sábado, 1 de abril de 2017

FRANCISCO: Homilías de marzo 2017 [12 y 1°]

HOMILÍAS DEL SANTO PADRE FRANCISCO
MARZO 2017


VISITA PASTORAL A LA PARROQUIA ROMANA
DE SANTA MAGDALENA DE CANOSSA EN LA BORGATA OTTAVIA


Domingo 12 de marzo de 2017


Dos veces se hace referencia en este pasaje del Evangelio (Mt 17,1-9),  a la belleza de Jesús,  de Jesús-Dios, de Jesús luminoso, de Jesús lleno de alegría y vida. Primero, en la visión: "Y se transfiguró." Se transfiguró delante de ellos, de los discípulos, "resplandeció su rostro como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz." Y Jesús se transforma, se transfigura. La segunda vez, mientras  bajaban del monte, Jesús les mandó que no hablasen de esta visión antes de que Él no hubiera resurgido de la muerte;  es decir, en la resurrección Jesús tendrá - tenía, pero en ese momento aún no había resurgido - el mismo rostro luminoso, brillante, así será. Pero ¿qué quería decir? Que entre esta transfiguración, tan hermosa, y aquella  resurrección, habrá otro rostro de Jesús: habrá un rostro no tan hermoso; habrá un rostro feo, desfigurado, torturado, despreciado, ensangrentado por la corona de espinas ... Todo el cuerpo de Jesús será como algo que descartar. Dos transformaciones y, en medio,  Jesús crucificado, la cruz. ¡Tenemos que mirar tanto a la cruz ! Y Jesús-Dios - "Este es mi Hijo," "¡Este es mi Hijo, el amado!" - ¡Jesús, el Hijo de Dios, Dios mismo, en quien el Padre se complace! ¡Se ha aniquilado  para salvarnos! Y por usar una palabra demasiado fuerte, demasiado fuerte; tal vez una de las palabras más fuertes del Nuevo Testamento, una palabra usada por Pablo: Se hizo pecado (cf. 2 Co 5:21). El pecado es lo peor; el pecado es la ofensa contra Dios, la bofetada a Dios, es decir a Dios: "Tu no me importas, yo prefiero esto ...". Y Jesús se hizo pecado, se aniquiló, se abajó  hasta allí ... Y para preparar a los discípulos a que no se escandalizasen al verlo así, en la cruz, hizo esta transfiguración.
 

Estamos acostumbrados a hablar de los pecados cuando nos confesamos - "Hice este pecado,  hice este otro ..." -; y también en la Confesión, cuando somos perdonados, sentimos que somos perdonados porque Él cargó con este pecado en la Pasión: Él se hizo pecado. Estamos acostumbrados a hablar de los pecados de los demás. Es muy feo ... En lugar de hablar de los pecados de los demás, no digo que nos hagamos pecado nosotros, porque no podemos, pero sí mirar a nuestros pecados y  a Él, que se hizo pecado.
 

Este es el camino hacia la Pascua, hacia la Resurrección: avanzar con la seguridad de esta transfiguración; ver este rostro tan luminoso, tan hermoso que será el mismo en la resurrección y el mismo  que encontraremos en el cielo, y también ver este otro rostro, que se hizo  pecado, así pagó por  todos nosotros. Jesús se hizo pecado, se hizo  maldición de Dios por nosotros: el Hijo bendito, en la Pasión se convirtió en maldito porque  tomó sobre sí nuestros pecados (cf. Gal 3.10 a 14).


Pensemos en ello. ¡Cuánto amor! ¡Cuánto amor! Y  pensemos también en la belleza del rostro transfigurado de Jesús que nos encontremos en el Cielo.


Y que esta contemplación de los dos rostros de Jesús - el transfigurado y el que se hizo pecado, el que se hizo maldición - nos anime  a ir hacia adelante a lo largo del camino de la vida, en el camino de la vida cristiana.  Que nos anime a pedir perdón por nuestros pecados, a no pecar tanto ... Que nos anime, sobre todo,  a confiar, porque si Él se  hizo pecado es porque  tomó sobre sí los nuestros. Y Él siempre está dispuesto a perdonarnos. Solamente tenemos que pedírselo.


