martes, 1 de mayo de 2012

En el Sacerdocio la misión eucarístico-sacrificial es inseparable de la pastoral

Ciudad del Vaticano, 29 de Abril de 2012 (VIS).- S.S. Benedicto XVI
confirió hoy, cuarto domingo de Pascua, la ordenación sacerdotal a
nueve diáconos procedentes de los seminarios diocesanos romanos. En el
curso de la Santa Misa, oficiada en la Basílica de San Pedro, el Santo
Padre explicó a los ordenandos que la tradición romana de celebrar las
ordenaciones sacerdotales en este domingo, denominado 'del Buen
Pastor', es muy rica de significados unidos a “la convergencia entre
la Palabra de Dios, el rito litúrgico y el Tiempo pascual en que se
sitúa. En particular, la figura del pastor, tan relevante en la
Sagrada Escritura y para la definición del sacerdote, adquiere su
plena verdad y claridad en el rostro de Cristo, a la luz del misterio
de su muerte y resurrección”.

El Papa comentó el evangelio de San Juan que inicia con la afirmación
de Jesús: 'Yo soy el buen pastor (...) que da la vida por sus ovejas'.
Una frase que lleva inmediatamente “al culmen de la revelación de Dios
como pastor de su pueblo; este centro y culmen es Jesús (...) que
muere en la cruz y resurge del sepulcro al tercer día con toda su
humanidad. De este modo nos involucra a todos (...) en su pasaje de la
muerte a la vida. Este hecho – la Pascua de Cristo – en que se realiza
plena y definitivamente la obra pastoral de Dios, es un hecho
sacrificial. Por eso, el Buen Pastor y el Sumo Sacerdote coinciden en
la persona de Jesús que dio su vida por nosotros”.

La segunda Lectura, la Primera Carta de San Juan habla, en cambio,
“del fruto de la Pascua de Cristo: nuestra transformación en hijos de
Dios (...) Efectivamente, la condición filial del hombre es el fruto
de la obra salvífica de Jesús: con su encarnación, con su muerte y
resurrección y con el don del Espíritu Santo, ha incorporado al hombre
en una relación nueva con Dios: la misma que Él tiene con el Padre
(...) Es una relación ya plenamente real, pero que todavía no se ha
manifestado completamente. Así será cuando –si Dios quiere– podremos
ver su rostro sin velos”.

“Queridos ordenandos, ¡allí nos quiere conducir el Buen Pastor! -
exclamó el Papa- Allí es donde el sacerdote está llamado a conducir a
los fieles que le han confiado: a la vida verdadera; a la vida 'en
abundancia'”. Al mismo tiempo, Jesús reafirma que la característica
del verdadero pastor es dar la propia vida. “La figura bíblica del
rey-pastor, que comprende principalmente el deber de regir al pueblo
de Dios, de mantenerlo unido y guiarlo -dijo el Santo Padre - (...) se
realiza plenamente en Jesucristo en la dimensión sacrificial, en la
ofrenda de la vida. Se realiza (...) en el misterio de la Cruz, en el
supremo acto de humildad y de amor oblativo”.

En esta perspectiva se orientan las formulas del Rito de la Ordenación
de los Presbíteros, ya que entre las preguntas relacionadas con los
“compromisos de los elegidos”, la última, que tiene un carácter
culminante y de algún modo sintético, dice: '¿Queréis estar cada vez
más estrechamente unidos a Cristo sumo sacerdote, que como víctima
pura se ofreció al Padre por nosotros, consagrando vosotros mismos a
Dios junto a Él por la salvación de todos los hombres?”.

Con su respuesta “el sacerdote es aquel que viene inserido de forma
singular en el misterio del Sacrificio de Cristo, unido personalmente
con Él, para prolongar su misión salvífica. Esta unión, que se realiza
gracias al Sacramento del Orden, exige ser 'cada vez más estrecha' ,
por la generosa correspondencia del sacerdote mismo”.

S.S. Benedicto XVI recordó igualmente la fórmula pronunciada en la
entrega del pan y el vino: 'Recibe las ofrendas del pueblo santo para
el sacrificio eucarístico. Comprende lo que harás, imita lo que
celebrarás, conforma tu vida al misterio de la cruz de Cristo Señor'.
Esa fórmula resalta que “para el sacerdote, celebrar cada día la Santa
Misa, no significa desempeñar una función ritual sino cumplir una
misión que atañe entera y profundamente toda su existencia, en
comunión con Cristo resucitado que, en su Iglesia, continúa actuando
el Sacrificio redentor”.

“Esa dimensión eucarístico-sacrificial es inseparable de la pastoral y
constituye el núcleo de verdad y de fuerza salvífica, del que depende
la eficacia de cualquier actividad (...) La predicación, las obras,
los gestos de diverso género, que la Iglesia efectúa con sus múltiples
iniciativas, perderían su fecundidad salvífica si faltase la
celebración del Sacrificio de Cristo. Y ésta se confía a los
sacerdotes ordenados (...)Sólo a través de esta 'puerta' del
Sacrificio pascual los hombres y mujeres de todos los tiempos y
lugares, pueden entrar en la vida eterna; sólo a través de esta “vía
santa” pueden seguir el éxodo que los conduce a la 'tierra prometida'
de la verdadera libertad, a las 'verdes praderas' de la paz y la
alegría sin fin”.

“Queridos ordenandos -concluyó el Santo Padre- esta Palabra de Dios
ilumine toda vuestra vida. Y cuando el peso de la cruz se haga más
pesado, sabed que esa es la hora más preciosa, para vosotros y para
las personas que os han confiado: renovando con fe y con amor el “Sí,
con la ayuda de Dios lo quiero”, cooperaréis con Cristo, Sumo
Sacerdote y Buen Pastor, en apacentar a sus ovejas – quizás a aquella
que se había perdido y por la cual se hace una gran fiesta en el
Cielo”.