jueves, 8 de diciembre de 2011

S.S. Benedicto XVI: "La revelación divina no sigue la lógica terrenal"

CIUDAD DEL VATICANO, 7 DIC 2011 (VIS / www.ssbenedictoxvi.org).-  S.S. Benedicto XVI dedicó la catequesis de la Audiencia General de los miércoles, celebrada a las 10.30 horas en el Aula Pablo VI del Vaticano, al denominado "Himno de Júbilo del Mesías",  la plegaria de Jesús transmitida  por los evangelistas Mateo y Lucas que constituye "el ápice de un camino de oración en que emerge claramente la profunda e íntima comunión de Jesús  con la vida del Padre, en el Espíritu Santo, y su filiación divina".

 Ya al principio del himno, observó el Papa,  Jesús se dirige  a Dios llamándolo Padre, un término que  expresa "la conciencia y la certeza de  Jesús de ser  'el Hijo' en íntima y constante comunión con Él.  Este es el punto central y la  fuente de toda  oración de Jesús (...) El nombre de 'Padre' es seguido por un segundo título: 'Señor del cielo y la tierra', que recuerda la gran narración bíblica de la historia  de amor de Dios por el ser humano comenzada con la creación. Jesús (...) es la cumbre y la plenitud de esta historia de amor (...)  A través de la expresión 'Señor del cielo y la tierra' también reconocemos cómo en Jesús, el revelador del Padre, se vuelve a abrir  para el  hombre la posibilidad de acceso a Dios".

 Pero, ¿a quien  quiere el Hijo  revelar los misterios de Dios? "La revelación divina -explicó el Pontífice- no acontece siguiendo la lógica terrenal, según la cual son los hombres cultos y potentes  los que poseen los  conocimientos importantes que transmiten  luego a la gente más sencilla (...) El estilo de Dios es otro: los destinatarios de su comunicación son  los 'pequeños'. Y ¿cuál es la 'pequeñez', que abre el ser humano a  la intimidad filial con Dios y a aceptar su voluntad? (...) Es la pureza de corazón que nos permite reconocer el rostro de Dios en Jesucristo. Es tener el corazón tan simple como el de los niños, sin la presunción de quien se cierra en sí mismo pensando que no necesitamos a nadie, ni siquiera a Dios".

 En el Evangelio de Mateo, después del Himno de  Júbilo, nos encontramos con uno de los llamamientos más conmovedores de Jesús: "Venid a mí todos los que estáis cansados ​y agobiados, y yo os aliviaré". Jesús pide que vayamos a Él, que es la verdadera sabiduría, a Aquél  que es "manso y humilde de corazón"; propone "su yugo" el camino de la sabiduría del Evangelio, que no es una doctrina que aprender o  una propuesta ética, sino una Persona a seguir: Èl mismo, el Hijo Unigénito en perfecta comunión con el Padre".

  "También nosotros -concluyó S.S. Benedicto XVI- (...)  podemos dirigirnos  a Dios  con confianza de hijos y llamarlo  Padre cuando rezamos.  Pero tenemos que tener el corazón de los pequeños, de los "pobres de espíritu" para reconocer que no somos autosuficientes (...) que necesitamos a Dios, que tenemos que encontrarlo, escucharlo, hablarle. La oración nos abre a recibir el don de Dios, su sabiduría, que es Jesús mismo, para hacer la voluntad del Padre en nuestras vidas y encontrar consuelo en las fatigas de nuestro camino".

  Para concluir la Audiencia, Benedicto XVI saludó en a los peregrinos presentes en el Aula en francés, inglés, alemán, español, portugués, polaco, checo e italiano y señaló que la Solemnidad de la Inmaculada, que se celebra mañana, "nos recuerda la singular adhesión de María al proyecto salvífico de Dios. Preservada de cualquier sombra de pecado para ser morada santa del Verbo encarnado, ella confió siempre plenamente en el Señor". El Papa exhortó a especialmente a los jóvenes a esforzarse por imitar a la Virgen "con corazón puro y límpido, dejándoos plasmar por Dios que, también en vosotros, desea obrar 'cosas grandes'".

Estas fueron sus palabras en castellano:

"Queridos hermanos y hermanas:

Los evangelistas Mateo y Lucas nos han trasmitido una oración de Jesús que expresa la profundidad de su comunión con el Padre. El versículo "Te doy gracias", con el que la misma comienza, traduce una palabra griega que significa, a la vez, reconocimiento y asentimiento al proyecto de Dios, que desde el inicio de la creación ha querido otorgarnos su amor. Por eso nos ha enviado a su Hijo, el único que conoce al Padre, para hacernos partícipes de su filiación. Si nos hacemos pequeños, entrando en la lógica divina, podremos pronunciar con Jesús nuestro "Sí" a ese plan de Dios, como hizo María en la Anunciación. El Señor se llenó de alegría en el Espíritu al hacer esta oración; también nosotros, llenos del Espíritu Santo, podemos proclamar "¡Abba, Padre!", y en la oración del Padrenuestro pedir que se haga su voluntad, en el cielo como en la tierra, sabiendo que en ella, en seguir a Cristo y acoger su yugo, está nuestro consuelo.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular, a la delegación del Gobierno autónomo de Navarra y a la Escolanía de la Catedral de Palencia, así como a los otros grupos provenientes de España, México y otros países latinoamericanos. Invito a todos a orar buscando la comunión con Cristo, al que conocemos y amamos como fruto del Espíritu recibido, sintiendo que en su intimidad está ya nuestra alegría. Dios os bendiga. Muchas gracias".

La Audiencia concluyó con el canto del Pater Noster y la Bendición Apostólica impartida por el Santo Padre.