Bondoukou, COSTA DE MARFIL (Agencia Fides, 23/02/2021) – “La vocación misionera laical debe ser percibida como una gracia que debe ser compartida, no sólo con palabras sino con actos concretos, materiales y espirituales, con alegría, sacrificio, convicción y mucha pasión” escribe Annalisa Tognon, una misionera laica que trabaja en un gran pueblo de la diócesis de Bondoukou, en Costa de Marfil.
“Mi servicio por África no es más que la entrega de mi vida a Cristo,
siguiéndolo en Su Misión”, subraya Annalisa. “Actualmente – continúa -,
los tiempos no son fáciles aquí en el extremo noreste de Costa de
Marfil, en la frontera con Burkina Faso, que se ha convertido en un
objetivo de los yihadistas. Y, precisamente porque estamos en una zona
declarada 'roja' por el peligro del terrorismo, Mons. Bruno Essoh Yedoh,
obispo de Bondoukou, y su Consejo me pidieron que dejase la misión de
Téhini. Allí formaba parte de un equipo pastoral junto con dos
sacerdotes diocesanos locales y con Marie, una señora de etnia koulango,
originaria de Yamadougou, un pueblo cerca de Bondoukou. Ella se ha
quedado en Tehini, para asegurar la presencia y algunos servicios a la
misión”.
La misionera explica que, por razones de seguridad, vive en Bondoukou
desde enero de 2020 donde se le ha confiado la visita de los enfermos en
el Centro Saint Camille, afiliado a la Asociación de Enfermos de
Grégoire Ahongbonon. “El fundador del Centro fue el p. Giacomo Bardelli,
sacerdote de la Sociedad para las Misiones Africanas (SMA), que inició
la construcción en 2001 de la que he sido testigo. Sin embargo, desde
hace unos meses - añade Annalisa - el obispo me propuso otra misión en
la aldea de Tambi, donde vive la población de etnia Nafana, rama del
gran pueblo Senufo que vive en el norte de Costa de Marfil. El pueblo
depende de la parroquia de la Catedral, ubicada a unos 40 km de
Bondoukou y a 16 km de la frontera con Ghana. La comunidad cristiana de
Tambi aún no es una parroquia: un sacerdote diocesano viene
periódicamente de Bondouko para celebrar la misa. Quizás el año que
viene, si Dios quiere, se convertirá en una 'casi-parroquia' con su
propio
sacerdote”.
“Mi llamada es muy específica: laica y misionera y ¡estoy bien donde Dios me quiere!” concluye la misionera.