Damasco, SIRIA (Agencia Fides, 12/02/2021) - Siria, devastada por la guerra y asfixiada por las sanciones económicas, es como un barco que se hunde en una tormenta. Y a los discípulos de Cristo que se encuentran en Siria, en este estado, les vienen en mente las mismas palabras angustiadas que los Apóstoles dirigieron a Jesús, que dormía en la popa, mientras su barca era arrollada por las olas en el lago de Tiberíades, en el episodio evangélico de la tormenta: “Maestro, ¿no te importa que muramos?” Samir Nassar, arzobispo maronita de Damasco, ha querido centrar este año en esta fuerte y sugerente analogía en el breve mensaje que tradicionalmente lanza para el tiempo de Cuaresma, que comienza el lunes 15 de febrero en el calendario litúrgico de la Iglesia maronita. “Parece que la guerra de Siria”, reza el breve texto recibido en la Agencia Fides, “es la tragedia más cruel que el mundo haya visto desde la Segunda Guerra Mundial”. Y tras el fin de la violencia, se libra una dura guerra económica destinada a sofocar toda esperanza y incrementar el sufrimiento de los más pequeños”.
El arzobispo maronita menciona brevemente los datos que dan fe de las
dimensiones desorbitadas de la tragedia siria: “950 mil muertos”, que
“han sumido en el dolor a nuestras familias, desestabilizándolas”; más
de “200 mil desaparecidos entre los cuales dos obispos y cuatro
sacerdotes, una pesadilla para familiares y amigos que desconocen la
suerte de sus seres queridos”; 13 millones de refugiados, 95.000
gravemente mutilados que afrontan emergencias psicológicas y
socio-médicas insostenibles; dos millones y medio de casas destruidas o
arrasadas, con los escombros que dan a los pueblos la apariencia de
ciudades muertas. Y luego, el bloqueo y las sanciones económicas, que
“asfixian sobre todo a los más débiles”, que se ven incluso privados de
las ayudas que podrían llegar de amigos y familiares en el exterior. El
colapso de la moneda local, la inflación galopante y el Covid-19 hacen
el resto”, agrega el arzobispo Nassar.
Dentro de esta desolación - prosigue el mensaje de Cuaresma - los
pequeños y los pobres, mientras tratan de curar sus heridas, “en
silencio claman al Señor 'Maestro, ¿no te importa que nos muramos?'”. Es
la misma pregunta angustiosa que los Apóstoles le hacen a Jesús, en el
Evangelio de Marcos, cuando su barca era arrollada por las olas en el
Mar de Galilea, y Él seguía durmiendo en la popa. La historia del
Evangelio continúa con Jesús que se despierta, calma la tormenta y luego
pregunta a sus discípulos: ‘¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?’
(Mc, 4,40). “En la situación actual - concluye Mons. Nassar - La Iglesia
en Siria continúa su camino y su labor de servicio en los campos de la
salud y la educación, en el acompañamiento de las familias, en el apoyo
de la caridad a los más débiles”. Mientras en las vigilias de adoración
da gracias a Dios, experimentando en los dones de gracia recibidos que
“si el mundo se olvida de Siria, el
Señor lo ve y no deja que la barca se hunda”.