Maputo, MOZAMBIQUE (Agencia Fides 19/04/2021) - Se estima que 11.104 personas (1.452 familias)
han huido de la ciudad de Palma (vàease Fides 27/3/2021) y han sido
acogidas en una escuela de Quitunda. Así lo afirma la Organización
Internacional para los Migrantes (OIM).
Según la OIM, el 30% de las familias desplazadas (431) duermen a la
intemperie, mientras que el 70% restante (1.021 familias) viven en
refugios improvisados. El 62% de los desplazados son niños, el 21%
hombres y el 17% mujeres. La principal necesidad de estas personas es la
comida, la segunda tener un lugar en las tiendas u otros equipos para
poder refugiarse, en tercer lugar la falta de mantas y ropa. Los obispos
han emitido una declaración sobre la grave situación en el norte del
país.
“Deploramos y condenamos todos los actos de barbarie cometidos”, dicen
los obispos de Mozambique en una declaración enviada a la Agencia Fides,
aprobada en la actual sesión plenaria de Maputo.
Los obispos de Mozambique lamentan la “trágica situación en la que vive
la población de Cabo Delgado”, donde “se mata, se hiere y se maltrata a
personas indefensas, se saquean sus bienes, se destruyen sus casas y se
profanan los cadáveres de sus familias, mientras que los supervivientes
se ven obligados a abandonar la tierra en la que nacieron y donde están
enterrados sus antepasados”.
La Conferencia Episcopal de Mozambique (CEM) denuncia la creciente y
consolidada “percepción de que detrás de este conflicto hay intereses de
diversa naturaleza y origen, o la intención de algunos grupos de
apropiarse de la nación y sus recursos”. La provincia de Cabo Delgago es
rica en yacimientos de gas y petróleo, así como en piedras preciosas,
pero “la falta de transparencia” sobre su uso adecuado, escriben los
obispos, es “una fuente de descontento, división y luto que alimenta la
revuelta y el resentimiento”.
“Reconocemos que uno de los impulsos más fuertes que motivan a nuestros
jóvenes a dejarse seducir y unirse a las diversas formas de
insurrección, desde la delincuencia al terrorismo, o incluso a esa otra
insurrección, no menos dañina, del extremismo político o religioso, se
basa en la experiencia de la falta de esperanza en un futuro favorable”,
afirman los Obispos. “Para la mayoría de los jóvenes, no hay
oportunidades para construir una vida digna”, mientras la sociedad y los
responsables políticos “ignoran su sufrimiento y no escuchan su voz”.
Los obispos reiteran que “nada justifica la violencia”, expresan su “total solidaridad con los más débiles y con los jóvenes que aspiran a una vida digna” y recuerdan que “las religiones tienen una gran contribución que hacer en la resiliencia de las comunidades y en la búsqueda de un ideal de sociedad unida y solidaria”.
La CEM pide que “las fuerzas políticas nacionales, las organizaciones
presentes en el país, la comunidad internacional unan sus fuerzas y
ayuden a las poblaciones desplazadas, creen más oportunidades de trabajo
y desarrollo para todos” y piden que “todos contribuyan a la
pacificación, a la protección de la población, al bloqueo de la
financiación de la guerra, al aislamiento y a la detención de individuos
o grupos que se aprovechen de la tragedia de Cabo Delgado”.