Palabras del Papa en el curso de los diversos encuentros en la parroquia


Encuentro con los niños y jóvenes del catecismo


Elisabetta: Me llamo Elisabetta. Querido Papa FRANCISCO: ¿Cuándo comenzó tu primer encuentro con Jesús?
 
Patrizio: Me llamo Patrizio. Querido Papa Papa FRANCISCO: ¿Estás contento de ser  el Papa? ¿O hubieras preferido ser un simple sacerdote en una pequeña parroquia?
 
Sara: Me llamo Sara. Querido Papa FRANCISCO: ¿Hay algo que te asusta o te da miedo?
 
Edoardo: Me llamo Edoardo. Querido Papa FRANCISCO: ¿Cuáles han sido los mejores momentos de tu vida?
 
Párroco: Ella es una de los grupos de adolescentes, de después de la confirmación.
 
Camilla: Me llamo Camilla. Querido Papa, nos damos cuenta de que a veces usamos demasiado el smartphone o siempre estamos delante de la televisión. También nos gusta, sin embargo, salir con los amigos, pero a veces no somos capaces de escuchar a los demás y de escucharnos a nosotros mismos . ¿Cómo podemos resolver este problema?
 
Papa FRANCISCO: La primera pregunta era: ¿Cuándo te acercaste a Jesús? Era esa, ¿verdad? Voy a hacer una pregunta a cambio: ¿Por qué cada vez que te acercas a Jesús, te das cuenta de que Él se ha acercado antes? Si podemos acercarnos a Jesús, es porque Él se ha acercado antes. Siempre da el primer paso.  ¿Lo entendéis? ¿Jesus rechaza estar con nosotros? Os lo pregunto…
 
Niños: ¡No!
 
Papa FRANCISCO: Eso es. ¿Jesús nos espera? ¿Nos espera o no nos  espera?
 
Niños: ¡Sí!
 
Papa FRANCISCO: Pero ¿nos espera así, o hace otra cosa? [Uno dice, "Sale al encuentro"] ¡Sale al encuentro! ¡Bien dicho! ¿Quién dijo esto? ¡Eres muy listo! ¡Bravo! Jesús siempre nos sale al encuentro. Y si ves a Jesús que viene de esta parte  y te haces un poco el tonto y miras a la otra, ¿Jesús se va?
 
Niños: ¡No! ¡Te ayuda!
 
Papa FRANCISCO: ¡Fuerte!
 
Niños: ¡No!
 
Papa FRANCISCO: Tú, ¿Qué hace Jesús? Lo has dicho muy bien ...
 
Niño: ¡Te ayuda!
 
Papa FRANCISCO: ¿Te agarra por la oreja y te hace así? [Hace el gesto]
 
Niños: ¡No! Te hace entender donde te has equivocado.
 
Papa FRANCISCO: Eso es. Te habla al corazón, hace que te des cuenta de lo que es el amor. Y si tu  no quierea escucharle, ¿Qué hace? ¿Se va?
 
Niños: ¡No!
 
Papa FRANCISCO: Se queda. Se queda allí. Tiene paciencia. Jesús siempre espera. Y esta es la respuesta a tu pregunta. Nosotros nos acercamos a Jesús, pero descubrimos que  ha sido Él quien se ha acercado antes. Estaba allí esperándonos. Y espera. Y nos habla. Pero siempre está ahí, siempre está ahí, siempre está ahí. Y si tu has hecho algo malo, ¿te echa?
 
Niños: ¡No!
 
Papa FRANCISCO: ¿No?
 
Niños:¡Te perdona!
 
Papa FRANCISCO: Ah ... esta que habéis dicho es una palabra hermosa.
 
Niños: ¡Te perdona!
 
