Melbourne, AUSTRALIA (Agencia Fides,
18/02/2016) - El gobierno australiano está a punto de
enviar a 37 recién nacidos, 54 niños y sus familias de inmigrantes (267
personas en total) al campo de detención organizada en la isla de Nauru,
en Manus Island, que acoge a todos los inmigrantes que llegan
irregularmente, en barcazas, de países asiáticos vecinos, a Australia.
Actualmente hay 10 mil personas en el campo, a la espera de ser
repatriados. Esta medida está creando un intenso debate en el país. Por
lo que se están realizando marchas de protesta en todas partes para
evitar el envío de estas 267 personas a Nauru.
“Hace sólo unos pocos años, muchos australianos habrían considerado
inconcebible que nuestros gobiernos impusiesen un trato de este tipo a
los refugiados que buscan asilo en nuestro país”, escribe en una nota a
Fides el p. Bruce Duncan, sacerdote redentorista australiano y director
del Instituto para la Religión y la Política Social, con sede en
Melbourne.
Muchos observadores critican la actitud del gobierno que, mediante el
envío de personas a Nauru “se lava las manos de toda responsabilidad”,
haciendo caso omiso a si esos niños serán tratados bien o si sus
intereses serán tutelados. “La cuestión – señala el p. Duncan - genera
una crisis de conciencia en la nación”, tanto en los políticos como en
los ciudadanos, que reflexionan sobre “donde nos ha llevado la lógica de
la disuasión de los solicitantes de asilo”.
La iglesia, las organizaciones que defienden los derechos humanos y las
asociaciones de médicos reiteran que esta política de aislamiento está
generando enfermedades mentales en miles de detenidos, sobre todo en los
niños. Y se apelan al antiguo “derecho de asilo”.