En la opinión del Dr. Nabil Antaki, una solución política negociada al conflicto puede tener oportunidades de éxito reales sólo si los grupos rebeldes no yihadistas reconocen como interlocutor “al actual gobierno de Siria, porque no se puede negociar con alguien al que se le exige, como condición previa, su eliminación”.
En cuanto a la situación de la ciudad siria de Antaki, explica que “Aleppo está dividida en dos partes: al este con 300.000 habitantes se encuentra en manos de los grupos armados y al oeste, con 2 millones de habitantes, está bajo el control del Estado sirio; hay es donde vivimos y trabajamos nosotros. No sabemos lo que sucede en la otra parte de la ciudad”, dice el médico, que añade: “los rebeldes nos bombardean a diario y muchos hospitales de nuestra área de la ciudad han sido destruidos, quemados o dañados por sus acciones”.
Nabil Antaki expresa opiniones críticas sobre la propuesta de hacer de Alepo una “ciudad abierta” (definida por él como superada por los acontecimientos) y, especialmente, sobre la hipótesis de introducir una zona de exclusión aérea y disponer de fuerzas de interposición en el norte de Siria. Medidas que, en su opinión, “beneficiarían a los grupos armados y pondrían la ciudad y sus habitantes en peligro, y a la merced de Daesh y de al Nusra”.
También son importantes las opiniones expresadas por el miembro laico de la congregación de los Maristas sobre las dinámicas geopolíticas globales que alimentan el conflicto sirio: “Desde 2011” refiere Nabil Antaki “los sirios han entendido que lo que sucedía no era una revolución en Siria para lograr una mayor democracia, un mayor respeto de los derechos humanos y menos corrupción. Los sirios sabían desde el principio que la 'primavera árabe' era el nuevo nombre del 'caos constructivo' de Condoleezza Rice, y del 'nuevo Oriente Medio' de la administración Bush y que esta 'primavera' en Siria habría terminado en el caos y la destrucción del país o en un estado islámico. Por desgracia, ambas alternativas pueden resultar viables”.