Imagen: www.revistaecclesia.com |
Imagen: www.lapatilla.com |
PALABRAS DEL SANTO PADRE FRANCISCO
Palatino
Viernes Santo 25 de marzo de 2016
Viernes Santo 25 de marzo de 2016
Oh Cruz de Cristo
Oh Cruz de Cristo, símbolo del amor divino y de la injusticia humana,
icono del supremo sacrificio por amor y del extremo egoísmo por
necedad, instrumento de muerte y vía de resurrección, signo de la
obediencia y emblema de la traición, patíbulo de la persecución y
estandarte de la victoria.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo alzada en nuestras
hermanas y hermanos asesinados, quemados vivos, degollados y decapitados
por las bárbaras espadas y el
silencio infame.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los rostros de los
niños, de las mujeres y de las personas extenuadas y amedrentadas que
huyen de las guerras y de la violencia, y que con frecuencia sólo
encuentran la muerte y a tantos Pilatos que se lavan las manos.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los doctores de la
letra y no del espíritu, de la muerte y no de la vida, que en vez de
enseñar la misericordia y la vida, amenazan con el castigo y la muerte y
condenan al justo.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los ministros
infieles que, en vez de despojarse de sus propias ambiciones, despojan
incluso a los inocentes de su propia dignidad.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los corazones
endurecidos de los que juzgan cómodamente a los demás, corazones
dispuestos a condenarlos incluso a la lapidación, sin fijarse nunca en
sus propios pecados y culpas.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los fundamentalismos
y en el terrorismo de los seguidores de cierta religión que profanan el
nombre de Dios y lo utilizan para justificar su inaudita violencia.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los que quieren
quitarte de los lugares públicos y excluirte de la vida pública, en el
nombre de un cierto paganismo laicista o incluso en el nombre de la
igualdad que tú mismo nos has enseñado.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los poderosos y en
los vendedores de armas que alimentan los hornos de la guerra con la
sangre inocente de los hermanos, y dan de comer a sus hijos el pan
ensangrentado.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los traidores que
por treinta denarios entregan a la muerte a cualquier persona.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los ladrones y en
los corruptos que en vez de salvaguardar el bien común y la ética se
venden en el miserable mercado de la inmoralidad.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los necios que
construyen depósitos para conservar tesoros que perecen, dejando que
Lázaro muera de hambre a sus puertas.
Oh
Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los destructores de
nuestra «casa común» que con egoísmo arruinan el futuro de las
generaciones futuras.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los ancianos
abandonados por sus propios familiares, en los discapacitados, en los
niños desnutridos y descartados por nuestra sociedad egoísta e
hipócrita.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en nuestro mediterráneo
y en el Mar Egeo convertidos en un insaciable cementerio, imagen de
nuestra conciencia insensible y anestesiada.
Oh Cruz de Cristo, imagen del amor sin límite y vía de la
Resurrección, aún hoy te seguimos viendo en las personas buenas y justas
que hacen el bien sin buscar el aplauso o la admiración de los demás.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los ministros fieles
y humildes que alumbran la oscuridad de nuestra vida, como candelas que
se consumen gratuitamente para iluminar la vida de los últimos.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en el rostro de las
religiosas y consagrados –los buenos samaritanos– que lo dejan todo para
vendar, en el silencio evangélico, las llagas de la pobreza y de la
injusticia.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los misericordiosos
que encuentran en la misericordia la expresión más alta de la justicia y
de la fe.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en las personas
sencillas que viven con gozo su fe en las cosas ordinarias y en el fiel
cumplimiento de los mandamientos.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los arrepentidos
que, desde la profundidad de la miseria de sus pecados, saben gritar:
Señor acuérdate de mí cuando estés en tu reino.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los beatos y en los
santos que saben atravesar la oscuridad de la noche de la fe sin perder
la confianza en ti y sin pretender entender tu silencio misterioso.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en las familias que viven con fidelidad y fecundidad su vocación matrimonial.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los voluntarios que socorren generosamente a los necesitados y maltratados.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los perseguidos por
su fe que con su sufrimiento siguen dando testimonio auténtico de Jesús y
del Evangelio.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los soñadores que
viven con un corazón de niños y trabajan cada día para hacer que el
mundo sea un lugar mejor, más humano y más justo.
En ti, Cruz Santa, vemos a Dios que ama hasta el extremo, y vemos el
odio que domina y ciega el corazón y la mente de los que prefieren las
tinieblas a la luz.
Oh Cruz de Cristo, Arca de Noé que salvó a la humanidad del diluvio
del pecado, líbranos del mal y del maligno. Oh Trono de David y sello de
la Alianza divina y eterna, despiértanos de las seducciones de la
vanidad. Oh grito de amor, suscita en nosotros el deseo de Dios, del
bien y de la luz.