Bagdad, IRAK (Agencia Fides 19/02/2021) – “Sin cristianos Irak no es Irak”, así lo ha afirmado el Primer ministro Mustafa al Kadhimi el jueves 18 de febrero, recibiendo a los miembros del Consejo de Jefes de las comunidades cristianas presentes en el país de Oriente Medio. “Los iraquíes” ha remarcado el Primer ministro durante el encuentro “somos fuertes en nuestra pluralidad cultural y religiosa, y seguiremos siendo un símbolo de convivencia, tolerancia y verdadera ciudadanía, a pesar de todos los escollos de los grupos oscuros que han fracasado en sus planes de destruir nuestro maravilloso país”. La presencia de comunidades cristianas indígenas en Irak desde tiempos apostólicos –ha remarcado el líder político iraquí– confirma la capacidad de apertura que caracteriza a las civilizaciones que se han sucedido desde la antigüedad en el espacio territorial de Mesopotamia.
Al Kadhimi, ex periodista, ex jefe de los servicios secretos iraquíes,
amigo del príncipe saudí Mohammed Bin Salman, se había expatriado a Gran
Bretaña en la década de 1980 y, después de obtener la ciudadanía
británica, regresó a su tierra solo después de las intervenciones
militares conducidas por USA que llevaron a la caída del régimen de
Saddam Hussein. En su encuentro con los representantes de las
comunidades cristianas locales, el Primer ministro ha reiterado que las
instituciones políticas están llamadas a combatir la corrupción y
promover una convivencia solidaria entre los diferentes componentes
sociales y religiosos, afirmando el principio de ciudadanía y
protegiendo a las distintas afiliaciones religiosas de cualquier
discriminación sectaria.
El arzobispo apostólico armenio Avak Asadourian, actual secretario del
Consejo de líderes de las comunidades cristianas iraquíes, hablando en
nombre de toda la delegación ha elogiado los esfuerzos del actual
gobierno iraquí para proteger el pluralismo cultural y religioso de la
nación.
En junio de 2020, poco después de asumir el cargo de Primer ministro al
Kadhimi, durante una visita a Mosul y la provincia de Nínive, había expresado su amargura y aprensión por el éxodo
silencioso que está matando a las comunidades cristianas arraigadas por
milenios en los territorios de la antigua Mesopotamia.