Kabul, AFGANISTÁN (Agencia Fides, 19/02/2020) - El trabajo de las religiosas en Kabul continúa
incansablemente. Sabemos que en unos días el año escolar debería
comenzar de nuevo con aproximadamente un mes de retraso. Al regresar de
las vacaciones de invierno, de hecho, la nieve y el frío habían
congelado las tuberías del agua, pero ahora el problema parece estar
resuelto. Actualmente, nuestras tres religiosas están a cargo de educar a
unos cuarenta niños con síndrome de Down. Los estudiantes se
distribuyen en 4 aulas, dirigidos por maestros locales. Las clases
comienzan por la mañana, alrededor de las 8 y terminan hacia las 4 de la
tarde”. Lo explica a la Agencia Fides el padre Matteo Sanavio,
sacerdote de la Congregación de los Padres Rogacionistas quién también
es referente de la Asociación "Pro Bambini di Kabul". Se trata de una
realidad inter-congregacional (es decir, con religiosas de diferentes
órdenes) nacida por iniciativa del sacerdote guanelliano el p. Giancarlo
Pravettoni en respuesta al llamamiento de Juan Pablo II que, en el
discurso de Navidad de 2001, lanzó un llamamiento al mundo para salvar a
los niños afganos.
“Las religiosas cuentan con el apoyo total de la Asociación, que vive
casi exclusivamente de donaciones. Hasta el año pasado, teníamos dudas
de que pudiéramos continuar este servicio en 2020, pero organizamos
colectas y buscamos nuevos apoyos. La Providencia siempre nos demuestra
que no nos abandona", explica el p. Sanavio, quien agrega: “En general,
la situación ahora es bastante tranquila, no tenemos noticias de
disturbios en Kabul. El mayor problema sigue siendo garantizar el
recambio entre las religiosas presentes en la escuela: en noviembre solo
había dos de ellas y la situación era bastante precaria, pero luego
logramos garantizar la presencia de tres hermanas”. Cuando se buscan
religiosas que vengan para un período de misión, se necesita que sean
hermanas que tengan una cultura cercana a la de Afganistán o que, al
menos, conozcan el idioma árabe. Sobre todo, es necesario encontrar
religiosas dispuestas a pasar dos o tres años de su vida haciendo
grandes
sacrificios, en condiciones precarias.
En Afganistán, donde el Islam es reconocido como religión estatal, la
presencia católica fue admitida a principios del siglo XX como una
simple asistencia espiritual dentro de la Embajada de Italia en Kabul,
con el primer sacerdote Barnabita. En 2002, Juan Pablo II creó la
"Missio sui iuris". Hoy, la misión católica continúa teniendo su base en
la estructura diplomática y está a cargo del padre barnabita Giovanni
Scalese. Las Hermanas Misioneras de la Caridad también trabajan en la
capital afgana.