Papa FRANCISCO: Y si tu.. Tu tienes que decirle que sientes haber hecho estas cosas, ¿verdad?
 
Niños: ¡Sí!
 
Papa FRANCISCO: Y Él te perdona. Estás arrepentido, y Él te perdona. Pero siempre es Jesús que se acerca el primero.
 
Niños: Y está siempre en nuestros corazones.
 
Papa FRANCISCO: Fuerte, no he oído...
 
Niño: Está siempre en nuestros corazones.
 
Papa FRANCISCO: Está siempre en nuestros corazones. Nunca nos abandona. Siempre está con nosotros. En los buenos tiempos está con nosotros, cuando jugamos, cuando estamos contentos ¿está con nosotros?... ¡Fuerte!
 
Niños: ¡Sí!
 
Papa FRANCISCO: Y en los malos momentos de la vida, ¿también?
 
Niños: ¡Sí¡ Nos consuela, está cerca de nosotros y nos consuela.
 
Papa FRANCISCO: Muy bien, nos consuela. Es verdad, Jesús es así. Gracias, buena respuesta. Buena pregunta. ¡Gracias de la pregunta!La segunda era...
 
Párroco: Papa o Párroco en una parroquia pequeña ...
 
Papa FRANCISCO: Pero...  tu sabes que no se estudia para ser Papa. ¿Se estudia o no se estudia?
 
Niños: ¡No!
 
Papa FRANCISCO: ¡No! También esta pregunta: ¿Se paga para ser Papa?
 
Niños: ¡No!
 
Papa FRANCISCO: No oigo muy bien...
 
Niños: ¡No!
 
Papa FRANCISCO: ¿No hay que pagar? Si tienes un montón de dinero y vas allí y se lo das a los cardenales, ¿te hacen  Papa por esto?
 
Niños: ¡No!
 
Papa FRANCISCO: No. Pero si no  se estudia, y no se paga, ¿quién te hace Papa?
 
Niños: Dios.
 
Papa FRANCISCO: Dios. Y dime, decidme  todos: ¿Cuál fue el primer Papa, ¿Cómo se llamaba?
 
Niños: Pedro
Papa FRANCISCO: Pedro era un santo, ¿verdad?

 
Niños: ¡Sí!
 
Papa FRANCISCO: ¿Siempre fue santo?
 
Niños: ¡No!
 
Papa FRANCISCO: ¿No? ¿Hizo algo malo?
 
Niños: ¡Sí!
 
Papa FRANCISCO: ¿Qué hizo? Lo peor...
 
Niños: ¡Dijo que no conocía a Jesús!
 
Papa FRANCISCO: Dijo que no conocía a Jesús, renegó de Jesús. Un pecado feo, feísimo. Y a este pecador, ¿cómo lo hicieron Papa? Jesús elige quien quiere que sea Papa en este tiempo; en otro tiempo  elige a otro, y otro, y otro ... Pero la pregunta: A mí, que me eligieron para hacer este trabajo, ¿ me gusta o no ? Me gusta, y también me gustaba cuando era párroco en una parroquia, rector de la facultad y también párroco, los  dos: me gustaba mucho. También me  gustaba enseñar en la escuela, la catequesis, la misa para los niños... me gustaba. Siempre, ser sacerdote es algo que me ha gustado mucho. Por lo tanto, ¿que es más bonito: ser Papa o ser sacerdote? Pensadlo bien,  ¿que es más bonito?
 
Niños: Papa...
 
Papa FRANCISCO: ¿No lo habéis entendido?
 
Niños: Los dos ...
 
Papa FRANCISCO: Los dos: lo que Dios quiere. Lo que  Dios quiere. Lo que el Señor te da es hermoso, porque cuando el Señor te da una tarea para hacer, un trabajo, ser párroco de una parroquia o de una diócesis o ser  Papa, o pastor allí,  te da una tarea. Y ¿ qué te pide el Señor  cuando te hace párroco u obispo? ¿Qué te pide? ¿Qué te pide que hagas?


