viernes, 16 de diciembre de 2011

Papa: "El abeto navideño recuerda el perdurar de la vida en Cristo"

CIUDAD DEL VATICANO, 17 DIC 2010 (VIS).-  El Papa Benedicto XVI recibió esta mañana a una delegación de Ucrania, la nación que este año ha regalado el árbol de Navidad que se coloca al lado del Portal de Belén en la Plaza de San Pedro. Esta tarde, en presencia de los Obispos ucranianos,  se encenderán las luces del abeto rojo -procedente de la región  de Zakarpattya- que mide 30.5 metros y está adornado con  2,500 esferas de color oro y plata. Acompañan a este ejemplar otros árboles más pequeños que se colocarán en diversos lugares del Vaticano.

    El Santo Padre saludó a los Arzobispos que formaban parte de la delegación: Su Beatitud Svioatoslav Schevchuck, de Kyiv-Halyc; Mieczyslac Mokrzycki, de Leópolis de los Latinos; al Eparca Milan Sasik, de Mukachensko y agradeció la presencia de los representantes de la Iglesia Ortodoxa, encabezados por el Arzobispo de Poltava y Myrhorod.

  "Este abeto, símbolo significativo de la natividad de Cristo, porque con sus ramas siempre verdes recuerda el perdurar de la vida, es también signo de la religiosidad popular de vuestra tierra y de las raíces cristianas de vuestra cultura. Espero que esas raíces consoliden todavía más vuestra unidad nacional, favoreciendo la promoción de valores auténticos y compartidos. En el transcurso de los siglos, vuestro país ha sido un cruce de caminos de culturas diversas y un punto de encuentro entre las riquezas espirituales de Oriente y Occidente. ¡Que en la tenaz adhesión a los valores de la fe siga respondiendo a esta peculiar vocación", dijo el Pontífice.

  El árbol y el Nacimiento, continuó, son "elementos de ese clima característico de Navidad que pertenece al patrimonio espiritual de nuestras comunidades; una atmósfera teñida de religiosidad e intimidad familiar que debemos conservar también en la sociedad actual, en que, a veces, predomina el consumismo y la búsqueda de bienes materiales. La Navidad es una fiesta cristiana y sus símbolos constituyen referencias importantes al gran misterio de la encarnación y el nacimiento de Jesús que la liturgia recuerda constantemente. El Creador del universo, haciéndose niño, vino entre nosotros para compartir nuestro camino; se hizo pequeño para entrar en el corazón del ser humano y renovarlo con su amor. Preparémonos a acogerlo con fe", finalizó S.S. Benedicto XVI.