Yangon, MYANMAR (Agencia Fides, 02/12/2019) – “Lanzo un llamamiento a los líderes de
Myanmar para que se abandonen las armas y la violencia y se dialogue con
todas las comunidades, de todas las etnias y religiones, buscando una
solución pacífica a décadas de conflicto, comenzando un nuevo proceso de
paz, justicia, verdad y reconciliación”: afirma el cardenal Charles
Maung Bo, arzobispo de Yangon y presidente de la Federación de
Conferencias Episcopales de Asia en una carta abierta publicada a
principios de diciembre y enviada a la Agencia Fides.
El cardenal insta a los gobernantes de Myanmar a que dirijan toda su
energía y esfuerzos “para cuidar a las personas pobres y que sufren
durante”, en una nación que aún vive las heridas de largos años de
conflicto. El cardenal Bo ha recordado a todos que es su deber, como
sacerdote y pastor, hablar en nombre de los pobres, los marginados y los
que no tienen voz. "Ahora es el momento de buscar la verdad, la
justicia, la paz y la reconciliación. Soy sacerdote, no abogado ni
político, por lo que no comentaré nada sobre las iniciativas legales
internacionales actuales. Pero sé que para que haya paz, debe haber
justicia, y para que haya reconciliación, debe haber reconocimiento de
la verdad”, afirma.
El Arzobispo de Yangon también se dirige a la comunidad internacional
para que "tenga en cuenta el bienestar de todo el pueblo de Myanmar".
"En particular, insto a la comunidad internacional a garantizar que, en
un esfuerzo por enjuiciar a los responsables de crímenes contra la
humanidad, no penalicen inadvertidamente a quienes no son responsables y
no castiguen a todo el pueblo de Myanmar en su conjunto". Y continúa:
“que la comunidad internacional tenga cuidado de no tomar medidas que
puedan perjudicar a los más pobres. Animo a la comunidad internacional a
centrar sus esfuerzos focalizandose en aquellos que son directamente
responsables de perpetrar violaciones graves de los derechos humanos y
graves injusticias".
En la carta, el cardenal también subraya el papel positivo del diálogo
interreligioso y el compromiso de la Iglesia con la paz, la
reconciliación y la justicia, mientras el país atraviesa una fase
histórica que "necesita desesperadamente curarse". "Durante setenta
años, Myanmar se ha visto azotado por conflictos étnicos, dictaduras y
nacionalismos religiosos que han llevado a un derramamiento de sangre
horrible, muerte, destrucción, esclavitud y abusos”, recuerda. "Durante
demasiadas décadas, Myanmar se ha visto excluido del mundo". En los
últimos siete años han surgido algunos signos de esperanza y signos de
luz, que luegon han sido reemplazados de nuevo por nuevas nubes
oscuras", señala.
En la carta, el cardenal concluye: "Justicia y paz van de la mano,
verdad y reconciliación caminan juntas. Myanmar necesita la ayuda del
mundo para recorrer el camino de la verdad y el perdón. Rezo por mi
nación y por la comunidad internacional, para que juntos podamos caminar
de la mano en la búsqueda de la verdadera paz".