Niños:  Llevar la paz.


Papa FRANCISCO: Llevar la paz. Más.


Niños: Llevar la Palabra ...


Papa FRANCISCO: Enseñar la palabra de Dios, hacer catequesis ...¿ Algo más ? ¡Tú, fuerte! [Uno dice: "Amar"] Amar, amar, hacer comunidad de amor, que todos se  quieran.


Niños: Ayudar a los demás... llevar la paz al mundo...


Papa FRANCISCO: ¿Llevar la paz al mundo? Pero esto, ¿lo debe hacer solo el Papa, o tenemos que hacerlo todos?


Niños: Todos


Papa FRANCISCO: ¡Todos! Y ¿cómo se empieza a llevar la paz al mundo? En la familia, en la escuela, con tu compañero, cuando juegas con los otros... siempre la paz. Y si te enfadas con tu amigo  o con tu compañero de la escuela, ¿esto es llevar la paz


Niños: No.


Papa FRANCISCO: ¿Qué tienes que hacer si te enfadas?


Niño: Si alguna vez te enfadas con un amigo tuyo, haces las paces y todo termina allí
  

Papa FRANCISCO: Muy bien. Si alguna vez te enfadas con un amigo tuyo, como ha dicho él, haces las paces, y sigues. ¡Eres listo! Gracias. ¿De acuerdo? La tercera pregunta... Pero antes de pasar a la tercera, algo sobre la paz. Cuando un matrimonio se enfada... A veces habéis oído que papá y mamá discuten por algo: esto es normal, sucede. Siempre hay cosas por las que discutir, ¿verdad? Pero ¿qué tienen que hacer después? 


Niños: Tienen que hacer las paces


Papa FRANCISCO: Hacer las paces. Y vosotros decid a vuestros padres...


Niño: Que no tienen que discutir nunca más.


Papa FRANCISCO: No. "Si discutís haced las paces antes de que se acabe el día." ¿De acuerdo? Este es un consejo que tenéis que dar a vuestros padres. Vamos a ver si lo habéis aprendido bien: ¿cuál era el consejo? Si discutís...


Niños: ...Haced las paces antes de que se acabe el día.


Papa FRANCISCO: Antes de que se acabe el día.


Niño:  También porque es feo discutir.


Papa FRANCISCO: Es feo, es feo... ¿qué es feo?


Niños: Discutir


Papa FRANCISCO: Discutir es feo, pero sucede, pasa. Siempre. Porque  todos somos pecadores, ¿no? Pero...


Niño: Decir palabrotas, blasfemar.


Papa FRANCISCO: Bueno, las blasfemias, las blasfemias son las más feas. Las palabrotas no son bonitas, pero son algo menos, pero no son bonitas. Sin embargo, las blasfemias: ¡nunca una blasfemia! ¡Nunca, nunca! Las palabrotas son feas, pero no son tan graves como una blasfemia. Y discutir, ¿cuál era el consejo?... Todos juntos: [Junto con los niños] Hacer las paces antes del final del día. ¿De acuerdo?.


Papa FRANCISCO: La tercera pregunta: si hay algo que me asusta o me da miedo... Y cuando ella - Sara - me ha hecho la pregunta, se ha acercado a mí y me ha dicho: "Pero ,¿sabes que me asustan  las brujas?". [Risas, risas] Pero ¿hay brujas?


Niños: No - Sí ...


Papa FRANCISCO: ¿En serio? Y cuando oís a un señor que dice: "No, yo voy a  la bruja porque tengo una enfermedad [un malestar] y ella me hará  tres o cuatro cosas, y me curará," Esto... ¿cómo se llama ?


