Rio Grande do Norte, BRASIL (Agencia Fides, 21/04/2017) – Se vive una gran alegría en Rio
Grande do Norte después de la noticia de que el 15 de octubre tendrá
lugar la canonización de los protomártires de Brasil: André de Soveral,
Ambrosio Francisco Ferro, sacerdotes, Matteo Moreira, Laico, y 27
compañeros, asesinados por odio a la fe en Brasil el 16 de julio de 1645
y el 3 de octubre de 1645. Ayer el Papa FRANCISCO, en el Consistorio
ordinario, ha definido la fecha de la canonización, que se celebrará en
San Pedro el 15 de octubre. La promulgación del decreto de canonización
tuvo lugar el pasado 23 de marzo.
Como informa la nota recibida en la Agencia Fides por fuentes locales,
non solo en Cunhaú y Uruacu, sino en todo Rio Grande do Norte y en
muchas otras ciudades de Brasil se reza a los protomártires de Brasil,
de modo particular cada vez que se celebra un Congreso Eucarístico o en
la fiesta del Corpus Domini, ya que siempre han sido considerados
ejemplos de devoción eucarística, de fidelidad a la iglesia y de
compromiso misionero.
Estas fueron las palabras de San Juan Pablo II en la celebración de
beatificación de los 44 mártires, el 5 de marzo del 2000, en San Pedro.
“Al evocar el significativo recuerdo de la celebración del V Centenario
de la evangelización de Brasil, que tiene lugar este año (2000). En
aquel inmenso país, no fueron pocas las dificultades para la
implantación del Evangelio. La presencia de la Iglesia se fue
consolidando lentamente mediante la acción misionera de varias órdenes y
congregaciones religiosas y de sacerdotes del clero diocesano. Los
mártires que hoy son beatificados provenían, a finales del siglo XVII,
de las comunidades de Cunhaú y Uruaçu de Río Grande del Norte. Andrés de
Soveral, Ambrosio Francisco Ferro, presbíteros, y sus 28 compañeros
laicos pertenecen a esa generación de mártires que regó el suelo patrio,
fecundándolo para la generación de los nuevos cristianos. Son las
primicias del trabajo misionero, los protomártires de Brasil. A uno d
e ellos,
Mateo Moreira, estando aún vivo, le arrancaron el corazón por la
espalda, pero todavía tuvo fuerzas para proclamar su fe en la
Eucaristía, diciendo: 'Alabado sea el santísimo Sacramento'”.