jueves, 1 de noviembre de 2012
Ángelus del Papa Benedicto XVI en la Solemnidad de Todos los Santos
CIUDAD DEL VATICNAO (http://catolicidad.blogspot.com - Noviembre 1º de 2012). A las 12:00 horas de hoy, Solemnidad de Todos los Santos, el Santo Padre Benedicto XVI desde el balcón de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano rezó el Ángelus con los fieles y los peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.
Este es el texto íntegro de la oración mariana:
"Hoy tenemos la alegría de encontrarme en la Solemnidad de Todos los Santos. Esta fiesta nos hace reflexionar sobre el doble horizonte de la humanidad, que expresamos simbólicamente con las palabras "tierra" y "cielo": la tierra representa el recorrido histórico, el cielo la eternidad, la plenitud de vida en Dios. Es por eso que esta fiesta nos hace pensar a la Iglesia en su doble dimensión: la Iglesia en camino en el tiempo y que celebra la fiesta sin fin, la Jerusalén celestial. Estas dos dimensiones están unidos por la realidad de la "comunión de los santos": una realidad que comienza aquí en la y llega a su plenitud en el Cielo. En el mundo terrenal, la Iglesia es el principio de este misterio de comunión que une a la humanidad, un misterio totalmente centrado en Jesucristo: es Él quien introdujo en el género humano esta nueva dinámica, un movimiento que conduce hacia Dios y al mismo tiempo hacia la unidad, hacia la paz en un sentido profundo. Jesucristo - dice el Evangelio de Juan (11,52) - murió «para reunir en uno a los hijos de Dios dispersos", y este su trabajo continúa en la Iglesia, que es inseparablemene "una", "santa" y "católica". Ser cristianos, es ser parte de la Iglesia significa estar abiertos a esta comunión, como una semilla que se desarrolla en la tierra, muriendo, y germinando hacia lo alto, hacia el cielo.
Los Santos - quienes la Iglesia ha proclamado como tales, y también a todos los santos y las santas que sólo Dios conoce, y que hoy celebramos también - han vivido intensamente esta dinámica. En cada uno de ellos, de una manera muy personal, se ha hecho presente Cristo, gracias a su Espíritu que obra mediante la Palabra y los Sacramentos. De hecho, el estar unidos a Cristo, en la Iglesia, no anula la personalidad, sino que la abre, la transforma con la fuerza del amor, y da aquí en la tierra, una dimensión eterna. En esencia, significa llegar corforme a la imagen del Hijo de Dios (cf. Rom 8,29), realizando el proyecto de Dios que ha creado al hombre a su imagen y semejanza. Pero esta inserción en Cristo se abre - como he dicho - incluso en comunión con todos los otros miembros de su Cuerpo místico que es la Iglesia, una comunión que es perfecto en el «Cielo», donde no hay ningún aislamiento, ninguna competencia o separación. La fiesta de hoy nos presenta la belleza de esta vida totalmente abierta a la mirada de amor a Dios y de los hermanos, en la cual estamos seguros de encontrar a Dios en los otros y en los otros a Dios. Con esta fe plena de esperanza honramos a todos los santos, y nos preparamos para conmemorar mañana los fieles difuntos. En los santos vemos la victoria del amor sobre el egoísmo y sobre la muerte: vemos que seguir a Cristo conduce a la vida, a la vida eterna y da sentido al presente, a cada momento que pasa, porque está lleno de amor y esperanza. Sólo la fe en la vida eterna que nos hace amar verdaderamente la historia y el presente, pero sin apegos, en la libertad del peregrino, que ama a la tierra, porque su corazón está en el Cielo.
Que la Virgen María nos obtenga la gracia de creer firmemente en la vida eterna y la sensación de verdadera comunión con nuestros queridos difuntos".