Niños: Mentira


Papa FRANCISCO: Mentira. Mentir. Sí, se llama estupidez, porque las brujas no tienen ningún poder. ¿De acuerdo? Lo digo por ese "Me dan miedo las brujas" .¿Qué me asusta o me da miedo?... Me asusta cuando una persona es mala: la maldad de la gente. Pero, cuando una persona - porque todos tenemos las semillas del mal, dentro,  porque es el pecado el que lleva a esto - pero cuando una persona elige ser mala, eso me asusta tanto. Porque una persona mala puede hacer tanto daño. Y me asusta también cuando en una familia, en un barrio, en un lugar de trabajo, en una parroquia, incluso en el Vaticano, cuando hay chismes; eso me asusta. Os voy a decir algo, escuchadme. ¿Hábeis  escuchado o visto en la televisión lo que hacen los terroristas? Lanzar una bomba y huir: esto es lo que hacen. Una de las cosas. Los chismes son así: se trata de lanzar una bomba y huir. Y los chismes destruyen, destruyen. Destruyen una familia, destruyen un barrio, destruyen una parroquia, destruyen todo. Pero, sobre todo, los chismes destruyen tu corazón. Porque si tu corazón es capaz de lanzar la bomba, tu eres  un terrorista,  tu haces el mal en secreto, y tu corazón se corrompe. ¡Nunca chismes! ¿Estáis de acuerdo o no?.


Niños:


Papa FRANCISCO: ¡Tened miedo de los chismes! ¡Nunca! "Pero me gustaría decir algo de éste ...". ¡Muérdete la lengua! Muérdete la lengua antes de decirlo. "Pero duele." Sí, te dolerá, pero no harás daño al otro! ¿Entendido? En serio,  me asusta la capacidad de destrucción que tienen los chismes, este hablar mal del otro pero a escondidas; destruirlo, a escondidas. Y esto es muy malo. Esto, sí, es "hacer la bruja": es como si uno fuera una bruja. Es un terrorista.  ¿De acuerdo?


Párroco: Los mejores momentos de su vida, Santo Padre ...


Papa FRANCISCO: Bueno, ha habido tantos. Tantos momentos hermosos... Un momento hermoso de mi vida fue cuando de niño iba al estadio con mi padre; algunas veces también venía mi madre a ver el partido. En aquellos tiempos no había problemas en los estadios y era precioso. Los  domingos, después del mediodía, después del almuerzo, ir al estadio y luego ir a casa... Era precioso, precioso... Otro  momento  bonito de la vida es...


Niño: ... escucharte en la televisión ...


Papa FRANCISCO: No, no me gusta: salgo feo en la televisión! [Risas, risas] ¿Has visto que la televisión cambia la cara? Te hace un poco... no como eres... No, a mí me gustan directamente las cosas. Lo que no me gusta, es perder tiempo. Otro momento bonito  de la vida es reunirse con los amigos. Antes de llegar a Roma, cada dos meses nos encontrábamos los diez amigos, compañeros de clase, que habíamos terminados la enseñanza media juntos; terminamos con 17 años y seguimos viéndonos, sí, cada uno con su familia... Era precioso. Un  momento muy bonito. Y también un momento muy hermoso para mí - me gusta mucho - es cuando puedo rezar en silencio, leer  la Palabra de Dios me sienta bien, me encanta. Hay muchos momentos bonitos, tantos... No sé... ¿Qué otros momentos bellos os puedo decir?, Hay muchos, muchos en mi vida... Y doy gracias al Señor. Y vosotros también tenéis momentos bonitos ¿no?


Niños: Sí ...


Papa FRANCISCO: Sí... Parece que no estéis convencidos... ¿Tenéis momentos buenos o no?


Niños: ¡Sí!


Papa FRANCISCO: Sí. Por ejemplo, uno ...


