Najaf, IRAK (Agencia Fides, 10/02/2021) - El Papa Francisco, en su importante viaje a Irak
programado del 5 al 8 de marzo, se prepara para visitar al gran ayatolá
Ali al Sistani, figura clave del islam chiíta, no solo en tierra
iraquí. Un encuentro comparable en intensidad y consecuencias
potenciales, a los que hasta ahora han visto al Papa Francisco reunirse
con altos exponentes del islam sunita, comenzando por el jeque egipcio
Ahmad al Tayyeb, gran imán de Al Azhar.
En su largo viaje, el ayatolá de 90 años nacido en Irán ha ejercido una
guía espiritual muy apreciada por su previsión, sobriedad y sabiduría,
incluso por quienes no pertenecen al islam chiíta. Las iniciativas y las
palabras cordiales hacia los cristianos han marcado su intensa
participación en las tribulaciones de las últimas décadas de la historia
iraquí.
En noviembre de 2019, cuando el país se vio sacudido por las
manifestaciones callejeras y la represión violenta de los aparatos de
seguridad, el patriarca caldeo Louis Raphael Sako expresó públicamente
su total acuerdo con Al Sistani, quien en un famoso sermón había
invitado a las autoridades políticas a actuar rápidamente para responder
a las afirmaciones de los manifestantes, consideradas legítimas por el
principal líder religioso de Irak.
En enero de 2019, el ayatolá Ali al Sistani recomendó investigar en
particular los “crímenes atroces” perpetrados por los milicianos
yihadistas en detrimento de algunos componentes específicos de la
sociedad iraquí, como los yazidíes en Sinjar, los cristianos en Mosul y
los turcomanos en Tal Afar.
Ya en abril de 2017, el jeque Abdul Mahdi Karbalai, representante
oficial de Al Sistani, en una reunión con una delegación de cristianos
de Mosul había expresado su plena voluntad de oponerse a todos los
intentos de alterar la composición étnica y religiosa que caracterizaba a
esa región antes de la llegada de los yihadistas de Daesh, y apoyar
todas las iniciativas necesarias para favorecer el regreso de los
cristianos caldeos, sirios y asirios a sus hogares y pueblos dispersos
en la llanura de Nínive, una vez que se lograse definitivamente la
derrota de los yihadistas del Estado Islámico.
En enero de 2014, antes del asentamiento del Daesh en Mosul y en el
norte de Irak, en la conversación que mantuvo en Najaf con una
delegación de la Comunidad de San Egidio, el ayatolá expresó su total
solidaridad con los cristianos iraquíes, reiterando que es necesario
preservar la presencia de comunidades cristianas indígenas en el país y
que la violencia selectiva de la que son víctimas representa una amenaza
para todo Irak.
El encuentro entre el obispo de Roma y el gran ayatolá de Nayaf podría
marcar la culminación del largo intercambio de muestras de cercanía y
simpatía entre los cristianos y Al Sistani en las últimas décadas. En
marzo de 2005, un grupo de cristianos iraquíes expatriados a los EE.
UU., Incluidos varios miembros de la comunidad caldea de San Diego,
había lanzado una petición en línea para nominar al ayatolá para el
Premio Nobel de la Paz, motivando esta elección por el hecho de que Al
Sistani “ha proporcionado a los musulmanes de todo el mundo un buen
ejemplo de cómo seguir caminos pacíficos para resolver los complejos
desafíos sociales [y] políticos a los que se enfrentan, condenando el
terrorismo”.
Después de la intervención militar liderada por Estados Unidos que
derrocó al régimen baazista en 2003, una fatwa proclamada por el ayatolá
Al Sistani había pedido a todos los musulmanes chiítas que protegieran y
no maltrataran a los miembros de las comunidades religiosas
minoritarias, incluidos los cristianos, que no debían ser identificados
como “quintas columnas” de fuerzas militares extranjeras. En 2005, tras
la muerte de Juan Pablo II, el ayatolá Al Sistani envió un telegrama al
secretario de Estado del Vaticano, cardenal Angelo Sodano, y al entonces
nuncio apostólico en Irak, arzobispo Fernando Filoni, para expresar sus
condolencias “a todos los católicos” por la muerte del Papa, recordando
que había “transmitido el mensaje de paz y promovido el diálogo
interreligioso. Siendo un Papa muy respetuoso de todas las religiones”.