona explícitamente el ejemplo de los teléfonos inteligentes) que no
sirven para unir a las personas sino más bien terminan aislando a cada
individuo en el su soledad individualista.
Observando dolorosamente estos procesos de disgregación, el obispo Abou
Khazen desea a todos que precisamente la Navidad se convierta en una
oportunidad para la conversión interior, "para eliminar todas las ideas
egoístas e individualistas que nos han sido inculcadas". “La unidad de
las comunidades cristianas - remarca el vicario apostólico de Alepo-, es
un testimonio sorprendente para todos aquellos que, mirando a los
cristianos en comunión unos con otros, pueden exclamar: ‘¡miren cómo se
aman!’, ‘Es un milagro’ El milagro del amor”, agrega el obispo Georges.
“No podemos alcanzarlo solos, sino por la gracia de Dios. ‘No me
elegisteis vosotros, sino que yo os elegí’, dice Jesús. Debemos pedir
esta bendición, buscarla a través de pequeñas iniciativas y gestos
sencillos. En el espíritu de la comunidad, nos sentimos seguros. Yasí,
también el sufrimiento que estamos experimentando en estos tiempos se
diluye”. “Cuando Jesús vino al mundo - concluye el pastor de la
comunidad católica del rito latino- , la gente caminaba en la oscuridad,
distraída, y la luz divina, la luz de la fe, los atrajo y los reunió.
Espero que nosotros también podamos ver esta luz y unirnos bajo la
bandera de Cristo, el Salvador del mundo”.