Niños: Hoy


Papa FRANCISCO: Antes de pasar a la pregunta de la joven... El párroco ha hablado de los catequistas. Levanten la mano las catequistas... Os doy las  gracias. ¿Qué sería la Iglesia sin vosotros? Sois los pilares en la vida de una parroquia, en la vida de una diócesis. No se puede concebir una diócesis, una parroquia sin catequistas. Y esto desde los primeros tiempos,  del tiempo después de la resurrección de Jesús: había mujeres que iban a ayudar a sus amigas, y hacían de catequistas. Es una hermosa vocación. Es una hermosa vocación. No es fácil ser un catequista, porque el catequista no  debe enseñar sólo "cosas", debe enseñar  actitudes,  debe enseñar valores,  tantas cosas, cómo se vive... Es un trabajo difícil. Gracias tanto, catequistas, hombres y mujeres, por vuestro trabajo. Muchas gracias. Gracias.


Párroco: [Recuerda  la pregunta de la joven] Tanta tecnología  que permite comunicar, pero tanta  dificultad de diálogo.


Papa FRANCISCO: Es muy bonito esto, porque hoy podemos comunicar por todas partes. Pero falta el  diálogo. Pensadlo... Cerrad los ojos, imaginad esto: la mesa, mamá, papá, yo, mi hermano, mi hermana, todos con su propio teléfono móvil, hablando... Todo el mundo habla, pero hablan para fuera. No hablan unos con otros. Todos  comunican, ¿verdad?, Sí, a través del teléfono, pero no dialogan. Este es el problema. Este es el problema. La falta de diálogo. Y la falta de escucha. Ayer tuve una reunión, llegaron al Vaticano un buen grupo - eran más o menos 400 - que pertenecen a la asociación "Teléfono Amigo " - ¿Habéis  oído hablar de esto? – Es una asociación que está dispuesta a escuchar si estás triste, si estás deprimido o si tienes un problema o una duda, puedes llamar allí y siempre hay una persona dispuesta a escucharte. Escuchar es el primer paso del diálogo, y creo que este es un problema que hay que resolver. Una de las enfermedades más feas  de la época actual es la poca  capacidad de escuchar. Como si tuviéramos los  oídos tapados. Escuchar... Sí, "estoy comunicando con el teléfono móvil", pero no escuchas a los que están cerca de tí, no dialogas, estás en comunicación con otro que quizás no sea comunicación verdadera, no es diálogo: yo digo esto, tu dices lo otro, pero todo es virtual. Tenemos que llegar al diálogo concreto, y os lo digo a vosotros, los jóvenes. Y ¿cómo se empieza a dialogar? Con el oído. Destapar los oídos. Oídos abiertos para escuchar lo que sucede. Por ejemplo: Voy a visitar a un enfermo y empiezo a hablar: "No te preocupes, te curarás pronto, blablablabla... adiós, que Dios te bendiga." Pero ¿cuántas veces se hace así? El pobre enfermo se queda tal cual... Pero lo que necesitaba era que le escuchasen. Cuando vas a ver a un  enfermo, cállate, dale un beso, hazle una caricia, una pregunta: "¿Cómo estás?". Y déjale hablar. Necesita desahogarse, necesita  quejarse, necesita también no decir nada sino sentirse mirado y escuchado. La lengua en el segundo lugar; en primer lugar, ¿qué es lo que hay?


Niños: Los oídos


Papa FRANCISCO: No he oído...


Niños: Los oídos


Papa FRANCISCO: ¿Y la lengua en que lugar está?  En el segundo, siempre. Escuchar. Y de la escucha al diálogo. Y también el diálogo concreto, porque el que se  hace con el teléfono es virtual, es "líquido", no es concreto. La concreción del diálogo. Esto es muy importante. ¿Lo habéis entendido?


Párroco: Santo Padre, están aquí delante, el grupo que dio origen a esta pregunta: son éstos.


Papa FRANCISCO: Bien. Haced así: aprended a preguntar: "¿Oh, cómo estás?" - "Bien..." - "¿Qué hiciste ayer ¿...". Haces una pregunta y dejas hablar a la otra persona .Y así comienza el diálogo. Pero que el otro  hable siempre primero, y tu, escúchalo bien. Esto se llama "el apostolado del oído." ¿Entendido? Así va el diálogo. Donde nosotros se dice que muchas veces los sacerdotes deben "hablar con la nuera para que la suegra escuche"; y  yo digo estas cosas a los niños, pero para que las escuchen también los mayores! Todos tenemos que aprender estas cosas.


