Ciudad Juárez, MÉXICO, 18 de febrero de 2016 (VIS).- ''He querido
encontrarme con ustedes aquí en esta tierra de Juárez, por la especial
relación que esta ciudad tiene con el mundo del trabajo. No sólo les
agradezco el saludo de bienvenida y sus testimonios, que han puesto de
manifiesto los desvelos, las alegrías y esperanzas que experimentan en
sus vidas, sino que quisiera agradecerles también esta oportunidad de
intercambio y reflexión. Todo lo que podamos hacer para dialogar, para
encontrarnos, para buscar mejores alternativas y oportunidades es ya un
logro a valorar y resaltar. Y hay dos palabras que quiero subrayar:
diálogo y encuentro. Las guerras se van gestando de a poquito por la
mudez y por los desencuentros''. Así se dirigió ayer el Santo Padre FRANCISCO a
los tres mil representantes del Mundo del Trabajo, empresarios y
trabajadores, que encontró en el Colegio de Bachilleres del Estado de
Chihuahua, en Ciudad Juárez, a las 12.00
hora local (20.00 de Roma).
''Obviamente que no alcanza dialogar y
encontrarse -continuó-, pero hoy en día no podemos darnos el lujo de
cortar toda instancia de encuentro, de debate, de confrontación, de
búsqueda. Es la única manera que tendremos de poder ir construyendo el
mañana, ir tejiendo relaciones sostenibles capaces de generar el
andamiaje necesario que, poco a poco, irá reconstruyendo los vínculos
sociales tan dañados por la falta de comunicación, tan dañados por la
falta de respeto a lo mínimo necesario para una convivencia saludable''.
El Papa les agradeció el encuentro deseando que esa instancia sirviera
''para construir futuro y sea una buena oportunidad de forjar el México
que su pueblo y que sus hijos se merecen.
''Me gustaría detenerme
en este último aspecto -añadió-. Hoy están aquí diversas organizaciones
de trabajadores y representantes de cámaras y gremios
empresariales. A primera vista podrían considerarse como antagonistas,
pero los une una misma responsabilidad: buscar generar espacios de
trabajo digno y verdaderamente útil para la sociedad y especialmente
para los jóvenes de esta tierra. Uno de los flagelos más grandes a los
que se ven expuestos sus jóvenes es la falta de oportunidades de estudio
y de trabajo sostenible y redituable que les permita proyectarse,
generando en muchos casos situaciones de pobreza y marginación. Y esta
pobreza y marginación es el mejor caldo de cultivo para que caigan en el
círculo del narcotráfico y de la violencia. Es un lujo que hoy no nos
podemos dar; no se puede dejar solo y abandonado el presente y el futuro
de México''.
''Desgraciadamente, el tiempo que vivimos ha
impuesto el paradigma de la utilidad económica como principio de las
relaciones personales. La mentalidad reinante propugna la mayor cantidad
de ganancias posibles, a cualquier tipo de
costo y de manera inmediata. No sólo provoca la pérdida de la dimensión
ética de las empresas sino que olvida que la mejor inversión que se
puede realizar es invertir en la gente, en las personas, en sus
familias. La mejor inversión es crear oportunidades. La mentalidad
reinante pone el flujo de las personas al servicio del flujo de
capitales provocando en muchos casos la explotación de los empleados
como si fueran objetos para usar y tirar y descartar. Dios pedirá cuenta
a los esclavistas de nuestros días, y nosotros hemos de hacer todo lo
posible para que estas situaciones no se produzcan más. El flujo del
capital no puede determinar el flujo y la vida de las personas''.
FRANCISCO
observó que no eran pocas las veces que se cuestionaba la Doctrina
Social de la Iglesia diciendo: ''Estos pretenden que seamos
organizaciones de beneficencia o que transformemos nuestras empresas en
instituciones de filantropía''. La hemos
escuchado esa crítica. La única pretensión que tiene la Doctrina Social
de la Iglesia es velar por la integridad de las personas y de las
estructuras sociales. Cada vez que, por diversas razones, ésta se vea
amenazada, o reducida a un bien de consumo, la Doctrina Social de la
Iglesia será voz profética que nos ayudará a todos a no perdernos en el
mar seductor de la ambición. Cada vez que la integridad de una persona
es violada, toda la sociedad es la que, en cierta manera, empieza a
deteriorarse. Y esto que dice la Doctrina Social de la Iglesia no es en
contra de nadie, sino a favor de todos. Cada sector tiene la obligación
de velar por el bien del todo; todos estamos en el mismo barco. Todos
tenemos que luchar para que el trabajo sea una instancia de humanización
y de futuro; que sea un espacio para construir sociedad y ciudadanía.
Esta actitud no sólo genera una mejora inmediata, sino que a la larga va
transformándose en una cultura capaz de promover espacios dignos
para todos. Esta cultura, nacida muchas veces de tensiones, va gestando
un nuevo estilo de relaciones, un nuevo estilo de Nación''.
''¿Qué
mundo queremos dejarles a nuestros hijos? -interrogó FRANCISCO a los
presentes- Creo que en esto la gran mayoría podemos coincidir. Ese es
precisamente nuestro horizonte, esa es nuestra meta y, por ello, hoy
tenemos que unirnos y trabajar. Siempre es bueno pensar qué me gustaría
dejarles a mis hijos; también es una buena medida para pensar en los
hijos de los demás. ¿Qué quiere dejar México a sus hijos? ¿Quiere
dejarles una memoria de explotación, de salarios insuficientes, de acoso
laboral o de tráfico de trabajo esclavo? ¿O quiere dejarles la cultura
de la memoria de trabajo digno, del techo decoroso y de la tierra para
trabajar? Las tres T: techo, trabajo, tierra. ¿En qué cultura queremos
ver nacer a los que nos seguirán? ¿Qué atmósfera van a respirar? ¿Un
aire viciado por la
corrupción, la violencia, la inseguridad y desconfianza o, por el
contrario, un aire capaz de generar alternativas, generar renovación y
cambiamiento?''.
''Sé que lo planteado no es fácil -constató el
Pontífice- pero sé también que es peor dejar el futuro en manos de la
corrupción, del salvajismo y de la falta de equidad. Sé que no es fácil
muchas veces armonizar todas las partes en una negociación, pero sé
también que es peor, y nos termina haciendo más daño, la carencia de
negociación y la falta de valoración... Cuando se va a negociar siempre
se pierde algo pero ganan todos. Sé que no es fácil poder congeniar en
un mundo cada más competitivo, pero es peor dejar que el mundo
competitivo termine determinando el destino de los pueblos. Esclavos. El
lucro y el capital no son un bien por encima del hombre, están al
servicio del bien común. Y, cuando el bien común es forzado para estar
al servicio del lucro, y el capital la
única ganancia posible, eso tiene un nombre, se llama exclusión y así se
va considerando la cultura del descarte. ¡Descartado! ¡Excluido!''.
Ante
un mundo que quita la capacidad de soñar, dijo Francisco, recordando
las palabras pronunciadas por uno de los jóvenes que participó en el
encuentro de Morelia, el Papa invitó a dialogar, a confrontar a
negociar, para soñar el México que sus hijos se merecen: ''El México
donde no haya personas de primera segunda o cuarta, sino el México que
sabe reconocer en el otro la dignidad del hijo de Dios. Y que la
Guadalupana, que se manifestó a Juan Diego, y reveló cómo los
aparentemente dejados de lado eran sus testigos privilegiados, los ayude
a todos, tengan la profesión que tengan, tengan el trabajo que tengan
en esta tarea de diálogo de confrontación y encuentro''.
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