Abidjan, COSTA DE MARFIL (Agencia Fides, 14/03/2016) - “El Sagrado Corazón de Jesús nos ha protegido,
a nosotros y a los cientos de personas que se han refugiado en nuestra
parroquia”, dice el p. Armand Zanou, párroco de la Catedral del Sagrado
Corazón de Grand-Bassam, donde ayer, 13 de marzo, un grupo de
terroristas atacó algunos complejos turísticos en la playa, asesinando a
16 personas. “La catedral, la iglesia más antigua de Costa de Marfil,
se encuentra cerca de las playas que han sido atacadas”, dice el p.
Armand a la Agencia Fides explicando cómo se produjeron los hechos.
“Acabábamos de comenzar una procesión fuera de nuestra iglesia alrededor
del mediodía. A eso de las 13 oímos los primeros disparos de armas de
fuego y poco después vimos varias personas huir de la playa y que venían
hacia nosotros. Les preguntamos qué estaba sucediendo y dijeron que
unos hombres armados estaban disparando a la gente. Mientras el ruido de
los disparos se intensificaba, aumentaba el número de los que buscaban
refugio en la catedral. Más tarde, casi una hora después, llegaron las
fuerzas especiales militares que traían con ellos a unos cincuenta
rehenes que habían liberado de los complejos atacados. Y se quedaron
para protegernos hasta que fue seguro, alrededor de las 19.30”.
“Los disparos de los terroristas, seguidos por el enfrentamiento con el
ejército duraron unos 45 minutos, tal vez una hora. El tiroteo fue muy
violento. Todas las personas refugiadas en el presbiterio de la iglesia
estaban tumbadas por el suelo, porque el tiroteo estaba muy cerca de
nosotros”.
Los refugiados en la catedral eran los feligreses que estaban allí
participando en las actividades y que quedaron bloqueados por los
acontecimientos; la primera ola de turistas que escaparon de los
terroristas y el segundo grupo de turistas compuesto por los rehenes
liberados por las fuerzas especiales. En total cerca de un centenar de
personas, de Costa de Marfil, Francia, Bélgica, Líbano y de otras
nacionalidades. Como se dice por aquí había muchos “blancos”. También
había varios niños”.
El p. Armand Zanou subraya que, por desgracia, la catedral ha sufrido
algunos daños por el asunto. De hecho, cuando los rehenes fueron llevado
por los militares frente a la puerta de la iglesia, uno de los
soldados, que obviamente no había recibido órdenes en este sentido,
llamó a su comando para preguntar dónde debía dejar a los rehenes
rescatados y se le dijo que los llevase a nuestra iglesia. “Puesto que
la iglesia estaba cerrada, porque yo había decidido utilizar el
presbiterio como refugio - recuerda el sacerdote - los militares
comenzaron a romper las ventanas para hacer entrar a la población civil.
Por lo que fui corriendo para conducir a los civiles al interior. El
ejército nos protegió hasta el final de la emergencia”.