''Como Jesús nos enseñó, toda la Ley y los Profetas se resumen en dos mandamientos: Amarás al Señor tu Dios y amarás al prójimo. Podemos preguntarnos: ¿Quién es el prójimo para un maestro? ¡El prójimo son sus alumnos! Con ellos pasa sus días. Son ellos los que de él esperan orientación, una dirección, una respuesta - y, antes de esto, ¡buenas preguntas! -ha continuado-. Entre las tareas de la UCIIM no puede faltar la de iluminar y motivar una justa idea de escuela, a veces eclipsada por las discusiones y posiciones reductivas. La escuela esta hecha ciertamente de una educación válida y cualificada, pero también de relaciones humanas, que para nosotros son las relaciones de acogida, de benevolencia, que se ofrece a todos indistintamente. De hecho, el deber de un buen maestro, mucho más el de un maestro cristiano, es amar con mayor intensidad a los estudiantes más difíciles, más débiles, más desfavorecidos''.
FRANCISCO ha mencionado que si hoy en día una asociación profesional de maestros cristianos quiere dar testimonio de su inspiración, está llamada a comprometerse con las periferias de la escuela, ''que no se pueden abandonar a la exclusión, la ignorancia, y la mala vida'', y les ha alentado a seguir el ejemplo de las muchas figuras de grandes maestros que existen en la comunidad cristiana para animar desde el interior una escuela que, independientemente de su administración estatal o no, necesita educadores creíbles y testigos de una humanidad madura y completa. ''La enseñanza -ha finalizado- no es sólo un trabajo: es una relación en la que cada maestro debe sentirse plenamente involucrado como persona, para dar sentido a la tarea de la educación de sus estudiantes... Os animo a renovar vuestra pasión por el ser humano en su proceso de formación y a ser testigos de vida y esperanza''.