Yangon, MYANMAR (Agencia Fides, 26/02/2021) – “Entre la gente hay determinación, pero también preocupación en estas horas. El estado se desmorona debido a la acción del movimiento de desobediencia civil. Las oficinas estatales están cerradas o no funcionan. En todo el territorio, incluso en los suburbios o en las aldeas, la población no acepta y no reconoce a los líderes ni a las autoridades de distrito nombradas por los militares. Incluso para las medidas de seguridad ordinarias, los propios ciudadanos se sostienen por sí mismos. Estamos en una etapa difícil y delicada pero la gente está convencida de que están avanzando en la protesta pacífica por la democracia”: dice a la Agencia Fides Joseph Kung Za Hmung, un laico católico birmano, editor del periódico católico “Gloria News Journal”, refiriéndose al clima de tensión social que se vive en Myanmar, mientras que las manifestaciones populares continúan impugnando el golpe el 1° de febrero.
Ante este escenario de una nación que puede implosionar, los escuadrones
de milicianos a sueldo de los militares, armados con palos, piedras y
cuchillos, han intentado sembrar el terror entre la multitud pacífica
que no ha dejado de protestar desde hace tres semanas, mostrando una
adhesión masiva al Movimiento de Desobediencia Civil que ahora involucra
a todo el país.
La presencia de los provocadores ha creado enfrentamientos aislados y
aumentado el número de víctimas: según la “Asociación de Asistencia a
Presos Políticos – Birmania”, ocho personas han sido asesinadas por
agentes de la ley o milicianos. Algunos de ellos murieron porque no
fueron tratados adecuadamente, sino que solo fueron trasladados a
hospitales militares. Mientras tanto, la red social Facebook ha
eliminado todas las cuentas vinculadas al Tatmadaw (el ejército birmano)
y ha prohibido los anuncios de empresas controladas por los militares
en sus plataformas.
Contactado por la Agencia Fides, el obispo Alexander Pyone Cho, que
dirige la diócesis de Pyay, sufragánea de Yangon, explica: “Vivimos en
el tiempo de Cuaresma, en el que todo cristiano está invitado a usar las
armas de la oración, el ayuno y la caridad: Este es el camino que
seguiremos como cristianos, este es el camino que nos muestra Cristo
crucificado. Nuestras comunidades católicas en Myanmar, que representan
algo más del 1% de la población, están rezando en cada iglesia con el
Rosario y la Adoración Eucarística pidiendo a Dios por una solución
pacífica a la crisis que atraviesa el país”. “Los jóvenes - apunta el
obispo de Pyay - desean un futuro de libertad, justicia y democracia y
no aceptan a los que han tomado el poder por la fuerza. Como pastores
hemos pedido, en una petición conjunta con líderes budistas y otros
líderes religiosos birmanos, que se abriera una mesa de discusión:
retomar el camino del diálogo es urgente para el bien y la prosperidad
del país. Myanmar debe abandonar toda violencia y seguir los caminos de
la justicia y la paz”.