CIUDAD DEL VATICANO (Agencia Fides, 23/05/2017) – El 27 de mayo de 2007, Solemnidad
de Pentecostés, el Santo Padre Benedicto XVI envió una Carta a los
Obispos,presbíteros, personas consagradas y fieles laicos de la Iglesia
católica en la República Popular China, ofreciendo algunas orientaciones
sobre la vida de la Iglesia y la obra de evangelización en China, con
el fin de ayudar a los católicos chinos a descubrir lo que el Señor
quiere (cf n. 2).
En la Carta, el Papa Benedicto XVI propone también una iniciativa
espiritual: “el día 24 de mayo, que está dedicado a la fiesta litúrgica
de la Santísima Virgen María, Auxilio de los Cristianos —y que es
venerada con tanta devoción en el santuario mariano de Sheshan en
Shanghai—, podría llegar a ser en el futuro una ocasión para los
católicos de todo el mundo para unirse en oración con la Iglesia en
China”.
Desde hace 10 años, esta jornada de oración, no sólo la vive la
comunidad católica en la China continental, en el Santuario de Sheshan,
sino también por las comunidades chinas que viven en diferentes partes
del mundo, a las que se suman con frecuencia muchos católicos locales.
De tal modo que desde hace 10 años, el 24 de mayo es una ocasión de
encuentro y de testimonio, en el que se reza en todas las latitudes, en
particular unión espiritual con la Iglesia en China, manifestando la
universalidad de la Iglesia y la comunión con el sucesor de Pedro.
Lo ha recordado el Papa Francisco al final del Regina Coeli de este
domingo 21 de mayo: “El próximo 24 de mayo todos nos uniremos
espiritualmente a los fieles católicos en China, en la conmemoración de
la Bienaventurada Virgen María “Auxilio de los Cristianos”, venerada en
el santuario de Sheshan, en Shangai. A los católicos chinos les digo:
Levantemos la mirada hacia María nuestra Madre, para que nos ayude a
discernir la voluntad de Dios acerca del camino concreto de la Iglesia
en China y nos sostenga para acoger con generosidad su proyecto de amor.
María nos alienta a ofrecer nuestra contribución personal para la
comunión entre los creyentes y por la armonía de la entera sociedad. No
nos olvidemos de testimoniar la fe con la oración y con el amor,
manteniéndonos siempre abiertos al encuentro y al diálogo”.
A la Virgen María, los fieles chinos en todo el mundo, y cuantos se unen
a ellos en la oración, piden la ayuda y la fuerza necesarias para ser
siempre y por doquier testigos del Señor Jesús, convirtiéndose en
instrumentos de paz, armonía y progreso en la sociedad y en la Iglesia.
Que la intercesión de María nos ayude a todos a hacer la voluntad de
Dios porque, siguiendo las enseñanzas del Evangelio y del Magisterio de
la Iglesia, cada uno pueda mantener siempre viva la llama recibida en el
día del bautismo: luz de la fe, de la esperanza y del amor cristiano
que arde en nuestros corazones, por el cual estamos llamados a iluminar
nuestro camino y el de tantos hermanos y hermanas.