viernes, 1 de mayo de 2015

Papa FRANCISCO interviene en la ceremonia de inauguración de la Exposición Universal de Milán

CIUDAD DEL VATICANO ( - Mayo 1° de 2015).- A las 12:35 de hoy, el Santo Padre FRANCISCO intervino - a través del enlace de vídeo - en la ceremonia de inauguración de la Exposición Universal de Milán, dedicada al tema "Nutrir al planeta. Energía para la vida" (1° de mayo - 31 de octubre 2015).


Este es el texto íntegro del discurso Papal:



Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!


Estoy muy agradecido por la oportunidad de unir mi voz a la de muchos de ustedes aquí reunidos para esta inauguración. Es la voz del Obispo de Roma, que habla en nombre del pueblo de Dios peregrino en el mundo entero; es la voz de tantos pobres que forman parte de este pueblo y con dignidad tratan de ganarse el pan con el sudor de su frente. Deseo hacerme portavoz de todos estos nuestros hermanos y hermanas, cristianos e incluso los no cristianos, que Dios ama como hijos y por los cuales ha dado su vida, ha partido el pan que es la carne de su Hijo hecho hombre. Él nos ha enseñado a pedir a Dios Padre: "Danos hoy nuestro pan de cada día". La Expo es una ocasión propicia para globalizar la solidaridad. ¡No la perdamos, sino al contrario hay que valorizarla plenamente!.


En particular, se reúne el tema: "Nutrir al planeta, energía para la vida". También por esto debemos agradecer al Señor: por haber elegido un tema tan importante, tan esencial ... con tal que no reste solo un  "tema", con tal de que siempre esté acompañado por la conciencia de los "rostros": los rostros de millones de personas hoy en día tienen hambre, que hoy no comerán de modo digno de un ser humano. Quisiera que cada persona - a partir de hoy - cada persona que vaya a visitar la Expo de Milán, a través de esos maravillosos pabellones, pueda percibir la presencia de esas rostros. Una presencia escondida, pero que en realidad debe ser la verdadera protagonista del evento: los rostros de los hombres y de las mujeres que tienen hambre, y que se enferman, e incluso mueren, por una alimentación demasiado carente o nociva.


La "paradoja de la abundancia" - expresión usada por San Juan Pablo II hablando a la FAO (Discurso a la I Conferencia sobre la Nutrición, 1992) - persiste ahora, no obstante los esfuerzos hechos y algunos buenos buenos resultados. También la Expo, en ciertos aspectos, ha hecho de esta "paradoja de la abundancia", si obedece a la cultura del derroche, del descarte, y no contribuye a un modelo de desarrollo equitativo y sostenible. Hagamos de algún modo que esta Expo sea ocasión de un cambio de mentalidad, para dejar de pensar que nuestras acciones cotidianas - y cada grado de responsabilidad - no tengan un impacto sobre la vida de quien, vecino o lejano, sufre el hambre. Pienso en tantos hombre y mujeres que sufren el hambre, y especialmente en la multitud de niños que mueren del hambre en el mundo.


Y hay otros rostros que tendrán un rol importante en la Exposición Universal: aquellos de tantos trabajadores e investigadores del sector alimentario. El Señor conceda a cada uno de ellos sabiduría y coraje, porque es grande su responsabilidad. Mi auspicio es que esta experiencia permita a los empresarios, a los comerciantes, a los estudiosos, el sentirse involucrados en un gran proyecto de solidaridad: aquel de nutrir el planeta en el respeto de cada hombre y mujer que los habita y en el respeto del ambiente natural. Este es un gran desafío a cual Dios llama la humanidad del siglo veintiuno: terminar finalmente de abusar del jardín que Dios nos ha confiado, para que todos puedan comer de los frutos de este jardín. Asumir tan grande proyecto da plena dignidad al trabajo de quien produce y de quien investiga en el campo alimentario.


Pero todo parte de allí: de la percepción de los rostros. Y ahora no  quiero olvidar los rostros de los trabajadores que se han esforzado por la Expo de Milán, especialmente de los más anónimos, de los más escondidos, que también gracias a la Expo han ganado el pan para llevar a casa. ¡Que nadie sea privado de esta dignidad! ¡Y que ningún pan sea fruto de un trabajo indigno del hombre!.


Que el Señor nos ayude a acoger con responsabilidad esta gran ocasión, Que nos done Él, que es Amor, la verdadera "Energía para la vida": el amor para compartir el pan, "nuestro pan cotidiano", en paz y fraternidad. Y que no falte el pan y la dignidad del trabajo a cada hombre y mujer.


Gracias.


(Traducción del original italiano: )