El cardenal ha dedicado buena parte de su discurso al tema de la persecución de los cristianos: “No podemos no quedarnos dolorosamente atónitos ante la persecución contra los cristianos, que crece y se hace más cruel. El mundo de la fe, del sentido común, el mundo de los humanos queda desconcertado y golpeado”. Cuestionando los motivos de esta persecución, ha afirmado: “La razón, incluso antes de la fe, no puede sino condenar tanta barbarie y estudiada crueldad contra las minorías, especialmente contra los cristianos solo por ser cristianos. Y no puede dejar de condenar las estrategias locas y sangrientas que hacen ir hacia atrás el reloj de la historia. La religión nunca puede ser utilizada para matar o hacer violencia a invocar el nombre de Dios para cortar las gargantas es una blasfemia que está gritando al cielo y a la tierra”.
Por último, ha destacado: “Si bien sigue siendo una responsabilidad urgente el garantizar los derechos de la libertad religiosa en el mundo, una vez más instamos a Europa a hacer un serio examen de conciencia sobre el fenómeno de los occidentales que se alistan en los escuadrones de la muerte”.