Párroco: Santo Padre, este es el libro que contiene todas las preguntas, escritos y dibujos que los niños y los jóvenes han hecho para Usted.


Papa FRANCISCO: Muchas gracias, porque sé que cada uno de vosotros lo  ha hecho de todo  corazón, con amor. Muchas gracias. Muchas gracias. Y doy gracias a estos carteros que me lo han traído: para mí tiene mucho valor, porque es  precisamente un puente de diálogo, porque el diálogo es siempre un puente. Tómalo... Bien, gracias. Siempre queda, en el correo, la última: ésta fue la  última en llegar. Llegó tarde, pero  está bien.


Muchas  gracias .Ahora todos juntos, os invito a rezar a nuestra Madre Celestial, María. "Ave María..." [bendición]


Saludo a los ancianos y enfermos

 
Os doy las gracias por estar aquí. Os prometo que rezaré por vosotros. Y también quiero deciros, simplemente, que la enfermedad es una cruz – vosotros lo sabéis - pero la cruz es una semilla de vida, y llevándola bien se puede dar tanta  vida a tantas gentes que no conocemos; y luego, en el Cielo, lo sabremos. Os doy las gracias por llevar así vuestra enfermedad.
Estoy cerca  de vosotros y también os pido que recéis  por mí, que el Señor me dé  vida espiritual, que me haga bueno, que me haga ser un buen sacerdote  para el servicio de los demás. Me encomiendo a vuestras oraciones.
 

Y ahora, juntos, rezamos a la Virgen: "Ave María..."
 
[Bendición]
 
Hasta pronto, y rezad por mí. ¡El Señor os bendiga! ¡Gracias!


Saludo a los padres de los recién nacidos bautizados en el último año
 
Muchas gracias por estar aquí: es agotador estar de pie, con los niños... ¡Muchas gracias, muchas gracias!
 

Por favor, rezad por mí, lo necesito, y yo rezaré por vosotros, para que estos niños crezcan bien y sean personas de bien. Gracias por traer la vida: ¡es algo muy grande! Nos asemeja tanto a  Dios, traer la vida: es  la que Él trae.
Ahora os invito a rezar a la Virgen y luego bendeciré a las familias.
 

"Ave María ..."
 

[Bendición]
 

¡Muchas gracias! ¡Rezad por mí. ¡Y adelante!


Saludo final fuera de la iglesia
 
¡Buenas tardes a todos!
 
¡Muchas gracias por vuestra cálida acogida! Veo que sois una  comunidad vivaz,  que se mueve, y esto me gusta. Seguid adelante con alegría, siempre, sin desanimaros. Seguid adelante con alegría. Os pido que recéis por mí: lo necesito, porque tengo que hacer el trabajo bien, no  "así, así"; y para hacerlo bien, necesito vuestras oraciones. Y ahora, os invito a rezar a la Virgen todos juntos, y os daré la bendición: "Ave María..."
 
[Bendición]
 
¡Buenas tardes a todos, el Señor os bendiga! ¡Hasta pronto!


----- 0 ----- 





Basílica de Santa Sabina
Miércoles 1° de marzo de 2017


«Volved a mí de todo corazón… volved a mí» (Jl 2,12), es el clamor con el que el profeta Joel se dirige al pueblo en nombre del Señor; nadie podía sentirse excluido: llamad a los ancianos, reunid a los pequeños y a los niños de pecho y al recién casado (cf. v. 6). Todo el Pueblo fiel es convocado para ponerse en marcha y adorar a su Dios que es «compasivo y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad» (v.13).


