domingo, 11 de agosto de 2013

FRANCISCO: Ángelus dominical (Agosto 11)



CIUDAD DEL VATICANO (http://catolicidad.blogspot.com – Agosto 10 de 2013). A las 12.00 horas de hoy, el Santo Padre FRANCISCO ha rezado el Ángelus desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano junto con los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.


"¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días! 

El Evangelio de este domingo (Lc 12,32-48) nos habla del deseo del encuentro definitivo con Cristo, un deseo que nos hace estar siempre preparados, con el espíritu despierto, porque esperamos este encuentro con todo el corazón, con todo nuestro ser. Este es un aspecto fundamental de la vida. Hay un deseo que todos ya sea explícito o encubierto tenemos en nuestro corazón, todos nosotros tenemos este deseo en el corazón.

También esta enseñanza de Jesús es importante verla en el contexto concreto, existencial en el cual Él lo ha trasmitido. En este caso, el evangelista Lucas nos muestra que Jesús va caminando con sus discípulos a Jerusalén, para la pascua de su muerte y resurrección, y en este camino los educa confiando en lo que Él mismo lleva en su corazón, las actitudes de la profundidad de su alma. Entre estas actitudes estan el desprendimiento de los bienes terrenales, la confianza en la providencia del Padre y, de hecho, la vigilancia interior, la espera activa del Reino de Dios. Pero Jesús es la esperanza del retorno a la casa del Padre. Para nosotros es la esperanza de Cristo mismo, que vendrá para que llevarnos a la fiesta sin fin, como lo ha hecho con su madre María Santísima: llevada al cielo con Él.

Este Evangelio quiere decirnos que el cristiano es uno que lleva dentro de sí un deseo grande, profundo: aquel de encontrarse con su Señor junto a sus hermanos, a los compañeros de camino. Y todo esto que Jesús nos dice se resume en un famoso dicho de Jesús: «Donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón» (Lc 12,34). El corazón que desea. Pero todos nosotros tenemos un deseo. Pobre gente aquella que no tiene deseo, el deseo de ir adelante, hacia el horizonte. Para nosotros cristianos este horizonte es el encuentro con Jesús, el encuentro propiamente con él, que es nuestra vida, nuestra alegría, Aquel que nos hace felices. Yo les haría dos preguntas, la primera: ¿Todos ustedes tienen un corazón deseoso? Piensen y respondan en silencio en el corazón: ¿Tú tienes un corazón que desea o tienes un corazón cerrado, un corazón dormido, un corazón anestesiado por las cosas de la vida? El deseo, ir adelante al encuentro con Jesús. Y la segunda pregunta :¿Dónde está tu tesoro, aquello que tú deseas, porque Jesús nos ha dicho: “donde está tu tesoro, allí estará tu corazón”? yo pregunto: ¿Dónde está tu tesoro? ¿Cuál es para ti la realidad más importante, más preciosa, la realidad que atrae mi corazón como un imán?, ¿Qué atrae tu corazón? ¿Puedo decir que es el amor de Dios?, ¿Que es el deseo de hacer el bien a los otros, de vivir para el Señor y para nuestros hermanos?, ¿Puedo decir esto? Cada uno responde en su corazón. Pero alguno puede decirme : Padre, pero yo soy uno que trabaja, que tiene familia, para mí la realidad más importante es sacar adelante a mi familia, el trabajo… Cierto, es verdad, es importante. Pero ¿cuál es la fuerza que tiene unida a la familia? Es justamente el amor, y quien siembra el amor en nuestro corazón es Dios, el amor de Dios es el que da sentido a los pequeños compromisos cotidianos y también ayuda a afrontar las grandes pruebas. Este es el verdadero tesoro del hombre. Ir adelante en la vida con amor, con aquel amor que el Señor ha sembrado en el corazón, con el amor de Dios. Y este es el verdadero tesoro. ¡Pero el amor de Dios que cosa es?. No es algo vago, un sentimiento genérico; el amor de Dios tiene un nombre y un rostro: Jesucristo. ¡Jesús! El amor de Dios se manifiesta en Jesús. Porque nosotros no podemos amar el aire...¡Amaríamos el aire? ¡Amaríamos el todo?. No se puede. Amamos personas, y la persona a la que amamos es Jesús, el don del Padre entre nosotros. Es un amor que da valor y belleza a todo el resto. Es un amor que da fuerza a la familia, al trabajo, al estudio, a la amistad, al arte, a toda actividad humana. Y también da sentido a las experiencias negativas, porque nos permite ir más allá de estas experiencias, más allá, de no quedar prisioneros del mal, sino que nos hace pasar más allá, nos abre siempre a la esperanza, el amor de Dios, en Jesús, siempre nos abre a la esperanza, a aquel horizonte de esperanza, al horizonte final de nuestra peregrinación. Así también las fatigas y las caídas encuentran un sentido. También nuestros pecados encuentran un sentido en el amor de Dios; porque este amor de Dios en Jesús nos perdona siempre, Él nos ama tanto que nos perdona siempre.

Queridos hermanos, hoy en la Iglesia hacemos memoria de Santa Clara de Asís, que tras las huellas de Francisco dejó todo para consagrarse a Cristo en la pobreza. Santa Clara nos da un testimonio muy bello de este Evangelio de hoy: que ella nos ayude, junto con la Virgen María, a vivirlo también nosotros, cada uno según la propia vocación".


Después del Ángelus el Papa FRANCISCO dijo:


"Queridos hermanos y hermanas,

Recordemos que el próximo jueves es la Solemnidad de la Asunción de María. Pensemos en nuestra madre, que es elevada al Cielo con Jesús.

Quisiera dirigir un saludo a los musulmanes del mundo entero, nuestros hermanos, que hace poco na celebrado la conclusión del mes del Ramadán, dedicado de forma particular al ayuno, a la oración y a la limosna. Como escribí en mi Mensaje para esta ocasión, deseo que cristianos y musulmanes se comprometan para promover el respeto recíproco, especialmente a través de la educación de las nuevas generaciones. 

Saludo con afecto a todos los romanos y a los peregrinos presentes. Me alegra saludar a algunos grupos de jóvenes: comenzando por los que llegaron deChicago, en peregrinación a Lourdes y a Roma; así como a los jóvenes de  Locate, de Predore y Tavernola Bergamasca, y a los Scouts de Vittoria. A todos vosotros repito las palabras que fueron el tema del gran encuentro de Río: «¡Vayan y hagan discípulos de todas las naciones!». 

¡A todos vosotros y a vosotras, les deseo un buen domingo y un buen almuerzo! ¡Adiós!".