lunes, 25 de mayo de 2015

Beatifican al Arzobispo Romero: “símbolo de paz, de concordia, de fraternidad”

San Salvador, EL SALVADOR (Agencia Fides, 25/05/2015) - Si los perseguidores de Monseñor Romero “desaparecieron en las sombras del olvido y la muerte, la memoria de Romero en su lugar sigue viva y a dar consuelo a todas las personas desfavorecidas y marginadas de la tierra”: lo ha dicho el cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, quien ha presidido este sábado, 23 de mayo en San Salvador una solemne celebración por la beatificación del arzobispo Oscar Arnulfo Romero Galdámez, asesinado “in odium fidei” el 24 de marzo de 1980.

En su homilía el Cardenal Amato ha señalado que la opción por los pobres de Romero “no era ideológica sino evangélica. Su caridad también se extendía hacia los perseguidores a los que predicaba la conversión al bien y a los que aseguró el perdón, a pesar de todo”. Mons. Romero no se dejo disuadir por las amenazas de muerte o por las críticas diarias que recibía, de hecho avanzaba sin rencores a nadie, por eso, ha dicho el cardenal, no es un “símbolo de división, sino de paz, armonía, hermandad. Damos gracias al Señor por su siervo fiel, que la ha donado su santidad a la iglesia y a la humanidad su bondad y mansedumbre”.

La Conferencia Episcopal de El Salvador, en el mensaje lanzado por la beatificación de Mons. Romero titulado “Entra en el gozo de tu Señor” (cfr Mt 25,21), recuerda que “La muerte de Monseñor Romero conmovió al mundo”, y en estos treinta y cinco años desde entonces “no ha sido fácil el camino… la mayor dificultad fue la manipulación que se hizo de la figura y de la palabra del futuro beato”. Por esto en su mensaje los obispos subrayan, citando sus mismas palabras, que Romero “fue un hombre de Dios”, hombre de profunda comunión, totalmente abandonado a la voluntad de Dios. Fue también “hombre de iglesia”, según su moto episcopal “Sentire cum Ecclesia”, al que dedicó las cuatro cartas pastorales escritas durante su ministerio de Arzobispo. En una de estas “explicó ampliamente que la Iglesia existe para anunciar y hacer presente el misterio de Cristo” y ilustró como la iglesia que deseaba construir en San Salvador, debía estar “en total sintonía con la doctrina del Concilio Vaticano II tal como fue interpretado por los documentos de Medellín”.

El aspecto más conocido y más valorado de Monseñor Romero fue “su amor por los pobres y su total entrega a la promoción y a la defensa de su dignidad como personas y como hijos e hijas de Dios”, haciendo propia la opción de los obispos latinoamericanos expresada en Puebla, en el 1977. El último aspecto sobre el que se detienen los obispos se refiere “Monseñor Romero, testigo de la fe hasta el derramamiento de su sangre”. “Monseñor Romero fue asesinado por amar a los pobres a ejemplo de su Maestro, Jesús de Nazareth – escriben -. A ellos prestó su voz de profeta y por ellos entregó su vida, renunciando a la cómoda solución de abandonar el rebaño y huir como hacen los mercenarios”. 

“Este es el hombre de Dios que a partir del 23 de mayo vamos a venerar como beato – concluyen los obispos -. Que su testimonio nos estimule para vivir coherentemente nuestro compromiso bautismal. Que su palabra ilumine nuestro caminar cristiano. Y que su intercesión abra caminos a la reconciliación entre nosotros y nos ayude a vencer todas las formas de violencia para que se establezca entre nosotros el Reino de la vida, de la justicia, de la verdad, del amor y de la paz”.