También nosotros queremos hacernos eco de este llamado; queremos volver al corazón misericordioso del Padre. En este tiempo de gracia que hoy comenzamos, fijamos una vez más nuestra mirada en su misericordia. La cuaresma es un camino: nos conduce a la victoria de la misericordia sobre todo aquello que busca aplastarnos o rebajarnos a cualquier cosa que no sea digna de un hijo de Dios. La cuaresma es el camino de la esclavitud a la libertad, del sufrimiento a la alegría, de la muerte a la vida. El gesto de las cenizas, con el que nos ponemos en marcha, nos recuerda nuestra condición original: hemos sido tomados de la tierra, somos de barro. Sí, pero barro en las manos amorosas de Dios que sopló su espíritu de vida sobre cada uno de nosotros y lo quiere seguir haciendo; quiere seguir dándonos ese aliento de vida que nos salva de otro tipo de aliento: la asfixia sofocante provocada por nuestros egoísmos; asfixia sofocante generada por mezquinas ambiciones y silenciosas indiferencias, asfixia que ahoga el espíritu, reduce el horizonte y anestesia el palpitar del corazón. El aliento de la vida de Dios nos salva de esta asfixia que apaga nuestra fe, enfría nuestra caridad y cancela nuestra esperanza. Vivir la cuaresma es anhelar ese aliento de vida que nuestro Padre no deja de ofrecernos en el fango de nuestra historia.


El aliento de la vida de Dios nos libera de esa asfixia de la que muchas veces no somos conscientes y que, incluso, nos hemos acostumbrado a «normalizar», aunque sus signos se hacen sentir; y nos parece «normal» porque nos hemos acostumbrado a respirar un aire cargado de falta de esperanza, aire de tristeza y de resignación, aire sofocante de pánico y aversión.


Cuaresma es el tiempo para decir «no». No, a la asfixia del espíritu por la polución que provoca la indiferencia, la negligencia de pensar que la vida del otro no me pertenece por lo que intento banalizar la vida especialmente la de aquellos que cargan en su carne el peso de tanta superficialidad. La cuaresma quiere decir «no» a la polución intoxicante de las palabras vacías y sin sentido, de la crítica burda y rápida, de los análisis simplistas que no logran abrazar la complejidad de los problemas humanos, especialmente los problemas de quienes más sufren. La cuaresma es el tiempo de decir «no»; no, a la asfixia de una oración que nos tranquilice la conciencia, de una limosna que nos deje satisfechos, de un ayuno que nos haga sentir que hemos cumplido. Cuaresma es el tiempo de decir no a la asfixia que nace de intimismos excluyentes que quieren llegar a Dios saltándose las llagas de Cristo presentes en las llagas de sus hermanos: esas espiritualidades que reducen la fe a culturas de gueto y exclusión.


Cuaresma es tiempo de memoria, es el tiempo de pensar y preguntarnos: ¿Qué sería de nosotros si Dios nos hubiese cerrado las puertas? ¿Qué sería de nosotros sin su misericordia que no se ha cansado de perdonarnos y nos dio siempre una oportunidad para volver a empezar? Cuaresma es el tiempo de preguntarnos: ¿Dónde estaríamos sin la ayuda de tantos rostros silenciosos que de mil maneras nos tendieron la mano y con acciones muy concretas nos devolvieron la esperanza y nos ayudaron a volver a empezar?


Cuaresma es el tiempo para volver a respirar, es el tiempo para abrir el corazón al aliento del único capaz de transformar nuestro barro en humanidad. No es el tiempo de rasgar las vestiduras ante el mal que nos rodea sino de abrir espacio en nuestra vida para todo el bien que podemos generar, despojándonos de aquello que nos aísla, encierra y paraliza. Cuaresma es el tiempo de la compasión para decir con el salmista: «Devuélvenos Señor la alegría de la salvación, afiánzanos con espíritu generoso para que con nuestra vida proclamemos tu alabanza»; y nuestro barro —por la fuerza de tu aliento de vida— se convierta en «barro enamorado».


© Copyright - Libreria Editrice Vaticana