Desde el aeropuerto el Papa recorrió en papamóvil los 9 kilómetros que lo separaban del Estadio Venustiano Carranza, que tiene cabida para 20,000 personas, donde lo esperaban los sacerdotes, religiosos y religiosas, consagrados y seminaristas de la arquidiócesis. Durante la eucaristía presidida por el Santo Padre se utilizó la lengua purépecha para la oración de los fieles.
Imagen: www.info7.mx |
A este propósito comentó que Pablo, a su discípulo predilecto Timoteo, cuando le enseñaba o lo exhortaba a vivir la fe le decía que se acordase de su madre o de su abuela y recordó que los seminaristas, cuando entraban al seminario, muchas veces le preguntaban: ''Padre, pero yo quisiera tener una oración más profunda, más mental'', a lo que FRANCISCO respondía: ''Mirá, seguí rezando como te enseñaron en tu casa y después, poco a poco, tu oración irá creciendo, como tu vida fue creciendo''... A rezar se aprende, como en la vida''.
''Jesús quiso introducir a los suyos en el misterio de la Vida, en el misterio de su vida -prosiguió el Pontífice- Les mostró comiendo, durmiendo, curando, predicando, rezando, qué significa ser Hijo de Dios. Los invitó a compartir su vida, su intimidad y estando con Él, los hizo tocar en su carne la vida del Padre. Los hace experimentar en su mirada, en su andar la fuerza, la novedad de decir: ''Padre nuestro''. En Jesús, esta expresión, ''Padre Nuestro'' no tiene el ''gustillo'' de la rutina o de la repetición, al contrario, tiene sabor a vida, a experiencia, a autenticidad. Él supo vivir rezando y rezar viviendo, diciendo: Padre nuestro. Y nos ha invitado a nosotros a lo mismo. Nuestra primera llamada es a hacer experiencia de ese amor misericordioso del Padre en nuestra vida, en nuestra historia. Su primera llamada es a introducirnos en esa nueva dinámica de amor, de filiación. Nuestra primera llamada es aprender a decir ''Padre nuestro'', como Pablo insiste: ''Abba''. ¡Ay de mí sino evangelizara!, dice Pablo. ¡Ay de mí! porque evangelizar "prosigue" no es motivo de gloria sino de necesidad''.
''Nos ha invitado a participar de su vida, de la vida divina, ¡ay de nosotros -consagrados, consagradas, seminaristas, sacerdotes, obispos!- ¡ay de nosotros, si no la compartimos!, ¡ay de nosotros si no somos testigos de lo que hemos visto y oído!, ¡ay de nosotros!. No queremos ser funcionarios de lo divino, no somos ni queremos ser nunca empleados de la empresa de Dios, porque somos invitados a participar de su vida, somos invitados a introducirnos en su corazón, un corazón que reza y vive diciendo: ''Padre nuestro''. ¿Y qué es la misión sino decir con nuestra vida?... ''Padre nuestro''!
''A este Padre nuestro es a quien rezamos con insistencia todos los días: Y ¿qué le decimos en unas de esas cosas? -dijo el Papa a los presentes- No nos dejes caer en la tentación. El mismo Jesús lo hizo. Él rezó para que sus discípulos "de ayer y de hoy" no cayéramos en la tentación. ¿Cuál puede ser una de las tentaciones que nos pueden asediar? ¿Cuál puede ser una de las tentaciones que brota no sólo de contemplar la realidad sino de caminarla? ¿Qué tentación nos puede venir de ambientes muchas veces dominados por la violencia, la corrupción, el tráfico de drogas, el desprecio por la dignidad de la persona, la indiferencia ante el sufrimiento y la precariedad? ¿Qué tentación podemos tener nosotros, llamados a la vida consagrada, al presbiterado, al episcopado- que tentación podemos tener una y otra vez frente a esta realidad que parece haberse convertido en un sistema inamovible?''.
''Creo que la podríamos resumir con una sola palabra: resignación. Y frente a esta realidad nos puede ganar una de las armas preferidas del demonio, la resignación. ''¿Y que le vas a hacer? La vida es así''. Una resignación que nos paraliza y nos impide no sólo caminar, sino también hacer camino; una resignación que no sólo nos atemoriza, sino que nos atrinchera en nuestras ''sacristías'' y aparentes seguridades; una resignación que no sólo nos impide anunciar, sino que nos impide alabar, nos quita la alegría, el gozo, la de la alabanza. Una resignación que no sólo nos impide proyectar, sino que nos frena para arriesgar y transformar. Por eso, Padre nuestro, no nos dejes caer en la tentación.
''Qué bien nos hace apelar en los momentos de tentación a nuestra memoria -exclamó el Santo Padre- Cuánto nos ayuda el mirar la ''madera'' de la que fuimos hechos. No todo ha comenzado con nosotros y tampoco todo terminará con nosotros, por eso cuánto bien nos hace recuperar la historia que nos ha traído hasta aquí''. Y haciendo memoria, FRANCISCO recordó al español Vasco Vázquez de Quiroga el primer Obispo de Michoacán ''alguien que amó tanto este lugar que se hizo hijo de esta tierra, alguien que supo decir de sí mismo: ''Me arrancaron de la magistratura y me pusieron en el timón del sacerdocio, por mérito de mis pecados. A mí, inútil y enteramente inhábil para la ejecución de tan grande empresa; a mí, que no sabía manejar el remo, me eligieron primer Obispo de Michoacán''.
''Con ustedes quiero hacer memoria de este evangelizador, conocido también como Tata Vasco, como ''el español que se hizo indio''. La realidad que vivían los indios Purépechas descritos por él como ''vendidos, vejados y vagabundos por los mercados, recogiendo las arrebañaduras tiradas por los suelos'', lejos de llevarlo a la tentación y de la acedía de la resignación, movió su fe, movió su vida, movió su compasión y lo impulsó a realizar diversas propuestas que fuesen de ''respiro'' ante esta realidad tan paralizante e injusta. El dolor del sufrimiento de sus hermanos se hizo oración y la oración se hizo respuesta. Eso le ganó el nombre entre los indios del ''Tata Vasco'', que en lengua purépecha significa: Papá''.
''Padre, papá, Tata, abba -invocó el Obispo de Roma al final de su homilía- Esa es la oración, esa es la expresión a la que Jesús nos invitó. Padre, papá, abba, no nos dejes caer en la tentación de la acedia, no nos dejes caer en la tentación de la pérdida de la memoria, no nos dejes caer en la tentación de olvidarnos de nuestros mayores que nos enseñaron con su vida a decir: Padre Nuestro''.
Imagen: www.marmorinforma.mx |
Imagen: www.jornada.unam.mx |
Igualmente felicitó al coro que le había dedicado una canción recordándoles que ''el arte, el deporte ensanchan el alma y hacen crecer bien, con aire fresco y no aplastan la vida. Sigan siendo creativos, sigan así, -dijo- buscando la belleza, las cosas lindas, las cosas que duran siempre, y nunca se dejen pisotear por nadie''.